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La singularidad y belleza del paisaje de las Salinas de Imón y La Olmeda y la historia humana que se fue tejiendo a su alrededor, son un testimonio importante de la herencia cultural que dejaron en su emplazamiento: el Valle del rio Salado, en la Sierra Norte de la provincia de Guadalajara, en una amplia comarca con una topografía abrupta en la que encontramos un gran número de recursos naturales, histórico-artísticos y etnológicos, que son objeto de constante estudio desde diversas disciplinas científicas.

La riqueza salinera del Valle del Río Salado ha sido aprovechada a lo largo de la historia. La obtención de la sal se convirtió pronto en el medio de vida de numerosas familias y los almacenes salineros en foco de atracción de mano de obra. Su historia se fue transmitiendo de generación en generación, por medio oral y a través de documentos que fueron  tramando un legado cultural que hoy es fundamental para conocer y valorar su historia que es la historia del mundo rural.

Una parte substancial del legado documental de las salinas se conserva en  el archivo  catedralicio y en el municipal de Sigüenza. Desde el siglo XII existen documentos  sobre la sal que guardan relación con la comarca y el señorío episcopal en el archivo de la catedral y fueron recogidos en la magna obra del obispo Minguella Historia de la diócesis de Sigüenza y sus obispos (1910). En el Archivo municipal también  se conserva información, principalmente en las actas municipales, donde hemos encontrado algún indicio de la vida cotidiana en torno al mundo salinero, como es el caso de una reclamación que realizan en el  año 1823 los habitantes de Bujalcayado quienes, después de tres meses trabajando en la fábrica de sales, sin recibir su salario, deciden no esperar más y, agobiados por la presión fiscal, acuden al intendente de la provincia a solicitar que no se les cobre la contribución hasta que la empresa salinera les abone el dinero correspondiente a los meses trabajados en la salina de La Olmeda, porque ellos no disponen de recursos económicos para hacer frente al pago de impuestos si antes no reciben sus salarios, que son tan modestos que apenas les alcanzan para mantener a sus familias.

Otra fuente de interés por la información que proporciona, la constituye el Catastro de Ensenada. Fue el primer recuento serio de población con carácter fiscal que se hizo en España, llevado a cabo por un equipo de personas desplazadas por los pueblos, tomando notas de cuanto veían: datos de personas, de sus familias, sus oficios y propiedades (casas y tierras). Entre su labor estuvo la elaboración de las Respuestas generales, un interrogatorio de 40 preguntas en las que se solicitaba información detallada sobre la propiedad individual de cada habitante. En la 17 pregunta indagaban sobre si “...hay algunas minas, salinas, molinos harineros o de papel … distinguiendo de que metales y de que uso, explicando sus dueños, lo que se regula y produce cada uno de utilidad al año”.

En el año 2006 el Archivo municipal amplió su fondo al recibir el gran legado del Archivo de las Salinas de Imón y la Olmeda, que fue depositado por uno de sus últimos propietarios. Un archivo histórico que guarda 120 años de historia económica de la sal y las salinas de la comarca del Valle del río Salado, que podemos reconstruir a través de la correspondencia y los diferentes libros de contabilidad, ventas, balances, cuentas de caudales y sales, documentos de caja y bancos, etc.

La documentación  relacionada con actividades de producción o distribución de bienes estaba ligada a las familias que los poseían, por eso no es de extrañar la cercanía, amistad o familiaridad que se observa en el contenido de algunas cartas que forman la serie de la Correspondencia entre la administración auxiliar de las Salinas en La Olmeda y la administración central en Sigüenza, cuya información nos permite reconstruir la vida cotidiana en las salinas: el mantenimiento y reparaciones de sus edificios, los jornales de los empleados, la adquisición de los animales de tiro, los accidentes de los carros, los problemas que surgían en las entregas de los pedidos de sal y los temores ante un posible contagio en los años de las epidemias que impedían el paso de los carros al interior de las salinas. Antes de expedir las cartas a su destino, el administrador copiaba el texto íntegro o rellenaba un resguardo informativo en los libros copiadores de cartas de la administración de las salinas de Imón y la Olmeda.

Toda la organización comercial de la empresa, desde el encargo del cliente  hasta la entrega en destino, pasando por el pesaje y envasado, puede seguirse a través de una serie de libros donde quedaban anotadas las operaciones. Las ventas que se realizaban en la misma fábrica quedaban registradas en los Talones de  remesas y ventas a pie de fábrica. Las relaciones de sal entregadas a los carros de contrata y a particulares por orden de la oficina central de Sigüenza o de la oficina ubicada en cada una de las dos salinas, se anotaban en las Relaciones de sal entregadas a los carros de contrata y ventas, donde además  anotaban las cantidades de cada tipo de sal, sus precios, nombres de los clientes, medios de transporte utilizados...

En el Resumen de ventas realizadas al contado y crédito quedaban registrados los diferentes tipos de sal existentes (blanca común, morena, espuma, espuma molida y molida corriente), así como los precios que variaban en función de la calidad, si se pagaba al contado o a plazos… Todo quedaba anotado antes de dar la orden de salida. Desde Sigüenza salían vagones de sal con destino a Valladolid, Segovia, Granada, León… donde los agentes comerciales distribuían sacos de sal grano y sal molida.

En el Libro diario de los propietarios de las Salinas de Imón y la Olmeda.se anotaban los gastos ocasionados por los análisis químicos de las sales, por la compra de las salinas en subasta pública. Los gastos ocasionados por la compra y traslado a Imón de mulas de norias: paja, cebada; compra de un caballo, tartana, funda y arreos; gastos del personal de las salinas: asignaciones; gastos de elaboración de la sal y reparaciones de instalaciones: limpieza de recocederos y calentador de la noria mayor, albercas... Los carreteros de contrata y camionetas conducían la sal hasta el punto de destino y en la Guía para la circulación de la sal común, indicaban el emplazamiento del almacén, de la salina, la propiedad y los datos de expedición: fecha y hora, peso, procedencia y destino, destinatario, tipo de transporte…

Además del estudio de las salinas de Imón y la Olmeda, el archivo nos permite conocer la historia de la sal y las salinas españolas en el siglo XX, a través de  varias carpetas con información sobre la Asociación de salineros de España, sobre el impuesto minero, el impuesto de la sal común, la legislación promulgada sobre la explotación y comercialización de la sal y sobre la situación económica del sector salinero en el primer tercio del siglo XX. Constituyéndose en una fuente  de indudable interés para estudios económicos y fiscales.

Amparo Donderis
Archivo Municipal de Sigüenza

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