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5 de mayo en El Pósito de Sigüenza, concierto de apertura del festival de pequeños grandes pianistas que tiene lugar durante los días 5, 6 y 7 de este mes, organizado por Bell'Arte Europa.

Una sonata de F. Schubert fue la primera obra que escuchamos, maravillosa melodía en el segundo movimiento con la sensación de que algo viene a importunar, generando esas tensiones e intrigas que no se resolverán en mi cabeza hasta escuchar el tercer movimiento, donde vuelven los intentos de calma, alegrías, dudas, acuerdos, …  y me quedo con la idea de que todo esto me lo han cantado o que he oído algo similar de Beethoven. Veo al pianista saludando al público después de la primera ovación, me llaman la atención sus manos caídas, son grandes, no, lo que son muy grandes (me parece) son sus pulgares. En el programa de mano leo la trayectoria de este gran pianista y es impresionante, ¡lo que le han cundido 36 años de vida!  “Seis bagatelas” de Beethoven es con lo que continuamos, van alternando de modo mayor a menor y las dos últimas en mayor, es decir de carácter alegre a triste para acabar con dos dosis de alegre. La sensación es que Beethoven se entretenía con estas piezas entre sus grandes creaciones pues recuerdan a otras cosas de su música. La segunda y la cuarta tienen esa fuerza tan característica del genial compositor; con la última me dejé llevar de mi imaginación y creí que me cantaban una soprano, un barítono y un coro, además coincidió con el momento álgido del tremendo aguacero que se dejó oír con gran sonoridad dentro de la sala,  maravilloso.  No sé si el pianista eligió la “Sonata-Reminiscenza” en La menor de Nikolái Medtner por lo resultona que es, pero el caso es que entre su carácter nostálgico, puede que soñando con su Rusia, y la lluvia que apretaba a tirones en el exterior, me deje llevar por ese recorrido musical encajando distintas imágenes de primavera con sus cambios repentinos y las apariciones del sol tras enormes y gordas nubes, relámpagos y truenos con grandes y benditas aguas, para alcanzar la calma, llenarse el cielo de pájaros para volar en el aire cristalino cargado de higiénica humedad, mientras en el suelo el viento se va calmando sobre las verdes y vibrantes espigas del cereal goteantes de luz. Todo eso es donde me llevó la interpretación de este gran pianista. Gracias Enrique y gracias Bell’Arte.