Para adecuar la normativa actual a los nuevos valores sociales se han creado leyes específicas de carácter ejecutivo. Las normas son urbi et orbi y de obligado cumplimiento. Para resaltar su obligatoriedad se llaman popularmente leyes de no hay tu tía.
Autodeterminación de la edad cronológica
Por fin se anuncia una norma que acabará con la discriminación por razones de edad. A partir de ahora cualquier persona podrá elegir su edad sin ninguna limitación, ya no habrá de avergonzarse por el número de años cumplidos. Bastará ir a un registro de edad y declarar los años que se desea tener y los funcionarios deberán cambiar ipso facto la fecha de nacimiento que será válida a todos los efectos. Esto abre un amplio campo a los negocios de cirugía estética que podrán ofrecer sus servicios para adecuar el aspecto físico a la edad de los usuarios.
No a la elección de género ni de sexo
Se acabó el poder elegir el género como al estilo de las llamadas ley trans, de acuerdo con la nueva normativa cualquiera podrá negarse a elegir un género al que pertenecer, podrá declararse hermafrodita y contar así con las ventajas de pertenecer a ambos sexos al mismo tiempo. El hermafroditismo se considerará como un derecho humano y la sanidad pública estará obligada a proporcionar las prótesis necesarias para llegar a convertir a cualquier persona en un hermafrodita con todos sus atributos. También se plantea la posibilidad de renunciar al sexo para acabar con todas las complicaciones que su gestión cotidiana conlleva y convertirse así en un ser asexual o eunuco/a/e mediante una simple operación quirúrgica.
Unificación de Cultos Religiosos
Sse unifican los cultos religiosos y a partir de ahora se declara el personaje gordo de barba blanca que aparece durante el mes de diciembre en las tiendas o colgado de las ventanas en los domicilios como único dios verdadero aunque dividido en tres personas distintas: Papá Noel, Santa Claus y San Nicolás, dependiendo de las diversas tradiciones. Se declaran los centros comerciales como lugares de culto y se hará obligatoria la presencia de su figura en todos los hogares del mundo en las fechas comerciales más señaladas, declarándose el Black Fraude como fiesta de culto universal. Se declaran heréticas y por tanto serán erradicadas todas las demás figuras que antaño rememoraban en navidad otros ritos no específicamente enfocados al consumo.
Microchip obligatorio en el cerebro como moneda digital
Entra en vigor la norma de implantar un microchip en la entreceja de toda la población. Este chip, a modo de tercer ojo, sustituirá al antiguo móvil que se llevaba en el bolsillo y a las demás formas de pago anticuadas, como tarjeta y efectivo. Para comprar cualquier producto el consumidor deberá guiñar un ojo y la operación quedará registrada por la Oficina de Transición al Consumo Digital (OTCD). Aquellos que se nieguen a implantarse un microchip serán redirigidos a centros de reeducación situados en la entrada de los centros comerciales, donde serán tratados con terapias conductistas digitalizadas.
Ley de protección vegetal
Todos los vegetales serán considerados como seres sensibles y se prohibirá cualquier tipo de acción que vaya en menoscabo de la fotosíntesis. Se orientará a la población al consumo de productos animales al considerarse seres menos sensibles que aquellos pertenecientes al mundo vegetal. De momento, hasta que las autoridades no lo consideren oportuno, se desaconseja el canibalismo, salvo en casos de extrema necesidad que tengan que ver con el control demográfico de la población. Se estudia también la protección de los seres inanimados para dotarles de algún tipo de protección.
Ampliación del delito de odio a nuevos supuestos
Todo aquel que padezca de dimorfismo con respecto a los valores morales asentados en nuestra sociedad y trate de pensar de manera equivocada podrá ser acusado de delito de odio y condenado a trabajos forzados voluntarios en beneficio de la sociedad. Así se tipifican específicamente como delitos de odio la otanofobia, la bancofobia, la borbonofobia, la tontofobia o la futbolfobia, sin perjuicio de añadir muchas otras fobias a medida que se vayan presentando otros supuestos. La papanoelfobia será consideraba como el principal delito de odio al atentar contra el máximo representante de los valores más preciados de una sociedad basada en normas comerciales.