Seguimos con una gran venda en los ojos en una sociedad que, por un lado, clama al cielo que avancemos en el civismo propio del siglo XXI, y por otro, se ancla en actos que ni de circos romanos se tratase, propios de siglos pasados.

Nuestra sociedad lucha por proteger la infancia y velar por sus derechos -como en el cine o los videojuegos-, y desde la misma ONU se pide a España que tomemos medidas para que los niños no asistan a espectáculos taurinos.

Dicho comité notificó este mismo marzo, la revisión de la situación de la infancia en España. Pero viene de largo. Ya en 2018, el comité dictaminó finalmente la recomendación de prohibir la participación de menores en las corridas de toros, tanto como toreros como espectadores.

Cinco años después, no solo no se ha prohibido, si no que desde algunas instituciones, se trata de fomentar la participación de niños y niñas en actividades relacionadas con la tauromaquia. Es el caso del campamento que se organizó el pasado verano en Arbancón, municipio de nuestra provincia; o los encierros infantiles, en los que colaboran las administraciones públicas, autorizándolos y/o subvencionándolos.

Ahora España tiene que presentar su respuesta ante el comité. Tendrán que explicar porqué en la mayoría de Comunidades Autónomas, no solo no se han tomado medidas para prohibir la participación de menores, sino que en 2021 se aprobó la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y adolescencia frente a la violencia, y no hace mención alguna a la exposición y participación en estas violentas tradiciones y nocivos festejos populares.

A principios de este mes de mayo, comenzaban las fiestas madrileñas de San Isidro, en las que la presidenta de la comunidad Isabel Díaz Ayuso ha destinado, nada más y nada menos, que 6,3 millones/año de euros exclusivamente para asuntos taurinos, un 110% más que el año 2022, todo de dinero público.

Volviendo a nuestros menores -nuestro futuro-, sale a hombros por la puerta grande de las Ventas, como “héroe” un niño de 15 años para satisfacer el deseo de los adultos, “El niño Marco Pérez”, donde el 15 de mayo mata a tres novillos, y donde uno de ellos le profiere un revolcón espeluznante, poniendo en peligro su vida.

Contento él, contaba en una entrevista, que sus compañeros de clase irían a verle cual excursión. Estamos en año de elecciones, y con ellas y estas palabras, debemos procurar que caigan las vendas que tienen nuestros convecinos en los ojos. Focalizarnos en las necesidades vitales de nuestra sociedad: educación, sanidad, vivienda, nuestros hijos e hijas, ecologismo. Que con nuestros impuestos se garantice un futuro habitable. Pongamos ya la venda a secar y posicionémonos en desterrar la tauromaquia de nuestro país.

Mamen Montaño, Asociación Guadalajara Antitaurina

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