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Hoy probablemente la hubiera escrito de otra manera y mucho más documentada, pero quizás no tendría la frescura del cronista que a sus veintitantos años, con boda a la vista, anhelaba narrar grandes historias.

“Fue como un aviso, un anticipo de las Fiestas de San Roque. Sigüenza, ciudad que en esta época del verano triplica su población, recuperaba, aunque fuera sólo por un día, una de sus más arraigadas tradiciones. Frente a los soportales de su Plaza Mayor, también conocida como la Plaza del Mercado, volvía a lidiarse una novillada. En ese marco incomparable, donde todavía se conserva la vieja puerta de toriles que separa al núcleo urbano del pinar, tuvo lugar el otro día una corrida medieval.

El Día de la Provincia, el año pasado celebrado en Molina de Aragón, incluyó una serie de actos festivos, que anticipaban lo que serán las fiestas patronales de mediados de agosto. Charangas, pasacalles, desfiles de gigantes y cabezudos, pruebas ciclistas y, como colofón, un encierro por las calles que rodean a la catedral. La Diputación de Guadalajara tiró la casa por la ventana. En dos días desembolsó algo más de veinte millones de pesetas para organizar una fiesta en la que tampoco faltaron las verbenas, los juegos artificiales y las trasnochadas con destino al encierro mañanero.

Sólo los más mayores recordaban un encierro como el del otro día. Mientras el Ayuntamiento sigue hablando del proyecto de construcción de una plaza de toros en condiciones, un año tras otro se repite la historia: el arrendamiento de una plaza portátil para celebrar los festejos de San Roque. En este caso, no había temor de que la plaza se pudiera venir abajo. Las columnas y soportales de la Plaza Mayor, franqueada por la catedral y el edificio del Ayuntamiento, sirvió de cerco a una corrida medieval en la que dos diestros alcarreños –Juan Carlos Arranz y José Andrés González– hicieron lo posible para satisfacer al respetable sobre la arena –demasiado arena– que cubría el empedrado de la plaza.

Sigüenza concentró a jóvenes de toda la provincia. Grupos folclóricos, bandas municipales de música y las botargas de Almiruete, Aleas, Arbancón, Montarrón, Peñalver y Albalate de Zorita o los danzantes de Majaelrayo dieron la nota colorista a esta segunda edición del Día de la Provincia. Quizás hubiera sido mejor esperar a San Roque para incrementar el corto presupuesto y los actos de las fiestas, pero como aperitivo tampoco estuvo mal.

Correr los novillos por las calles de Serrano Sanz, Román Pascual (antes Calle del Seminario) y Cardenal Mendoza camino de la catedral tenía un indudable atractivo. El público abarrotaba los balcones y se subía a las vallas, mientras más de un canónigo presenciaba los actos desde los campanarios de la catedral. Por la tarde, con la fachada del Ayuntamiento engalanada, la gente se disputaba un lugar en las gradas, que pronto se quedaron pequeñas”.