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El alcohol es una sustancia que crea dependencia en el consumidor habitual, produciendo un síndrome de abstinencia cuando se abandona de forma brusca su consumo, por lo que es considerado una droga.  Los efectos del consumo abusivo de alcohol pueden ser inmediatos en forma de intoxicación etílica aguda (borrachera), y también pueden alargarse en el tiempo como ocurre en el alcoholismo crónico.

En los adultos, el consumo moderado de alcohol (una copa de vino o una cerveza) no tiene consecuencias perjudiciales para su salud, pero extralimitarse en su consumo acarrea consecuencias perniciosas a corto o largo plazo. Se considera que el alcoholismo es una enfermedad que se manifiesta por la ingesta frecuente de bebidas alcohólicas a pesar de los riesgos y repercusiones negativas para la salud, llegando el individuo a necesitar tomar alcohol de forma frecuente. Cuando oímos a alguien decir “yo controlo”, lo más posible es que ya manifieste una dependencia alcohólica, aunque la frecuencia del consumo pueda ser diaria o de fin de semana. En términos médicos se considera que una persona es alcohólica cuando no puede mantenerse dos días seguidos sin tomar alcohol, no puede controlarse cuando comienza a beber, o necesita el alcohol para enfrentarse a las actividades de la vida cotidiana o a las relaciones sociales.

Según la Organización Mundial de la Salud cada año mueren en el mundo más de tres millones de personas por el abuso en el consumo del alcohol, causando además un gran número de problemas sociales, como son la desestructuración familiar, la pérdida de productividad laboral y los accidentes laborales. El consumo de alcohol es responsable de gran parte de los accidentes de tráfico con víctimas mortales y produce gran número de invalideces. También tiene consecuencias psicológicas y emocionales para el individuo como son la violencia, la depresión, la ansiedad y una autopercepción negativa de la imagen corporal.

El alcoholismo crónico causa grandes estragos en salud del individuo ya que afecta a la mayor parte de sus órganos, colaborando en el empeoramiento de otras enfermedades o patologías que pudieran estar presentes:

Cerebro y sistema nervioso. El alcoholismo produce un deterioro progresivo de las funciones cerebrales como son los cambios de humor, disminuye los reflejos y estados de alerta, cambios en la visión, pérdida de coordinación muscular, temblores y alucinaciones. Las personas alcohólicas se acaban aislando de su entorno social, padecen crisis familiares y laborales y se vuelven desconfiadas. El alcohol daña las células del cerebro y de los nervios periféricos de forma irreversible, siendo responsable en fases avanzadas de alteraciones mentales serias como la demencia o los brotes psicóticos.

Sangre. El alcoholismo crónico disminuye la producción de glóbulos rojos lo que dará lugar a una anemia que provocará síntomas como fatiga, problemas respiratorios y dolor de cabeza. También estará disminuida la producción de leucocitos o glóbulos blancos lo que puede originar un fracaso del sistema inmunológico, aumentando el riesgo de contraer infecciones.

Sistema cardiovascular. Abusar del consumo de alcohol o beber gran cantidad de alcohol en una sola ocasión puede provocar problemas como elevación brusca de la tensión arterial, patologías cardiacas y parada cardiorrespiratoria (muerte súbita).

Sistema digestivo: esófago, estómago, hígado y páncreas. El alcohol es un irritante potente que produce efectos nocivos en las distintas mucosas del organismo.
 ·    En el esófago puede dar lugar a inflamación, varices esofágicas sangrantes y desgarros de la pared.
 ·    En el estómago aumenta la producción de ácido gástrico pudiendo generar irritación e inflamación de sus paredes, así como úlceras y hemorragias por perforación.
 ·    El hígado es el órgano encargado de metabolizar el alcohol, que es transformado por las enzimas hepáticas en acetaldehído y otros compuestos. Con el tiempo, el hígado sufre una sobrecarga metabólica que puede dar lugar a un hígado graso, una hepatitis y una cirrosis, que no es otra cosa que la degeneración de este órgano. La cirrosis hepática puede degenerar en cáncer de hígado, insuficiencia hepática y producir la muerte.
 ·    Puede producir pancreatitis aguda, una enfermedad muy severa, dolorosa y de gran peligro para la vida. Las alteraciones constantes sobre el páncreas pueden favorecer la aparición de la diabetes del adulto.

En la mujer embarazada. La ingesta de alcohol durante la gestación pasa directamente al feto a través de la placenta  pudiendo producir retraso del crecimiento y malformaciones en órganos tan importantes como el corazón, el hígado, los riñones y los ojos. También puede producirse el parto prematuro o la muerte intrauterina, ya que el organismo del niño no está preparado para neutralizar la acción del alcohol y poder metabolizarlo. El Sistema Nervioso Central del niño puede resultar gravemente dañado por los efectos nocivos del alcohol, pudiendo aparecer malformaciones cerebrales y retraso mental. No debemos olvidar que aunque sean cantidades pequeñas, para el feto o el niño lactante, siempre es demasiado. 

Síndrome metabólico. El uso crónico y excesivo de alcohol también está asociado a muchos desórdenes metabólicos que pondrán en riesgo nuestra salud y que alcanzan todo nuestro organismo:
 ·    Problemas de la piel o empeoramiento de problemas que el individuo ya tenía, como urticarias, dermatitis seborreica y psoriasis.
 ·    La oxidación del alcohol en el hígado es responsable de un importante derroche de sustancias que son indispensables en el metabolismo de las grasas, por lo que nuestro organismo se queda sin reservas produciéndose una gran elevación en sangre del colesterol y sobre todo de los triglicéridos.
 ·    También puede favorecer el incremento de los niveles de ácido úrico, lo que puede producir la enfermedad denominada gota cuando los cristales de este ácido se depositan en las articulaciones.
 ·    El alcohol aporta a la dieta gran cantidad de calorías de escaso valor nutritivo, y además elimina el apetito y la absorción de algunas vitaminas y minerales importantes, por lo que en algunos casos puede favorecer la obesidad, la aparición de diabetes tipo 2, pero también la desnutrición ya que el alcohol acaba sustituyendo a otros alimentos más completos.

Disfunciones sexuales. El consumo de alcohol a largo plazo provoca daños en el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico lo que puede llegar a provocar una pérdida de deseo sexual e impotencia en los varones debido a que se produce una reducción de los niveles de testosterona por atrofia de los testículos. En la mujer puede provocar la supresión de la menstruación y dificultades para quedarse embarazada.

Alcoholismo y cáncer. El alcohol en nuestro organismo se transforma en acetaldehído, una sustancia mucho más tóxica que el alcohol y que es  considerada un potente carcinógeno. Por tanto, el alcoholismo puede incrementar el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, como los de hígado, garganta, laringe, boca, colon, recto y mama. En algunos casos puede ser por la acción directa de los tóxicos, y en otros, por el efecto adverso que el consumo de alcohol puede tener sobre el sistema inmunológico.

No permita que el alcohol le haga sombra

Apartarse,… depende de usted