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Fotografía de altura. Así se podría considerar la imagen que hoy muestro en este apartado donde contamos la historia de una fotografía; porque las fotografías, como las personas, tienen cada una de ellas su propia historia. Y digo de altura por estar realizada desde lo alto de un cerro, desde lo alto del cerro del Mirón, en concreto. Fotografía de altura en una noche de luna llena, en una noche de superluna.

Sigüenza siempre a la orilla del discurrir del río Henares, aprovechando sus márgenes, rodeada por los cerros que sujetan y acompañan por lo hondo de ese valle todo su cauce.

Desde la época de la edad del hierro, entre los cerros de Villavieja y del Mirón, enfrente de su actual ubicación, parece que se alzó la primera Sigüenza, entonces Segontia, moviéndose de un cerro a otro, pasando por la vega con sus pastos, huertas y río, hasta quedar asentada en el lugar donde hoy la conocemos. Sigüenza, con su valle cruzado por el Henares y con sus cerros cerrando este valle, siempre presentes, siempre arropando a sus habitantes.

Desde que me dedico, como afición, a esto de la fotografía, siempre me ha gustado, más bien he acostumbrado a mi vista, a mirar hacia arriba y desde arriba, a buscar otro punto de vista de lo que me rodea. Y es que me gusta buscar ese ángulo, esa perspectiva, esa forma de mirar y ver que difiera lo más posible de lo que el ojo, en condiciones normales, está acostumbrado a ver.

La composición en fotografía es tan importante, o más, que el motivo al que vamos a realizar la foto, por eso debemos saber de antemano qué es lo que queremos fotografiar y cómo queremos mostrarlo y que los demás lo vean.

Así que partiendo de este punto de vista, mi punto de vista personal, siempre me han gustado los cerros, entre otras atípicas ubicaciones, para realizar las composiciones de mis tomas fotográficas. Creo que le confieren la personalidad suficiente para que las fotografías tengan una singularidad que marque y distinga a un fotógrafo de otro, a una fotografía de otra.

Los cerros que rodean a Sigüenza son a cual mejor, el Otero, la Quebrada, las Merinas, el Mirón, Villavieja… cada uno con su punto de vista y su peculiar perspectiva. Desde ellos se pueden contemplar unas espectaculares vistas de la ciudad que, combinadas con la época del año y las horas del día más adecuadas, por buscar la luz que mejor le quede o que más nos guste, dan como resultado unas magníficas tomas con Sigüenza a nuestros pies. Ni que decir tiene que las noches también proporcionan unas imágenes increíbles, por supuesto, con ese tono dorado, como un gran tarro de miel, que la iluminación de sus calles de piedra da a su conjunto, como es el caso que nos ocupa.

Año 2014, agosto, domingo día 10.

Como siempre que estoy por Sigüenza, ese día también cargué con todos mis bártulos de fotografía para realizar una “ronda” por la ciudad y sus alrededores a la caza de las mejores imágenes posibles que se crucen por mi camino, y que yo sepa interpretar. Cámara, objetivos, filtros, flashes, trípode y demás complementos me hacían compañía en una apacible tarde de domingo con una maravillosa temperatura que haría de esa tarde-noche una placentera experiencia más por aquellos lugares en los que tanto disfruto. Pero además este día tenía una connotación especial, y es que ese día tendríamos una superluna, por lo que no podíamos dejar pasar la oportunidad de, si ella se dejaba, poderla fotografiar.

Las superlunas no son tan raras como parece, según nos cuentan los expertos, ya que cada 13 meses y 18 días tenemos una superluna. De hecho 2014 tuvo cinco superlunas, lo que pasa es que a veces no son visibles por estar nublado o no darse las condiciones meteorológicas adecuadas. El término científico es “luna en perigeo” y quiere decir que las Lunas llenas varían en tamaño por la órbita ovalada de la Luna. La Luna sigue un camino elíptico alrededor de la Tierra con un lado (perigeo) 50.000 km más cercano que el otro (apogeo) haciendo que el lado perigeo de la Luna parezca más grande y brillante. Es decir, la superluna es simplemente la Luna llena al mismo tiempo que está en su perigeo, el punto en la órbita Lunar que está más cercano a la Tierra. Durante una superluna, la Luna parece hasta 14 por ciento más grande y 30 por ciento más brillante comparado con la Luna normal.

