Últimamente he releído dos artículos referentes a, en principio, la tragedia que el Exxon Valdés provoco en Alaska, en el año 1986; en él 45 millones de litros de petróleo fueron a parar al mar y contaminaron miles de kilómetros de costas.
De resultas del accidente el lugar se llenó con los equipos de limpieza, que, como se verá, poco hicieron, a los que siguieron científicos que se desplazaron para un doble estudio: por una parte había que poner en claro la reacción de los sistemas ante el alud de venenos que les había caído encima y, por otro, aprender vías de corrección para paliar desaguisados de este tipo.
Quince años después se realizó un estudio complementario para poner en claro el alcance del desastre, encontrándose evidencias de que el petróleo seguía presente en los sedimentos y en cantidades que se podían valorar en el 2 % del total vertido. El resultado es que la cantidad de petróleo que aún resiste en la zona es suficiente para calificar de crónico el ataque que sufren especies tanto animales como vegetales; especialmente sensibles se han mostrado los huevos de algunas especies, concretamente los de sardinas.
Sobre la flora es de notar que prácticamente ha desaparecido la vegetación existente antes del accidente, siendo reemplazada por otras oportunistas que han cambiado las poblaciones que llenaban el lugar; es de notar que es especialmente cierta esta afirmación para los invertebrados.
Se podrían sacar consecuencias para el Prestige y su aventura, pero de hacerlo nos situaría en una posición provincianista; mejor vamos a referirnos al segundo artículo, que habla de algo positivo respecto al episodio.
La incidencia sobre la pesca ha sido inmensa, pero no es de preocupar ya que el Producto Interior Bruto de la zona ha aumentado. La población que acudió a la limpieza, a los estudios, con la ocupación de restoranes, hoteles, … compensó la perdida de pescado, las de 21 especies dañadas y todavía no recuperadas, las alteraciones en cinco parques naturales, cuatro áreas criticas de hábitat, …
Mientras se sigan midiendo por unos indicadores económicos, que no indican nada, la marcha del mundo, pasará como ahora en España: la bolsa va bien, luego el paro ha perdido su importancia. ¡Cuando dispondremos de economistas que se vuelquen en los problemas reales y no en fantasías carentes de sentido!