Había dejado la Jornada de Folklore con los hermanos Ramos (Dulzaineros de Cuellar) en acción y baje la calle Torrecilla deprisa para escuchar desde el principio este concierto en el Pósito, no me lo podía perder.
Que maravillosa sorpresa nos tenía reservada la programación de conciertos de Bell’Arte el 8 de abril, una formación de viento con piano y todos los componentes valencianos. De la mano de Pau Gil, miembro de Bell’Arte ya conocido por sus conciertos de piano en Sigüenza, se presentaron un cuarteto de jóvenes músicos de viento, María Carbonell (oboe), Joaquín Sancho (fagot), Juan Pavia (trompa) y Carlos Enguídanos (clarinete).
El programa elegido era delicioso, dos obras con la misma estructura para piano y viento. La primera parte con Mozart y la segunda con Beethoven, dos obras compuestas con pocos años de diferencia (menos de 20), a una edad similar en la vida de ambos autores (entre los 25 y los 30 años), y con una estructura en tres tiempos prácticamente idéntica. Eso sí, mostrando claramente el genio y sonido de uno y otro. Ambas obras juegan con los temas, pasando de un instrumento de viento a otro, pero siempre acompañados por el resto y el omnipresente piano. No hay ninguna parte extensa para ningún instrumento, las convergencias, apariciones y desapariciones son constantes. Es música auténticamente de cámara, para disfrutar en una hermosa velada como la que tuvimos en el Pósito los habituales que, aun con la existencia de partidos de futbol y otro concierto en la Plazuela de la Cárcel a la misma hora, no faltamos.
En el intermedio, aprovechó Pau para explicar el motivo de este concierto benéfico y presentar a la ONG Salud, Pobreza y Acción destinataria de la recaudación. Dando un respiro a los músicos de viento, también nos introdujo en las apreciaciones de estas dos piezas tan similares y tan distintas, y destacó la importancia de estar escuchando una trompa de las antiguas (sin llaves), donde todos los sonidos se consiguen solo con la embocadura y una mano en la campana a modo de sordina para cambiar de registro. Ciertamente todos los sonidos de los ejecutantes fueron limpios, brillantes, empastando como un coro de voces.
Es muy de agradecer este tipo de conciertos, donde se muestran las posibilidades de formaciones diferentes a las de cuerdas. Gracias Bell’Arte por estas maravillas, y gracias a ese quinteto de músicos levantinos con tanto gusto en la interpretación.
Salí encantado y me subí de nuevo a la Plazuela de la Cárcel, llegando justo cuando empezaba el segundo grupo – La Banda del Estraperlo- , querer escucharlo todo a veces es difícil.