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Quizás es que yo soy curioso por naturaleza, pero me interesan muchas cosas; así tengo curiosidad por el resultado del referéndum de Cataluña, y por la opinión de los catalanes sobre su futuro. Otro interrogante que me gustaría desvelar es la opinión última de mis conciudadanos sobre la crisis; este tema para mí es tan crucial que quisiera exponer, con la brevedad que exige mi intervención, un esbozo de mi opinión sobre este último tema.

Por supuesto, quede constancia de mi maldición a los que han contribuido al hambre, desesperación, angustia absoluta de los millones de personas abandonados en la miseria. Pero quisiera referirme a cosas menos evidentes, pero que igualmente me indignan.

Una de ellas ha sido la trasformación de los directores, presidentes, gerentes de empresas... en amos. En una etapa de nuestro desarrollo estos señores tenían que dialogar con sus empleados y llegar a unos acuerdos para la marcha de la empresa, así como respetar una serie de leyes ecológicas. De esta manera la empresa era el resultado de un contrato entre capital, trabajo y medio natural para obtener el modus vivendi de las tres patas citadas.

La crisis como tantas otras cosas se ha llevado esta filosofía social de la que tanto se esperaba; los convenios colectivos han desaparecido, la reglamentación por un medio se ha tornado en más permisiva, es un hecho, y ha quedado la figura del amo, del dueño como única decisión en la marcha de lo que debería ser un bien social.

Llegar al concepto de empresa bosquejado en las líneas anteriores (las tres patas) ha sido uno de los hitos que ha cubierto la humanidad en una labor que ha costado siglos, y que ha sido destruida en media docena de años: ¿felicitamos a los autores de esta catástrofe, o  deseamos que caigan sobre ellos las principales consecuencias de su acción?

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