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Todos hemos oído de que existen prácticas de ayuda psicológica por medio de los animales, pero para la mayoría de nosotros suena bastante exótico. Los niños autistas que entran en contacto con los delfines… Algo así. Y de repente nos enteramos de que en Miedes de Atienza se llevan a cabo sesiones de coaching y psicoterapia asistida con caballos.

Por la zona de Sigüenza y Atienza hay varios aficionados a los caballos, son conocidos por sus lustrosas participaciones en las fiestas o simplemente porque los ves montar. Uno de ellos es Stefano que desde final del siglo pasado vive en Miedes y tiene allí sus, ahora siete, caballos en semilibertad, es decir que la mayoría del tiempo pastan en el monte. Solo que Stefano cerca el terreno del pasto, bastante espacioso, con una cinta. Y de vez en cuando cambia del terreno en función del estado de la hierba. Las relaciones de la pequeña manada con Stefano son de lo más amistosas, cuando nos acercamos allí, un caballo corre hacia él y le roza en las mejillas.

La psicóloga Raquel Resines Ortiz con uno de los caballos.

Son animales no estropeados por la civilización, satisfechos con la vida y tranquilos. Eso es lo que más aprecia en ellos la psicóloga Raquel Resines Ortiz. Vino una vez desde Madrid para disfrutar de un paseo a caballo, que organizaba por entonces Stefano, y encontró aquí un lugar ideal para desarrollar su profesión y a unos “ayudantes” ideales. Dice que hay diferencia entre los caballos de alguna hípica de Madrid, con los que también hacía sesiones, y estos caballos que viven en semilibertad.

Lo que hace con la ayuda de los caballos, son dos cosas: couching y psicoterapia.

Raquel nos explica que el couching normalmente consiste en ayudar a una persona a salir de un bloqueo. Uno se encuentra en cierto momento bloqueado porque no cree en sí mismo, “pero sin llegar a ser patológico”. “Entonces lo que hacemos es ver qué creencias limitantes tiene esa persona, hacemos que se dé cuenta de esas creencias, que la mayoría de las veces son irracionales, para que pueda pasar de ese bloqueo”. Esas creencias limitantes tienen que ver con aprendizajes adquiridos, lo que siempre nos han dicho: “Piensa antes de actuar…, no te puedes arriesgar…”. También el couching puede tratar temas laborales, en este caso casi siempre la actitud que se pretende cambiar es: “Tengo miedo y no me lanzo… Sigo en mi zona de confort… Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Por otro lado, en psicoterapia sí que se trabaja con personas con problemas. Con depresiones, fobias, con ansiedad, con estrés. Ahí se facilita la introspección de una persona. Raquel nos comenta que no sigue ninguna corriente determinada en psicología sino se considera ecléctica porque para ella el criterio es la eficacia.

En la entrevista.

Raquel es una psicóloga con mucha formación y experiencia. Pero tiene otra cara. Cuando tenía 14 años los padres le compraron un caballo. Vivió en Madrid y los fines de semana los pasaba en Mataelpino. Allí en la sierra a los adolescentes en un momento dado los padres les regalaban motos, bicis... A ella le regalaron un caballo. Se sentía feliz montándolo, pero un día el caballo recibió una cornada y ya no se pudo montarlo durante mucho tiempo, la niña lo pasteaba. La afición por los caballos le quedó para toda la vida. En su currículum se nombran cursos tan insólitos para una psicóloga, como “Doma natural y monta somática”, “Doma racional”, “Monta natural”. Ha hecho muchas rutas a caballo en diferentes lugares del país y conoce mucha gente de estos círculos. De tal manera que no por casualidad ni por una “bombilla” que de repente “se encendiese”, sino por toda la lógica de su vida, Raquel se dedicó al couching y la terapia asistida por los caballos. No son muchos los especialistas en esta materia. En Guadalajara, es la única que lo hace. Ella misma cuenta de su trayectoria:

– Yo me licencié en 95, estuve hasta el 2010 trabajando en diferentes sitios: con mujeres, con personas con esquizofrenia, trastornos de la personalidad… Me apetecía dejar todo esto que era muy denso para trabajar. Me formé en couching tradicional y de repente vi, al investigar, que se hacía con caballos. Me formé en couching y en terapia asistida con caballos según el modelo de EAGALA (Equine Assisted Growth and Learning Association). Es un método desarrollado en Estados Unidos. Y además, siempre te tienes que seguir formando, pasar unos exámenes para dar credibilidad a lo que estás haciendo. Y a partir de 2011 decidí dejar la psicoterapia y el couching tradicional para dedicarme a él con caballos porque veo que es muchísimo más potente.

