Entre las innumerables reliquias que guarda la Fortis Seguntina hay una que, si bien no es completamente desconocida, todavía no ha recibido el reconocimiento que merece. Nos referimos a la recientemente restaurada bandera del que fuera Regimiento Provincial de Sigüenza.
La historia de esta unidad fue esbozada por D. Manuel A. Lafuente Calenti en un magnífico artículo publicado en la Revista Ábside, allá por 1987, y desde entonces poco más se ha escrito sobre sus aventuras y desventuras. Algo difícilmente justificable, pues la historia del regimiento se entrelaza con la de nuestra ciudad durante todo un siglo y nos ayuda a comprender como fue la vida de nuestros paisanos durante el sangriento tránsito del antiguo al nuevo régimen.
Corbata de la bandera del Provincial de Sigüenza.
En este artículo nos va a ser imposible hacer justicia a todos aquellos seguntinos que sirvieron en las filas de la Milicia Provincial, servicio que para la mayoría tan solo implicó unos pocos días de instrucción, principalmente haciendo orden cerrado por la explanada de la Alameda. Sin embargo, para otros supuso derramar sangre y sudor a lo largo y ancho de la península, desde Navarra a Gibraltar y desde Setúbal a Barcelona.
Pospondremos el objetivo de honrar a nuestros veteranos, centrándonos de momento en un pequeño trozo de tela aún más ignorado que la propia bandera. Se trata de una corbata encarnada que todavía sigue suspendida del asta, hoy desnuda, de la coronela. Al verla de nuevo, una idea peregrina atravesó fugazmente nuestro pensamiento… ¿sería posible que esa corbata descolorida fuera algo más que un simple adorno? La costumbre de premiar a las unidades más distinguidas ya existía a comienzos del siglo XVIII, pero además, hay que recordar que al finalizar la guerra de independencia se creó la más importante condecoración española: la laureada de San Fernando ¿Sería posible que hubiera alguna relación?
El reglamento de la orden refleja en su artículo 38 como debería ser la corbata que orlara las banderas de aquellas unidades que se hicieran merecedoras de ella:
“Si un regimiento (…) ejecutase en cuerpo alguna acción conocidamente distinguida, que el general en jefe haya comprobado (…), tendrá el regimiento, batallón o escuadrón, la distinción de llevar siempre en sus banderas o estandarte una corbata de tafetán con sus borlas y cordones de los colores de la cinta de la misma orden.”
La descripción que encontramos en el mismo reglamento no termina de dejar claro cómo debían ser dichas bandas, pero afortunadamente el Museo del Ejército conserva una banda de la orden de San Fernando, y salta a la vista su semejanza con la de nuestra bandera. Por otro lado, la Academia de Infantería, guarda celosamente el recuerdo de todas aquellas unidades que han ganado la laureada colectiva, figurando entre ellas la que ganó el Provincial de Sigüenza durante la primera guerra carlista, un 11 de mayo de 1839 en las proximidades de Arroniz.
El Regimiento Provincial de Sigüenza se destacó en la batalla de 11 de mayo de 1839 en las proximidades de Arroniz, durante la primera guerra carlista.
A continuación, transcribimos un fragmento del diario de operaciones del Ejército de Navarra aparecido en “El Eco del Comercio”, el 23 de mayo de aquel año.
“PAMPLONA 14 de mayo. —Continúa el diario de operaciones de Navarra.
Día 11. Se emprende la marcha por el camino real que conduce a Estella sin obstáculo alguno en lo menos una legua de camino, pero al dar vista a las alturas que dominan a los pueblos Luquin, Barbarin y Arroniz, se inclinan a la derecha de la carretera nuestras fuerzas por distintos lados, y se rompe el fuego contra los enemigos que estaban posesionados de formidables posiciones doblemente defendidas por grandes zanjas y parapetos hechos ya de antemano; las compañías de cazadores de la Princesa desplegadas en guerrilla con sus batallones a retaguardia, despreciando un continuado y mortífero fuego, y con el mayor valor y decisión van echando a los enemigos de sus posiciones, el batallón de Sigüenza en columna cerrada y con el mejor orden va cubriendo la izquierda de la Princesa; parte de la caballería con la artillería española e inglesa continúan por la carretera, desde la que se hacen con bastante acierto algunos disparos de cañón contra las masas contrarias; y las restantes fuerzas de la división siguen igual movimiento por la derecha en dirección de los cerros dominantes a Arroniz, hácese por último el fuego general por ambas partes en toda la extensa línea de guerrillas; quieren los facciosos con tenacidad sostener las elevadas posiciones que creen inaccesibles, y nuestros cazadores aunque sufriendo bastante pérdida, logran por fin irlos arrojando sucesivamente de parapeto en parapeto con la protección de los batallones que con banderas desplegadas y en columna cerrada, cerros arriba, en terreno bastante quebrado y desigual , seguían la retaguardia entusiasmados con las marchas patrióticas que entonaban las músicas, mezclado con los ecos repetidos del estruendo del cañón y tanto disparo de fusil.
