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Comenzó la temporada de conciertos que presenta la Asociación Amigos de la Iglesia de Santiago con el fin de recaudar fondos. En esta ocasión el coro de cámara “Salix Cantor”  ofreció “a capela” un recorrido musical descriptivo que permitió observar la evolución de la música a lo largo de 500 años sobre el texto “O vos omnes”, comienzo del responsorio de Semana Santa de la liturgia católica proveniente del Libro de las Lamentaciones  de Jeremías. Así escuchamos 13 obras, arrancando con el primitivo gregoriano medieval monódico, a una selección de distintas versiones pasando por el renacimiento, el barroco, el romanticismo, el siglo 20 y el actual, con interpretaciones a 3, 4, 5, 6 y 8 voces.

Son muchas las obras que me gustaron, pero muy destacables fueron la de Jacob Obrecht por la simpleza y claridad de las tres voces, la de Tomás Luís de Victoria, por la obra en sí misma y por la interpretación, la de Carlo Gesualdo a 6 voces por su singularidad para la época, la de Johan Michael Haydn, hermano de Franz Joseph, por su fuerza, la de Jesús de Monasterio por su belleza, y por último la de Pau Casals, que no conocía y aprecié; no puedo olvidar el “lamento”, composición a 4 voces del propio director Francisco Ruiz Montes como compendio evolutivo hasta alcanzar las armonías actuales, fue un estupendo broche para cerrar con la de Casals.

El coro, con sus doce miembros (4 sopranos, 3 altos, 2 tenores y 3 bajos), empastó y se ajustó a las exigencias del director, quien fue tejiendo notas con delicadeza en el gesto e indicaciones sutiles y exactas, logrando grandes dinámicas y sonoridades. La estupenda selección vino acompañada de precisas introducciones de Francisco sobre las piezas, antes de escucharlas, ideal para una suculenta escucha. La magia del sonido en la Iglesia de S. Vicente nos alcanzó a público y cantantes. Las ovaciones fueron continuadas alcanzando el gran aplauso final que se resolvió con el bis de la obra de Tomás Luís de Victoria. 

 

El concierto tuvo lugar el 19 de mayo de 2018 en la Iglesia de San Vicente de Sigüenza