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El Doncel está emocionado y expectante por ver la evolución de su querido río Henares. Aún recuerda cuando, antes de marchar a la contienda en Granada, disfrutaba en sus aguas cristalinas, transparentes, en las pozas al final de la vega que hoy conocen los paisanos como Santa Librada, al fondo, en su estrecho. Era el único aseo posible y diversión siempre. Si hoy quisiera repetirlo, revivirlo,… vamos, ¡ni se le ocurra!, la vida la habría perdido aquí y no en Granada, por hedor nauseabundo que habría esparcido, asegurándose, eso sí, “distancia social”, o trago que llevase a sus tripas y no consiguieran soportar. Pero se le ve feliz. ¡Ya en poco está! Menos debería faltar. Preocupado por su Henares ha terciado ante estamentos de la Corte y también dirigióse a la Gran y Noble Europa, de la que ha conseguido, no sin enormes esfuerzos, que se rasque los bolsillos y tenga a bien agasajar a la Ciudad con unos cuantos euros (denarios o doblones a la antigua usanza) de los que llegarán por doquier para destinos tan sublimes: las hoy conocidas como “prioridades ecológicas”, es decir, para recuperar lo que nos hemos cargado con nuestra insensatez y ahora queremos salvar. ¡Nueva depuradora se hará! Aun siendo El Doncel quien es, conocido hasta en los más lejanos confines, le costó convencer a la puntillosa Europa, y casi se llevó un pescozón cuando le recordó el empleo que le había dado, a lo que de ella y otros, consiguió sacar hace ya cuatro décadas y para el mismo fin. Tuvo que reconocer El Doncel que, como pícaro medieval, se hizo obra que nunca funcionó, ni desde el primer día ya, quizás por jugar de forma indebida con los cuartos, o no saber calcular. Pero dejó claro a la vieja Europa, que no fueron caudales suyos, sino del propio Reino y Corte castellana, por lo que no se debería preocupar. El enojo de la Noble fue a mayores. Cargó de ira el semblante recordando al joven Doncel que los toros, a los que tan aficionado era, y la cuadrilla en la que se movía, motivaron que pidiese cuartos para hacer plaza, y la plaza ahí está, sin toros ni teatros siquiera, ni juglares, ni romanceros, ni ningún arte más. Los cuartos que llegaron, en ella enterrados están. Mas, como le pareció poco, otra vuelta de tuerca le quiso dar. Como castellano que era, recordóle que le gustaba el buen yantar y las finas carnes de la zona, todas las quería probar. Estómago tenía, pero no tragaba con la higiene que había en el manejar de las viandas, por lo que se propuso levantar edificio acorde con la calidad del producto y merecimiento de sus paisanos. Dinero tuvo, pero equivocó el lugar. Quizás porque todo estuviese al lado, ¡depuradora y matadero los llegó a juntar!, mediando entre ellos, el Henares, no más. Dinero tuvo, pero lo volvió a enterrar. No hubo carne con más moscas y mosquitos en toda Castilla; eso sí, las mejores en calidad; hablo de las moscas, pues en la depuradora se criaban y al matadero pasaban en un pis pas, pues ni a tiro de piedra el uno de la otra está. Se cerró y… ¡qué más da! Europa le dijo, que “cuánto dinero pa ná”, con sorna, cabreo y aguijón sin necesidad de afilar. El Doncel como ilustrado, pues sus ratos recostado y con libro entre las manos está, quiso convencerla de que eso no volverá a pasar. Palabras no le falta de las que saben engatusar, pero Europa no se fía ni se tiene por qué ablandar. El Doncel invoca a Río, a pueblos y a mar, al aire que se respira y al agua para regar. Convencida queda ella. ¡Solo una, solo una vez más! Concede una gran parte de los 4,3 millones de euros (715 millones de rubias, que en ducados no sé cuánto será) para que se haga lo que se debe, sin querer aparentar. La obra se hará para gozo de la Ciudad y del Henares mucho más. En lo anteriormente mencionado enterráronse 500 millones de entones, en rubias o pesetas, que a todos todavía nos sonarán. Mosqueada Europa está; por estar “de moda” pensó, que por “placas” El Doncel mediaba, placas de electricidad, porque siendo “huertos” para los muy finos, balsas, pantanos, mares u océanos se ven ya. Borró de su mente el tema, pues no es momento de tocar; tiempo para ello habrá. Lo que no sabe El Doncel… que Europa quien controle puso ya, supervise y compruebe, sin hacerse notar, que las cosas son como deben, y que no se dejen al azar. Te ha nombrado por ello, controlador y registrador de pícaros, adormecidos, despilfarradores, cuentistas y despistados. En estas tierras abundan, aunque no sea el Tormes, los Lázaros y Buscones; con ojo hay que andar para que el humilde Henares pueda resucitar. Amigo Doncel, si el Henares no recuperase hasta dar seguridad, siempre podrías darte un baño en la piscina municipal, seguir partido de frontón, pádel o tenis, baloncesto si te gusta más. ¿Qué dónde puedes hacerlo? Allí mismo, junto a esas otras dichas ya; para que te sirva de referencia y no te puedas desorientar, junto a matadero y depuradora, justo al lado según proyecto, de la esperada joya, la nueva EDAR. ¿Sorprendido? Yo también, pero… ¡Qué más da! Lo de “joya” debe ser sin tallar, pues su precio variando va, según se le da publicidad. Su proyecto, de mil hojas y más, curiosidades, errores o despistes tiene ya. ¿Los corregirán? Doy fe de que gran vertido directo al río, que junto a camino puedes ver, ni recogido está. ¿Por qué? Los euros que debe costar van desde los 3,9 millones que se indica al final, hasta otros bien hinchados de 4,3, y hasta a 5 dicen que asciende ya. ¡Pelillos a la mar! ¿En qué acabará? El Doncel te pide ayuda, por lo que puedas aportar, que el hombre es de letras y las cuentas no le van. Eso sí, el Henares y la Ciudad te lo agradecerán. Aunque solo sea por ello, centinelas somos y alerta debemos estar. Agradecido queda ante ti, antes de la obra empezar. Esta prosa que suena a verso, te debe sonar mucho más; la ironía que lleva dentro, debe hacerte despertar. Disfrutemos y exijamos lo bien hecho, porque en ello, nuestros euros van. Un abrazo del Doncel a su Ciudad, a Sigüenza, a sus gentes, a sus visitantes, que forasteros son jamás, y a su Henares,… ¡Que resucite ya!
Pablo Alonso Alonso

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