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Cuando uno va a los museos de la Ciudad de Vaticano uno de los primeros grandes espacios que contempla en el llamado Cortile della Pigna, o Patio de la Piña, por una gran piña de bronce, de época etrusca o sea de antes de los romanos, acompañada por dos pavos reales, todo ello colocado en el centro de un enorme edificio en forma de hornacina.

El autor en Roma

Es un edificio emblemático y por eso ponemos la foto, y es algo que muchos lectores habrán visto.

Pero, si se tiene el relativo permiso, por la parte trasera se puede entrar en el edificio y, con un pequeño ascensor, subir hasta la terraza, rodeada de un pórtico semicircular en sentido contrario a la planta del edificio mismo.

Pues bien, en los bonitos días de Septiembre, he podido observar variadamente Roma, desde esa terraza y ofrezco a los lectores de La Plazuela, unas fotos malamente hechas por un aficionado sin más. 

Una nueva pieza en los Museos Vaticanos

Como en los museos del Vaticano hay poco que ver, a mediados de Septiembre han colocado una pieza más. Había espacio en el grande hueco de la escalera de entrada y han colocado una barca, “la barca de San Pedro”, que no es otra cosa que la obra de unos artesanos napolitanos que han recreado una barca siguiendo el modelo de los tiempos de Jesús nuestro salvador.

Presento unas fotos porque es bastante grande y nos hace ver la realidad de por qué Jesús podía dormir tranquilamente en la barca de Pedro, aunque hubiera tormenta, o en la de Santiago y Juan, o por qué tenían obreros con ellos como nos enseña el evangelio.

Por eso cuando la mentalidad medieval nos introdujo esa idea de que Jesús había elegido a los más pobres, nos estaban dando una idea falsa. Jesús eligió a los que quiso y Pedro, Andrés, Santiago y Juan tenían buena situación económica, así es que quedémonos con esta idea que es la más acertada.

De manera que cuando vayan a estos enormes museos del Vaticano, al entrar, fíjense en la barca que, para entonces ya tendrá algún cartel explicativo. Desde luego es una gran obra de artesanía actual.

San José en el recién instalado museo de la Farmacia Vaticana

No les voy a explicar lo que puede haber en una colección de farmacia; en Sigüenza fue muy de museo la farmacia del Hospital de San Mateo, acabada, como muchas otras cosas, fuera de Sigüenza. Pues casi todas las farmacias, tanto ayer como hoy preparan productos para los clientes que los necesitan y hoy la farmacia homeopática está de moda.

En muchas farmacias por el mundo suele haber símbolos religiosos y en la del Vaticano también, aunque hoy ya no estén en la farmacia misma, que sigue funcionando como tal, y con un servicio muy agradecido por los empleados y por los romanos, pues al encontrase en otro Estado reconocido expende productos que, a veces no se encuentran en las demás farmacias romanas.

Este tema de la farmacia es cosa nueva en los museos vaticanos que le han dedicado dos enteras salas. En ellas quiero resaltar dos piezas decorativas de interés.

La primera es una cerámica policromada de 40 x 30 cm. con una Sagrada Familia y San Juanito. En esta escena vemos a María con el Niño en brazos y San Juan Bautista niño, besando el pie del niño Jesús. San José aparece, según la tradición italiana, anciano, vestido de morado y rojo.

Una segunda pieza la constituye una cerámica esmaltada, obra de Giacomo Mancini, el fraile, que la debió llevar a cabo entre 1560 y 1570, Representa una adoración de los pastores, en la que vemos una cabaña de madera cubierta sencillamente con paja y que, en el frontis, tiene una estrella, que luego guiará a los Magos. Al fondo tiene una ciudad y delante de la misma una superficie de agua que podría ser un lago o un río. La Sagrada Familia está representada con el Niño y San José esta representado a la derecha, anciano, sentado y durmiendo, como también es frecuente en Italia. Los pastores acudidos se ven por detrás, lo mismo que el asno y el buey. Una bella obra, como la anterior, aunque no sean obras maestras.


La fuente del Galeón en la Ciudad del Vaticano

Es la fuente más bonita de todo el Vaticano y también, como otras muchas cosas, es un gozo reservado a pocos. Por eso quiero presentarla hoy con unas fotografías.

La obra fue encargada en 1621, bajo el pontificado de Paulo V, a quien gustaban los juegos de agua y las fuentes en zonas urbanizadas, Autores fueron Martín Ferrabosco y Juan van Zanten, arquitecto flamenco, aunque la construcción se llevó a cabo durante el pontificado de Gregorio XV en el taller de Juan Fantini, artesano del plomo y fontanero del agua, en su taller de “la aduana” en el barrio romano de San Eustaquio.

En las fotos puede verse que tiene un fondo arquitectónico con un gran nicho, decorado en un segundo momento y del cual hablaré luego.

Lo importante y lo impresionante de la fuente es el galeón que navega en el centro, una nave con tres árboles y sus velas replegadas, hecho casi totalmente de plomo y con 64 cañones que disparan agua. Entre 2007 y 2011 fue restaurado y luce hoy su belleza maravillosa.

A finales del s, XVIII, bajo Pío VI, con la responsabilidad de Salvador Casali, Francisco Antonio Franzoni y Gaspar Sibilla, el nicho se vio adornada con una obra ladrillo, estuco y travertino que es una bonita piedra local. 

Las esculturas representan un episodio secundario del mito de Faetón; las Helíades y el amigo Cicno, desesperados por la muerte del amigo ahogado en el Eridano, que no es otro que el río Po, pidieron a los dioses correr la misma suerte y acabar como él, de manera que las tres hermanas se vieron transformadas en chopos y con Cicno permanecen siempre junto al Po, donde cayó Faetón. En el nicho vemos también un fondo de cedro y naranjos. 

Un conjunto magnífico como se puede contemplar incluso en las fotografías.