Raquel interactuando con uno de los caballos.

¿Por qué es más potente? Antes de contestar esta pregunta, veamos cómo se hacen las sesiones. Estamos en medio del campo, rodeados por caballos, y Raquel nos cuenta:

– Llegamos aquí, la persona me explica un poco lo que le ocurre. Le explico cómo lo hacemos con caballos y medidas de seguridad, muy básicas. Si estás justo detrás del caballo, el caballo tiene que saber que estás allí, si no, puede asustarse y darte una coz. Y si estás justo enfrente tampoco te ve. Digo: “Entra con los caballos, acarícialos”, para que se vaya relajando y esté en contacto con ellos. Le pregunto qué caballo le apetecería coger. Y digo: “¿Quién quieres que sea?” Habitualmente dicen que “yo”, que el caballo les represente a ellos mismos. Otros dicen: “Que sea mi fuerza interior”. El caballo con quien vas a interactuar tiene que representar a alguien o algo: una persona, una emoción. Hago las preguntas muy abiertas para que me dé información la persona. Caballo puede ser “ilusión”, “suerte”, “fuerza”, “recursos internos”, “recursos externos”, etc.

Luego la persona tiene que interactuar con el caballo, habitualmente la tarea es ponerle un pañuelo, fular en el cuello o un ramal (una cuerda) y llevarle hacia cierta meta. Siempre se trabaja “pie a tierra”, no se montan los caballos. Y por cierto, es mejor que el cliente no sepa montar porque si no, sabe demasiado bien cómo obligar al caballo a obedecer.

Una prueba conduciendo a uno de los caballos.

– Por ejemplo me dice: “Llevo mucho tiempo sin ilusión”. Le digo: “El caballo representa la ilusión que vamos a recuperar en tu vida. ¿Cómo la recuperarías?” La gente me dice: “Tener más amigos”, o “No protestar tanto”, o “No comerme tanto la cabeza”, miles de cosas… Entonces yo saco los muñecos y los coloco en el trayecto: “Representamos por aquí con esos muñecos lo que te hace falta para recuperar tu ilusión. ¿Te parece repasar por todo esto que tienes en tu vida para retomar la ilusión? ¿Cómo quieres que te acompañe la ilusión?”

¿Cómo hacer que te acompañe el caballo? Empiezan a  acariciarlo, yo les dejo un ratito, es muy difícil que el caballo por acariciar vaya contigo. “¿Quieres llevarlo con un pañuelo?” Hay gente que dice: es que así lo estoy forzando. Digo: “¿Poner un pañuelo es forzar? ¿No te parece que esto es una ayuda?” Me dan la información: por qué creen que poner un pañuelo significa forzar en vez de tener una ayuda. Hay gente que se acerca dubitativa al caballo. Entonces digo: “¿Dudas que puedas coger tu ilusión? ¿Dudas que en este proceso vamos a recobrar tu ilusión?” Otros se acercan y le tiran el pañuelo muy rápido, y el caballo se asusta. Pregunto: “¿Qué ha ocurrido con tu ilusión?”. Y la persona me dice: “Se ha asustado”. “¿Y qué te sugiere?” Es todo muy metafórico, muy proyectivo.

Entonces, hace el recorrido… Si es alguien que se ha quedado sin amigos o que se acaba de divorciar, cuando está pasando por el obstáculo, que representa esta situación, está pensando en ella. Cuando yo pienso en una situación que me ha generado un malestar, me siento mal, y el caballo lo percibe. Se para o intenta soltarse.

Suena un poco complicado todo esto. ¿Cómo uno va a pensar que el caballo representa la ilusión? Y ¿es verdad que el caballo se para porque tú piensas en algo malo?

Como nos explica Raquel, a ella acude mucha gente que ya hizo sesiones con psicólogos tradicionales y está acostumbrada a sus métodos, en particular al uso de metáforas. Las metáforas ayudan a entender la situación en que se ha encontrado uno.

