El 22 de mayo del año 1606 fallecía en el Monasterio de El Escorial fray José de Sigüenza. Fue y sigue siendo el hijo más ilustre de la ciudad a la que rinde homenaje con su apellido, adoptado al tomar los votos de la orden de san Jerónimo.
La ciudad de Sigüenza, sin embargo, no dedica ni un solo día al año a recordar a quien ha sido considerado como una de las cimas de la literatura del Siglo de Oro Español, algo incomprensible para una ciudad que aspira a ser Patrimonio Mundial de la UNESCO. Con más pena que gloria se le recordó al cumplirse los 400 años de su fallecimiento, sí, hoy la biblioteca pública lleva su nombre, también una calle. Y con apenas gloria se celebró el 475 aniversario de su nacimiento, sólo la Fundación Martínez Gómez Gordo en sus XLV Jornadas de Estudios Seguntinos tuvo a bien presentar la publicación sobre su vida y obra que realizó quien firma este escrito.
Decía Felipe II:
“Los que vienen a visitar esta maravilla del mundo, que es el Monasterio de El Escorial, no ven lo principal que hay en ella si no ven a fray Ioseph de Sigüença; y según lo que merece, durará más su fama que el mismo edificio, aunque este tiene tantas circunstancias de perpetuidad y firmeza”.
Parafraseando a Felipe II podemos decir que hay muchos seguntinos que no han visto ni conocen lo principal que hay en su ciudad, igualmente muchos turistas se marchan de ella sin saber nada de su principal maravilla. Cierto es que muchos guías turísticos si hablan de este gran humanista a nuestros visitantes.
Nos queda el consuelo de saber que en muchos lugares del mundo no se le olvida, se publican estudios y tesis sobre sus obras, Estados Unidos, Alemania, Francia, Holanda, Argentina, México, etc., etc… La Universidad de Huelva, en una labor encomiable, ha publicado varias de sus obras, inéditas, y la Universidad de Córdoba estudia su obra poética en cuarto curso de Filología Hispánica.
Pues sí, en esta ciudad milenaria nació este estilista incomparable de la lengua, el más perfecto de los prosistas españoles después de Juan de Valdés y de Cervantes (Menéndez y Pelayo), uno de los más grandes escritores con que cuenta España (Unamuno), su prosa tiene un estilo impresionante (Ben Rekers), uno de los primeros críticos de arte de la España Moderna (Suárez Miramón). Analizó con gran acierto la obra pictórica de El Bosco, hoy todos los críticos de arte siguen su interpretación de cuadros tan complejos como impresionantes, véanse los comentarios que sobre ello hace el sabio historiador de El Escorial y nada será necesario añadir para defender al gran artista de Bois-le-Duc (J.V.L. Brans).
En este día me gustaría recordar la traducción que se hizo al inglés de su primera obra: “Vida de san Jerónimo. Doctor de la Santa Iglesia”. Publicada en el año 1595.
Esta obra fue traducida al inglés en el año 1907 por Mariana de Nautet Monteiro. Es curioso que la traductora dedique su trabajo a Santa Teresa de Jesús en agradecimiento por las muchas gracias y favores obtenidos por intermediación de la santa. Digo curioso porque Teresa de Jesús no fue monja de la devoción del padre Sigüenza, “esa monja corredora”, la llamaba. Hay una anécdota muy graciosa entre Felipe II, Teresa de Jesús y fray José de Sigüenza en el monasterio de El Escorial.
Nos dice Mariana en el prólogo a su traducción:
“El padre Sigüenza es justamente considerado como uno de los primeros escritores clásicos castellanos, y bajo su brillante pluma, la rica y armoniosa lengua castellana, se ha prestado grandiosamente a desarrollar las ideas del ilustre sabio…
Escrita por un monje universalmente considerado como uno de los más brillantes escritores clásicos de España, por pureza de estilo y grandeza de dicción…
"Esta vida de san Jerónimo es una obra maestra en más de un sentido, y en nuestra época, cuando todos escriben, y la mayor parte lo hace con ligereza, creo que los padres Jerónimos han hecho un gran servicio a la ciencia y a las letras al reimprimir a costa de ellos su magna obra. Obra buscada desde hace mucho tiempo por todos los amantes de las letras en España…”
Aunque Tu Patria, así la llamas en tus escritos, siga olvidándote e ignorándote, hoy recuerdo aquellos días del año 1565 cuando con tu amigo Antón Mayor, fardel al hombro, partisteis camino de Játiva para embarcar en las naves de Álvaro de Bazán e ir en auxilio de Malta, sitiada por una poderosa flota turca. La providencia quiso que las naves zarparan rumbo a Barcelona el día anterior a vuestra llegada.
José de Espinosa, la lección que sacaste de tu aventura nos alegra a todos, lo tuyo no eran las armas sino las letras, aunque te trajiste de recuerdo una grave enfermedad, esas calenturas cuartanas, fiebres de origen palúdico, a causa de comer fruta en mal estado.
Varios meses estuviste convaleciente en Sigüenza y, no sabemos por qué, no te presentaste a las pruebas para obtener tu licenciatura en los estudios de Teología. ¿Falta de recursos económicos para pagar el canon? Quizá pesó más tu decisión de tomar el hábito Jerónimo. A tus 22 años, en 1566, dejaste Sigüenza, mucho fue lo que aprendiste en su Colegio y Universidad y mucho es lo que has dado a España, aunque Tu Patria siga no queriendo dedicar ni un solo día al año a tu recuerdo. Como dice don Juan José Asenjo: “Merecedor de una mayor estima en la ciudad que le vio nacer”.
Regresarías varias veces a tu ciudad, durante dos años y medio enseñaste Artes y Teología en el Colegio San Antonio de Portaceli, en esta estancia fue cuando falleció tu padre, Asensio Martínez. Hoy se han publicado muchas de tus obras que quedaron archivadas en el Monasterio de El Escorial, como tu Juego de los Colores, pieza teatral para entretenimiento de la Corte.
Entre los muchos elogios que han dedicado los estudios a tu obra termino recordando las palabras de don Miguel de Unamuno: “Uno de los más grandes escritores con que cuenta España y en él, respecto de la lengua, no se puede decir que haya quien le supere”.
Antonio Nicolás Ochaíta
Autor del libro: “Vida y obra de fray José de Sigüenza”