El amor por la sierra es una de las cosas que definen a Raúl Conde (L’Hospitalet de Llobregat, 1981), un periodista que, aunque nacido en Cataluña, desde pequeño ha estado vinculado a Galve de Sorbe, de donde procede su familia. En Galve fue danzante durante veinte años, impulsor de varias iniciativas culturales y máximo responsable de la asociación en defensa del castillo del municipio. Este compromiso y cariño por la zona fle llevó a ser presidente de la Asociación Serranía de Guadalajara durante cinco años y a ser uno de los referentes en la comarca. La Plazuela ha querido hablar con él para analizar la actualidad de la zona más septentrional de Guadalajara.
La sierra ha estado últimamente en el primer plano provincial y regional debido al cierre de las urgencias. Como persona involucrada en el asociacionismo de la comarca y que vive algunos meses al año en la misma, ¿qué opina sobre esta medida?
Nos encontramos en una de las zonas de la provincia en la que precisamente no sobran los servicios públicos, y cualquier medida que vaya encaminada al recorte de éstos es un retroceso. Cualquier restricción que se produzca en servicios esenciales produce un impacto tremendo. Pero, desde luego, su efecto es demoledor en lugares que sufren la despoblación, como la sierra. En este sentido, ha sido muy importante la acción de la justicia y de los ayuntamientos, encabezando la reivindicación para la reapertura de las Urgencias de los centros de salud afectados por la medida de la Junta. Ojalá esto conlleve la eliminación de cualquier medida de recorte en los servicios públicos básicos, aunque es un error pensar, tal como sostiene el consejero Echániz, que la sanidad pública ha estado mal gestionada en los últimos años. Nada no es susceptible de ser reformado y mejorado, pero durante las últimas tres décadas se ha dado un salto de gigante en centros de salud, helipuertos, UVIs móviles, ambulancias, etc. Sería un error monumental e histórico ir para atrás.
Ha hablado de la acción de los tribunales y de los ayuntamientos, pero ¿qué relevancia ha tenido la labor de los ciudadanos en estas protestas?
Ha sido muy importante. Sin movilización no hay conquistas sociales. Y es muy importante que dicho malestar se haya catalizado a través de Plataformas como la de la Sierra Norte, estando así por encima de colores políticos. Desde un primer momento se ha querido aglutinar a todas las personas y colectivos interesados en la defensa de los servicios públicos esenciales de la serranía, arrastrándose incluso a grupos muy cercanos al gobierno regional. En este sentido la movilización ciudadana ha sido muy importante, aunque inesperada en una zona como la nuestra, con una población escasa, envejecida y dispersa. De todas formas, y sin quitar méritos a la plataforma, cuyo papel ha sido fundamental, la acción definitiva ha sido la lucha administrativa y judicial que han desarrollado los ayuntamientos, junto con la postura rigurosa del Tribunal Superior de Justicia.
Desde el gobierno de Cospedal se hablaba de ajustes presupuestarios para justificar el cierre de las Urgencias. Pero, realmente, ¿es tanto este ahorro?
Con esta medida, no habría sido tal el ahorro. Y la prueba de ello es que el gobierno de Castilla La Mancha no fue capaz de cuantificar el dinero que se dejaba de invertir con el cierre de los centros sanitarios durante la noche. Si fuera un ahorro tan grande, ellos mismos habrían esgrimido la cifra. Además, particularmente creo que nos debemos negar a entrar en esa dialéctica. La sanidad y la educación deben ser gestionadas de una manera eficiente, pero estos dos servicios son derechos sociales y no se deben incluir en el saco de los recortes. Máxime en una comarca como la sierra en la que, si no puede atraer nuevos habitantes, al menos hay que intentar fijar los que ya tiene. Si se eliminan centros de salud, escuelas y líneas de transporte, estamos caminando hacia el cierre de los pueblos.
Ha comentado que la población de la sierra se encuentra dispersa y envejecida. Además de mantener los servicios sociales básicos, ¿qué otras medidas habrá que tomar para atraer habitantes hasta estas comarcas?
No hay desarrollo si no existe población. Si no han cuajado medidas que se han tomado en el pasado encaminadas al asentamiento de nuevos pobladores, al menos, creo que tanto la sociedad como todas las administraciones deberían encaminar los esfuerzos a mantener la población. Nuestros pueblos están semimuertos, pero no están muertos del todo. Aprovechemos que todavía viven para salvar determinadas actividades que son fundamentales en el medio rural. Por tanto, lo primero es intentar fijar población y, a partir de ahí, buscar alternativas que pudieran atraer a nuevos habitantes. Así, lo primordial es mantener los servicios que existen. Nadie se va a vivir a un sitio donde no tiene garantizadas las prestaciones mínimas. Se debe apostar por la educación y la sanidad, por los programas de bienestar social y por unas telecomunicaciones de calidad, que pudieran atraer a nuevos profesionales. Ahora, lo que se está haciendo es lo contrario: se está invitando a la ciudadanía a irse de los pueblos. El ámbito rural no se puede quedar como un mero suministrador de ocio de las ciudades. Los pueblos no reclaman infraestructuras costosas, sino un nivel digno de servicios, para que se pueda vivir con una calidad de vida aceptable.
Iniciativas como la del Parque Natural de la Sierra Norte, ¿irían en este sentido o en convertir en un parque temático a toda la comarca?