Para entender mejor lo que nos cuenta, hacemos una simple prueba práctica. Tenemos un problema y damos al caballo el “nombre” de este problema. Esto se hace solo para tener una representación “gráfica” del problema y de tus diferentes maneras de abordarlo. Pensando en nuestro problema y conduciendo el caballo tenemos que pasar unos veinte metros hasta un tronco tirado por ahí.

 

Empezamos por intentar arrancar el caballo. Es simpático, pelirrojo y, en principio, no tiene ganas de moverse. Tú tampoco lo tomas muy en serio, todo te parece nuevo, el caballo te parece interesante y no te centras en el problema que quieres aclarar. “¿Quieres resolver tu problema o te encuentras bien con él?”, pregunta Raquel que está a dos pasos observándonos discretamente. “Sí, quiero resolverlo”, decides tú y tiras de la cuerda. Y como ya lo haces con decisión, el caballo te obedece. Das varios pasos, y Raquel te pregunta: “¿Qué haces más: mirar a tu problema o mirar a tu meta?” (está claro que se refiere no solo al tronco). Involuntariamente paras para pensar sobre esta inesperada observación de la psicóloga; el caballo para también. “¡Paso de mi problema, voy a mirar a la meta!”, decides, y tiras del ramal; el caballo se pone en marcha…

... La conclusión de esta pequeña experiencia es: Raquel tiene pautas para muchas situaciones. Todos nosotros y todos nuestros problemas somos perfectamente clasificables (aunque no nos guste). Ella te plantea preguntas intentando que veas tu situación bajo un nuevo enfoque. Mientras estás deliberando, el caballo para. Cuando llegas a una conclusión, reanudas el camino. Así vas de una pregunta a otra aclarando, con la ayuda de las preguntas de la psicóloga, el asunto.

– Claro, a través de las preguntas abiertas hago que la persona tome conciencia de lo que está ocurriendo y de la actitud que tiene o el sentimiento que tiene de esa situación, entonces va más segura y tira, y el caballo la acompaña. El caballo te da un “feedback”, tú piensas, llegas a la conclusión, y el caballo te dice que has tenido un cambio. Te acompaña porque los caballos necesitan liderazgo.

Raquel explica su actuación junto a varios de los caballos.

– A lo mejor en psicoterapia tradicional tienes que estar 10 sesiones para que la persona te cuente algo. Aquí con los caballos en la tercera sesión la persona ya se ha abierto completamente. Es como que se facilita porque estás en el entorno con los caballos. Cuando estás frente a un psicólogo, aunque no juzguemos, siempre estás ante la figura de “autoridad” y te cortas un poco.

Además, todo lo que ocurre es muy gráfico, tangible y se graba mucho más fuerte en la conciencia. Ya no son solo palabras como pasa con un psicólogo en un despacho.

El couching se hace también con grupos. Puede ser un grupo que se forma para una sesión, o un grupo ya hecho. Han trabajado con víctimas de violencia de género, en grupo, sobre lo típico: seguridad, autoestima, la dependencia de otras personas… También hace couching por pedidos de empresas. En este caso trabajan la cuestión de equipo y liderazgo. Para eso hacen todo tipo de “dinámicas grupales”, es decir, ejercicios. Por ejemplo:

– Se pone una tarea: tienen que ir todos los del equipo y todos los caballos juntos, unidos por un hilo de estos con que atan los regalos. Se da la instrucción de una forma muy abierta para ver cómo lo entiende cada uno y cómo se ponen de acuerdo. Empiezan conflictos, y los caballos se ponen muy nerviosos. Entonces ahí empezamos a analizar… Los caballos representan los valores importantes para la empresa y el hilo representa relaciones humanas. Y a ver: ¿cómo lo hacen para ponerse de acuerdo y llevar a todos los caballos?.. Casi siempre dicen: eso es muy frágil, va a romperse. Y digo: claro, las relaciones son muy frágiles, pueden romperse. Y les explico: esta actividad la hacen los niños y nunca se rompe. Y es verdad, nunca se rompe. Porque los niños tienen más confianza y para ellos solo es un juego. Y al final sí que lo consiguen.

En invierno estas sesiones solo se hacen por la mañana, por el frío. En cambio, en verano se prolongan hasta la tarde. Muchas veces hacen la comida la gente del pueblo de Ujados, vienen allí mismo y hacen la comida en el campo. Con cerveza artesanal, orujo… Los participantes (la mayoría viene de Madrid) quedan encantados por todo: por la eficacia de las sesiones y por el ambiente.

Galina Lukiánina