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Queremos dar a conocer la historia de la restauración de uno de los púlpitos catedralicios que fue destruido durante la guerra civil. Para ello nos pusimos en contacto con Francisco Fernández Lafuente, de familia con hondas raíces seguntinas, cuya casa está situada frente la Catedral. Nos explica los antecedentes del caso que nos ocupa: "Mi abuelo, de apellido Lafuente, vino de un pueblecito de la comarca del Jalón, se casó con una seguntina y compraron esta casa entera. Era negociante pero hizo muy malos negocios, se arruinó con la fábrica de cerámica de El Acierto en Pelegrina y en otros asuntos en los que se metió y que le salieron muy mal. Tenía una ferretería en la esquina de la calle Guadalajara con la calle Medina". En los años veinte del pasado siglo, llegó a Sigüenza una misión del Museo de Reproducciones Artísticas, que iban por toda España haciendo reproducciones de monumentos. Empezaron a hacer reproducciones de las esculturas de la catedral en escayola. "Le compraban las herramientas y los materiales a mi abuelo. Hicieron amistad y cuando se fueron, hicieron una copia de más y le regalaron un juego de las reproducciones del púlpito, un busto del Doncel muy bonito que tiene mi tía Antonia y un descendimiento de la capilla de San Marcos". Cuando llegó la guerra, uno de los púlpitos de la Catedral, el de la pasión, se destruyó. En los trabajos de reconstrucción del arquitecto Antonio Labrada a principios de los años cuarenta no había referencias para la restauración del púlpito ya que las copias que se guardaban en el Museo de Reproducciones Artísticas, situado en la Ciudad Universitaria de Madrid, también se destruyeron con motivo de la guerra. Concluye el relato: "Mi abuelo que vivía aquí y tenía mucha relación con la iglesia les dijo que él tenía una copia de las esculturas del púlpito".  Lo único que quedaba eran esas reproducciones y el púlpito fue reconstruido basándose en ellas.

canon

La casa de la familia tiene también otra curiosidad que nos mostró Francisco Fernández Lafuente, algo que por cierto no tiene que ver con la restauración del patrimonio sino por el contrario, con su destrucción. En uno de los balcones de la casa, durante el asedio a la Catedral las tropas nacionales se instaló un cañón que destruyó la puerta del edificio. En la foto, se aprecia una vista de la fachada desde el balcón, en el que se pueden ver desperfectos fruto del combate. A la derecha colocamos una instantánea de la época, que se conserva enmarcada en el cuarto desde el que hicimos la foto, en la que se distingue un grupo de soldados con el cañón situado en el balcón de la casa.

 

Domingo Bartolomé / José María Cañadas

 

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