El parque natural no existe, ya que se trata de un territorio muy extenso que la gente aún no reconoce a modo de un espacio único. El anterior gobierno regional, creo que equivocadamente, diseñó un espacio protegido demasiado grande. Son 40 municipios con características y necesidades muy diferentes en un territorio extraordinariamente diverso. Esto no es malo en sí mismo, pero puede generar conflictos que no tienen nada que ver con la defensa de un espacio protegido, que es de lo que se trata. Lo que puede ser bueno para Campisábalos, como la instalación de un parque eólico, Campillo de Ranas siempre lo va a rechazar, porque vive de su paisaje. Dicho lo cual, el parque es una realidad desde el punto de vista jurídico y hay una ley que exhorta a las administraciones a desarrollarlo. Es decir, el gobierno regional, le guste o no esta norma, se encuentra obligado a cumplirla. Y si no le convence, lo que tiene que hacer es llevar una nueva iniciativa legislativa a las cortes autonómicas, derogar la anterior y empezar de cero. Pero no se ha hecho eso. Después de amagar con una postura más o menos contraria al proyecto, el PP lo ha aceptado y apoya esta declaración. De hecho, se ha constituido la junta rectora del parque y se ha empezado con algunos trabajos, como la señalización. Por lo que, a partir de aquí, el Ejecutivo debe desarrollar todas las disposiciones que contempla la normativa. Pero hasta el momento no se ha materializado en actuaciones concretas, más allá de poner unos carteles a las entradas. Por eso decía que el proyecto no existe.
Otro de los elementos importantes de la sierra es su patrimonio histórico y artístico. ¿Qué habría que hacer para mejorar su conservación?
Es algo parecido a lo que sucede con el parque natural. Hay una ley de patrimonio histórico-artístico estatal, pero es una norma muy ambigua que no se está cumpliendo de forma efectiva. Además, en Castilla La Mancha se aprobó una trasposición de esta normativa, pero tampoco ha cumplido con la conservación del patrimonio. El actual Gobierno de Cospedal ha sacado una nueva ley regional, en la que se han incorporado acertadamente algunos parámetros que no estaban reflejados en la anterior redacción. Pero, para que la conservación del patrimonio sea efectiva, requiere que se convierta en una prioridad política, que no lo es; que concentre los esfuerzos de la administración, que hasta ahora no ha ocurrido; y que disponga de una memoria económica adecuada, que tampoco se ha diseñado. Si se reuniesen estos tres elementos, el legado histórico y artístico regional estaría mejor protegido. En cualquier caso, es muy importante atender la recuperación de la riqueza monumental por dos motivos. En primer lugar, porque es fundamental su existencia desde el punto de vista cultural, pero también porque constituye un acicate muy importante para la actividad económica y turística. Aunque insisto: faltan esfuerzos por parte de la administración y de la sociedad civil, ya que no se trata de un asunto que solamente puedan resolver los poderes públicos.
Hace poco más de un año, desde la asociación Serranía publicaron un informe, la Lista Roja del Patrimonio Arquitectónico, en el que se incluían una treintena de monumentos de la comarca en mal estado. ¿ha mejorado la situación de alguno?
No ha mejorado ninguno. Lo que sí ha sido bueno es que, al menos, hemos llamado la atención sobre el asunto. Y, particularmente, creo que ha sido muy positivo el caso de Bonaval, donde la población, junto con el ayuntamiento de Retiendas, han intensificado las labores de coordinación para hacer visible la mala situación por la que atraviesa el edificio y buscar soluciones. En el caso concreto del castillo de Galve, ni el dueño ha cumplido con los compromisos que adquirió en su momento ni la Administración actual ha ejecutado los expedientes de sanción que dejó encarrilados el anterior Gobierno regional. La mayoría de los monumentos que describimos en aquel documento de la Asociación Serranía están olvidados, y algunos están en vías de entrar en fase de ruina absoluta. La crisis está siendo una plaga para el patrimonio.
Otro tipo de patrimonio es el inmaterial, ¿cómo ve el nivel de conservación y recuperación de las fiestas tradicionales?
Este es un aspecto positivo que puede esgrimir Guadalajara en su totalidad, pero particularmente la sierra, que goza de un folklore de un volumen impresionante. Pese a la despoblación, la comarca ha trabajado mucho y bien en la recuperación de sus celebraciones. Contamos con citas emblemáticas de la provincia, como danzantes, botargas o la caballada de Atienza, declarada de Interés Turístico Nacional, entre otros ejemplos. Es importante abrir las fiestas al público y mantener este espíritu en la gente joven. Pero, si todo lo hubiéramos hecho tan bien como en este aspecto, otro gallo nos cantaría.
En este sentido, ¿cree que hay esperanza para la sierra? ¿Juntos se puede?
Por supuesto. Hay que ser positivos y siempre mantener la esperanza, pero ser conscientes que queda mucho trabajo por hacer en infraestructuras, carreteras, promoción económica o divulgación turística. Durante los últimos meses, paradójicamente, el hecho de que la población haya tenido que enfrentarse a problemas como el cierre de las urgencias, ha generado una movilización en la zona que hasta ahora era inédita, lo que demuestra que la comarca sigue viva. Quizá esté moribunda, pero no muerta.
Entrevista: Julio Martínez