La edad de las cavernas
Por Antonio Lucena
Un alto oficial del ejército de EE UU en tiempos de la guerra del Vietnam dijo en un buen momento: “a este país (Vietnam) es necesario mandarlo a la edad de piedra”; en aquella ocasión no consiguieron este fin, posiblemente debido a la existencia de un partido político vietnamita con fuerza suficiente como para mantener unido al pueblo.
Es el castigo del mundo civilizado a las partes marginales: todo pueblo poderoso está autorizado para imponer castigos a los débiles si éstos no se comportan de la manera que se considere correcta; la edad de piedra se alimenta de pueblos que han sido esclavizados durante siglos y que han sido posteriormente dejados caer en la historia.
El ejemplo actual es el de los países de Europa, los llamados PIGS (recuérdese que pig en ingles significa cerdo), Portugal, Italia, Grecia, Spain, que no cumplan con la debida premura los deberes marcados por el mando; concretamente, en este momento la consigna es: no gaste Ud., y ahorre para pagarme a mí. Se ha condenado a la miseria a millones de personas, y no se va a obtener lo que se propone: el saldo de la deuda.
La imposibilidad para un Estado de pagar mediante la reducción de salarios quedó claramente establecida en los años 50 del pasado siglo; Alemania, deudora a más de 20 países como consecuencia de su comportamiento en la guerra, optó por apretar el cinturón de su masa asalariada, con la consecuencia de correr hacia la quiebra, arrastrando en ese camino al resto de Europa. En aquella ocasión en la que el mundo estaba libre de las supersticiones económicas de los neocons, se reunieron las naciones acreedoras para fijar nuevas condiciones para el cobro de la deuda. Estas fueron: a) reducción de ésta al 40 %, b) prórroga de 5 años, c) plazo de 30 años para el pago, d) permiso para no pagar plazos que supusieran un desembolso mayor del 5 % de la cuantía de las exportaciones alemanas.
Curiosamente estas condiciones fueron concedidas a los antecesores de la actual canciller alemana, que por lo que parece no recuerda aquel momento histórico: ahora tiene la sartén por el mango, y no está dispuesta a que se escape de la edad de piedra ni un solo inocente.
La política económica que se está defendiendo en las altas instancias es simplemente suicida y canallesca. A nivel nación se condena a la miseria a millones de personas, pero si se desciende en la escala, se puede ver la repercusión de esta política en el discutido derecho a la vivienda, educación, sanidad y cualquier otro que no sea el derecho a la propiedad de los propietarios.
Dentro de poco se instaurarán nuevos derechos para éstos; será un placer estudiar las leyes que los confieran y enterarse de cuales son los nuevos derechos básicos de la población que se vulneran.