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El mejor mago de España fue el doctor Eugenio de Torralba y aunque Menéndez y Pelayo diga que nació en Cuenca, lo más seguro es que naciera en Deza, entonces diócesis de Sigüenza,  alrededor de 1480, de una familia de cristianos viejos, sin que sepamos donde y cuando murió.

Marchó muy joven a Italia y a comienzos del s. XVI estudió en Roma Filosofía y Medicina siendo protegido por Francesco Soderini, obispo de Volterra y luego cardenal en 1503. Parece que fue un médico conocido y de calidad.

También en Roma empezó a interesarse por las ciencias ocultas, la astrología y la nigromancia. Conoció la obra de Pico della Mirandola. Pero luego ya casi la totalidad de lo que sabemos procede del proceso de la Inquisición contra él.

Había conocido en Roma a un cierto Alfonso, un judío que se había hecho mahometano, luego cristiano y por último secuaz de la religión natural; también en Roma conoció a fray Pedro, un dominico que le puso en contacto con un espíritu, Zequiel, comenzando así una larga relación caracterizada por una serie de previsiones, viajes y noticias inmediatas.
Por eso dio inmediatamente noticias de la derrota de los Gelves en África, con la muerte de García de Toledo, hijo del duque de Alba, luchando contra los moros en 1510 o el anuncio al cardenal de Volterra de la muerte de Fernando el Católico el mismo día en que murió. Zequiel comunicó a Torralba que si el amigo Pedro Margano salía de Roma en esa jornada perdería la vida y no habiendo logrado avisarle, al día siguiente pareció su cadáver descuartizado. Y también anunció el final trágico del cardenal de Sena ajusticiado en 1517 por orden de León X.

Deseaba Torralba ver a su amigo Tomás Becara, que estaba en Venecia, y Zequiel lo llevó y lo volvió a Roma sin que nadie lo echara de menos por el viaje. El 5 de mayo de 1527 le comunicó Zequiel que, a la mañana siguiente, las tropas de Carlos V tomarían Roma y eso suscitó la curiosidad de Torralba que quiso ver tan importante suceso. A las once de la noche salieron ambos a pasear fuera de Valladolid y apenas fuera de la ciudad Zequiel dio a Torralba un bastón lleno de nudos diciéndole que lo cogiera, cerrara los ojos y no lo soltara para que no pasara nada malo. Al cabo de un tiempo se encontró en Tor di Nona, en la ribera del Tíber, tocando en ese momento el reloj del castillo de Sant’Angelo las doce de la noche, de manera que de Valladolid a Roma tardaron lo que tardaron, o sea nada, y se pusieron a pasear por la ciudad, viendo al día siguiente la muerte del condestable de Francia, Carlos de Borbón, y al Papa encerrarse en el castillo con todo lo ocurrido en día tan memorable y volviendo a Valladolid por la tarde.

Habló de todo ello el doctor Torralba en Valladolid y su fama creció más todavía como brujo, hechicero y mago. Más tarde se vio denunciado a la Inquisición por don Diego de Zúñiga con quien había tenido alguna experiencia ocultista en Piamonte y en Barcelona. Fue procesado por la Inquisición de Cuenca de 1527 a 1531, permaneciendo cuatro años en la cárcel y salió en el auto de fe del 6 de marzo de 1531, tras un trienio de cárcel. Ahorro al lector el curso del proceso y el gran problema de si Zaquiel era un espíritu bueno o malo y las diversas declaraciones de Torralba según las circunstancias.

Fue condenado y penitenciado pero no mucho tiempo después el Inquisidor general le puso en libertad, perdiéndose desde entonces toda traza histórica del doctor Torralba.
Sin embargo permaneció en la memoria un personaje tan curioso a través de la literatura, en primer lugar como personaje en el Carlo Famoso (Valencia 1566) de Luis Zapata de Chaves, un poema épico sobre la historia y vida de Carlos V en 20.000 versos y 50 cantos, donde Torralba aparece como testigo sobrevolando los campos de batalla a lomos de un caballo aéreo. Aparece nuestro mago en los cantos 28, 30, 31 y 32, pero si no lo leen es mejor: curiosidad sí pero con aburrimiento garantizado. Luego se acordó de él Cervantes en el cap. XLI de la segunda parte del Quijote y en el siglo después Juan Antonio Llorente en la Historia Crítica de la Inquisición de España.

En el siglo XIX Ramón de Campoamor le dedicó un poema titulado precisamente El licenciado Torralba y Domingo Miras en el XX su obra teatral El Doctor Torralba.
También habló de él Julio Caro Baroja en La Magia en Castilla en los siglos XVI-XVII.

Pedro A. Olea