Está claro que no era cuestión de desaprovechar la ocasión. Además, de las superlunas de ese 2014, la del 10 de agosto era la más grande.
Pensando en una ubicación lo más idónea posible para retratar a la luna, creí que el cerro del Mirón era el más adecuado para ello por varios motivos. El primero era que si tenía suerte y la luna se hacía visible pronto, la vista de Sigüenza desde allí con la luna por detrás del Castillo asomando por el pinar podía ser una foto maravillosa. Otro de los motivos era la ubicación de ese cerro, es un sitio que siempre me ha encantado, la vista es majestuosa, con Sigüenza estirada a lo largo del valle debajo de mí, con las primeras luces encendiéndose de sus farolas y sin nadie alrededor que interfiera durante la exposición de las fotos. Es un sitio muy solitario donde nunca me he encontrado a nadie en las numerosas veces que lo he visitado. Y la tercera es un poco más pensando en la aventura, ya que hay que ser algo aventurero para decidir subir hasta allí con un coche normal y solo, sin compañía, algo que desaconsejo totalmente, siempre es bueno ir acompañado por si acaso. La subida que tiene este cerro es tremendamente empinada y con curvas muy cerradas, en un camino de tierra y piedras que según hayan sido las últimas lluvias así estará su firme, unas veces malo y otras veces peor. Aun así merece la pena la visita porque una vez arriba podremos disfrutar de unas vistas espectaculares de Sigüenza y justo a nuestras espaldas unas no menos excelentes vistas de todo el valle de Palazuelos con unos atardeceres de quitar el hipo.

Calculé mal y me retrasé lo suficiente como para que la luna ya hubiera salido del horizonte, aunque aún no hubiera anochecido del todo, y esa idílica foto de la luna asomando en el horizonte por detrás del Castillo no se pudo dar. Además, al ser aún pronto en cuestiones de luz natural, la iluminación de Sigüenza no quedaba tampoco como queda en noche cerrada, con esos tonos anaranjados tan característicos. En fin, que no era lo que yo había previsto en mi cabeza, la foto que tenía grabada en mi pensamientos y que tan solo quedaba grabarla en la tarjeta de memoria… Esto no es nada nuevo, qué va, esto ocurre mucho más a menudo de lo que parece. Siempre nos hacemos una idea, una imagen muy concreta con unos resultados casi idílicos que luego poco o nada se ajustan con la realidad, pero así es este mundillo de la fotografía, un continuo ensayo y error, y nuevamente ensayo y error. Pero a los que nos apasiona esto de la fotografía ya conocemos los sinsabores que tiene, y que de ninguna manera nos podemos dejar abatir por unos resultados no esperados, unos resultados peores de lo que nuestra mente de gran fotógrafo nos había hecho ya tener capturados en nuestra cámara. De todas formas os diré que para hacer correctamente una fotografía como la que os cuento hacen falta por lo menos fusionar dos tomas distintas. Ello se debe a la diferencia lumínica que hay entre la iluminación del paisaje y la iluminación de la luna. Hay mucha gente que se cree que por ser de noche hay que poner velocidades lentas para fotografiar la luna, pero si hacemos eso lo que conseguiremos es que la luna salga sobreexpuesta o, si hacemos la medición sobre la luna, que el paisaje salga subexpuesto. Para fotografiar una luna llena es suficiente con una apertura de f/8 y una velocidad de 1/125 o de 1/250, por ejemplo, y para fotografiar el paisaje hay que darle una exposición de varios segundos independientemente de la apertura que le queramos poner. Si además queremos que la luna quede estática, ya que tiene recorrido mientras la cámara está en exposición, debemos realizarla con una velocidad rápida por lo que tendremos que subir el ISO de la sensibilidad de la cámara bastante, como es el caso de la foto que os muestro. Ya sabéis: ensayo y error, ensayo y error…

Aun así pude realizar varias tomas desde tan magnífica atalaya; una vez que había subido hasta allí no era cuestión de desaprovechar el momento, y aunque no eran exactamente las fotos que buscaba, por lo menos pude dejar constancia de ese día, de ese momento con esa superluna que iluminaba como nunca todo el valle entre los cerros que contienen a la ciudad de Sigüenza, todo ese valle que, como en su río, transcurren despacio las vidas.

¡¡No lo olvidéis, siempre que podáis mirad para arriba, o desde arriba…!!


Datos técnicos de la foto:

Fecha: 10 de agosto de 2014
Hora: 21:40
Cámara: Canon EOS 5D Mark II
Apertura de diafragma: f/4
Velocidad de obturación: 1/20 s.
ISO: 2500
Objetivo: EF24-105mm f/4L
Distancia focal: 32mm
Uso de trípode y disparador de cable
Revelado del fichero, tratamiento: programa Lightroom
Retoques: No