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Tras la caída del Imperio Romano, la época visigoda no destaca por innovaciones significativas en la apicultura. Dos figuras sobresalen en esta época, San Isidoro de Sevilla y Samuel Tajón. Los visigodos consideraban a la miel un manjar de suma importancia. La obra literaria de San Isidoro aporta datos sobre la cocina y repostería de su época, todos los dulces se elaboraban íntegramente con miel, dado que el azúcar seguía siendo desconocido. Herodoto relata las grandes cantidades de miel de tilo consumidas en la otra orilla del Danubio. En la mitología nórdica recogida en el “Edda” se menciona bastante la miel y el alto consumo de hidromiel de estos pueblos, que utilizo Fredegunda para envenenar al rey franco Childerico. Los pueblos germánicos utilizaban la miel para aplicarla en las heridas y en los ojos inflamados como antiséptico, mezclada con bilis de animales. El consumo de vino mezclado con miel era muy elevado en esta época, hasta que fue considerado incompatible en las celebraciones litúrgicas, el sínodo de Auxerre en 585 lo prohibió para la consagración y San Benito de Nursia prohibió su consumo en los monasterios. El panal con miel llegó a ser consagrado como relata Ecardo II de Meissen, de aquí la costumbre de comer miel el día de Jueves Santo que se mantiene en algunos pueblos germánicos.

Monumento a Maimónides en su casa natural de Córdoba.

De la España árabe y judía habrá que hablar más adelante y más detallado con motivo de las celebraciones del IX Centenario de la Reconquista, decir que los autores árabes como Abu Zacaria siguieron las enseñanzas de Aristóteles, considerando a la reina como un macho. La cocina árabe destacaba por la gran cantidad de condimentos que utilizaban, azafrán, nuez moscada, pimienta negra, e introdujeron en España el azúcar de caña, gran competidor de la miel. Ya Mahoma gustaba mucho de la miel, en el Corán figura como alimento del paraíso, junto a ríos de leche y vino fluyen arroyos de miel, y mediante un mandato expreso del Profeta, Alá ordena que se honre a la abeja por encima de todas las criaturas. Maimónides, judío cordobés del siglo XII, el sabio más completo de la época, aconsejaba el consumo de miel, especialmente en invierno. En la farmacopea árabe la miel ocupa un lugar de honor.

Los textos bíblicos están llenos de comentarios acerca de las bondades de la miel, como por ejemplo Isaías 7,14-15: “Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel. Comerá requesón con miel, para que aprenda a rechazar el mal y a escoger el bien”. El Talmud nos confirma que los judíos sabían de las virtudes alimenticias de la miel, sobre todo para los niños de corta edad, creían que el Mesías alimentaba a los suyos en el cielo con maná y miel, Salomón decía: “Hijo, come miel que es buena”. En la actualidad se inaugura el año nuevo judío comiendo manzanas untadas con miel. Los hebreos del Antiguo Testamento sabían de las virtudes curativas de la miel.

“España es briosa de sirgo, dulce de miel, alumbrada de cera, cumplida de olio, alegre de azafrán”. (Alfonso X El Sabio). Cerraremos estos apuntes en el próximo número, con algunos datos curiosos sobre la miel en el Nuevo Mundo.

Antonio Nicolás Ochaíta

Asociación de Amigos del Centro y Museo Apícola de Sigüenza

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