Convencidos ya los enemigos del valor inimitable que acompaña a nuestros bravos soldados y de la derrota que iban sufriendo, hacen el último esfuerzo de resistencia en Barbarin y sus alturas, al mismo tiempo que observando ellos que toda nuestra artillería estaba solo acompañada en la izquierda por una parte de caballería, con cuatro escuadrones que tenían ocultos bajó a Villamayor o sea de la altura de Monjardín, tratan de apoderarse de ella a toda costa ; dan una carga brusca sobre parte del escuadrón de flanqueadores 8.° ligeros; e hizo a estos retroceder y los lanceros de la Guardia supieron mejor hacerles conocer su maestría en el arma que manejaban sin embargo, no fue suficiente a hacerles desistir de su intento; algunos enemigos se batieron con valor, y llegó ya el caso de echarse sobre las piezas, y aun creo de desmontarse algunos artilleros para huir, mas observado esto al mismo tiempo por el provincial de Sigüenza, que aunque algo distante era el que estaba más inmediato por aquel lado, contramarcha, y armando bayoneta, sin descomponer su formación de columna se fue a la carrera con el mayor arrojo sobre los escuadrones enemigos; con cuya decisión y hacerles una descarga a quema ropa, se evitó cayese en sus manos la artillería, poniéndoles en precipitada fuga, pagando su temeridad con algunos soldados y caballos que dejaron muertos, verdad es que algunos de los nuestros sufrieron desgracias por la misma descarga, pero fue preciso que así se hiciese para lograr salvar las piezas: a este tiempo ya nuestras restantes fuerzas habíanse hecho dueñas de Arroniz, Luquin y Barbarin, cogiendo en este último una compañía enemiga que se había sostenido dentro de una casa, entregándose por capitulación de que se les conservase la vida. (…) Concluida la acción el general León dio las gracias al batallón de Sigüenza por haber salvado la artillería de las garras de los contrarios, que apresada que hubiera sido por ellos pudiera haberse tenido por perdida la acción para los nuestros. Aquella noche todas nuestras tropas quedaron acampadas en las mismas alturas, y los heridos, la artillería, bagaje y caballería pernoctaron en Arroniz.”
Aunque el relato es bastante fidedigno, la acción debió ser aún más heroica, pues en la hoja de servicios del Cor. Michel encontramos lo siguiente:
“El 10 y 11 del mismo expedicionó a la Solana y atacó el punto fuerte de Arroniz, Bani y Azqueta en cuyo pueblo cargó a la bayoneta con su cuerpo a cuatro escuadrones batiéndose en todas direcciones y rescatando al Coronel de Caballería Lemeriq que herido con otros oficiales se hallaba en poder de los enemigos, por cuyo hecho de armas le concedió sobre el campo de Batalla el Excmo. Sr. Diego León la corbata de San Fernando a la bandera del Regimiento.”
Quien haya sido soldado de infantería, no podrá reprimir un escalofrío al imaginar la escena: un solo batallón cargando a la bayoneta contra cuatro escuadrones enemigos, que acaban de poner en fuga a la caballería propia capturando a su coronel, consigue frenarlos y a base de descargas cerradas, los pone en fuga. Se trata sin duda de una hazaña extraordinaria, como así reconoció el general León condecorando a toda la unidad y de forma especial a su jefe, coronel Manuel Michel Rivero. La historia de este oficial, veterano de la guerra de independencia, prisionero de guerra por dos veces y tres veces laureado, daría para una buena película, pero habrá que dejarla para otra ocasión.
Banda de la Orden de San Fernando del general Blake
Y sin embargo, estos hechos heroicos no serían más que el broche final de la historia de nuestro regimiento, pues tan solo dos años después cambiaría su nombre por el de Guadalajara, abandonando la ciudad del Doncel con destino a la capital provincial. El cambio de nombre obligó a cambiar la bandera, quedando la antigua depositada en la catedral, donde siempre se había custodiado y donde aún hoy atestigua las hazañas casi olvidadas del Provincial. Sirvan estas letras para honrar a aquellos seguntinos que no quisieron servir a otra Bandera, ni andar otro camino y por eso como valientes lucharon y como héroes murieron.
Fernando Manrique Montojo