Estamos en Diciembre y dentro de unos días tendremos una fecha importante. Sera el día 16, sí unos días antes de Navidad, pero nadie les ha invitado a recordarlo, como hago yo ahora.
Pues sí, el 16 de Diciembre es un día importante, para recordar. En este día, hace quinientos años, el 16 de Diciembre de 1523, murió en Roma el cardenal don Bernardino López de Carvajal, obispo que había sido de Sigüenza, y que lo era de su natal Plasencia tras el acuerdo político que dejó paso a don Fadrique de Portugal en nuestro obispado, después de los gravísimos problemas entre algunos cardenales y el papa Julio II, en el que ellos no debían carecer de razón si luego el sucesor, León X, lo resolvió en poquísimo tiempo.
Nuestra diócesis y nuestra ciudad siempre ha considerado al cardenal Mendoza como el obispo más importante. Efectivamente Mendoza lo fue, y lo fue a nivel nacional, por su relación con los Reyes Católicos. Pero el cardenal Carvajal fue importante a nivel europeo, incluso podría decir mundial.
Carvajal tuvo importancia en la política de varios Papas, tuvo importancia en Roma, pero también en el resto de Europa, si tenemos en cuenta su relación con el emperador Maximiliano I, a cuyo nieto Carlos, el futuro emperador, dio el sacramento de la confirmación en Malines (Bélgica), o también su relación con el rey de Francia que lo apoyó en su lucha contra Julio II. Y lo mismo podemos de decir del continente americano dado su protagonismo en la dilucidación de las zonas de influencia de Castilla y Portugal
El papa Adriano VI, fue un gran colaborador de Carlos V, quien recibió el sacramento de la confirmación en Malines, siendo niño, por obra de don Bernardino; posteriormente Adriano VI fue recibido en Roma, tras abandonar España, donde había recibido la noticia de su elección, y a su llegada a Roma fue recibido por el cardenal Carvajal que era el decano del Sagrado colegio cardenalicio y que le dedicó un bonito discurso en la Basílica de S. Pablo Extramuros, donde desembarcó el nuevo pontífice.
Almeno que no visitara Sigüenza en su juventud, en la diócesis no puso pie, aunque dejó recuerdos de su gobernación que tuvo. El más importante es el claustro de la catedral, un claustro bello y majestuoso, todavía de estilo gótico, pero en el que encontramos la llamada Puerta del Jaspe, un elegantísimo diseño del primer renacimiento castellano, que en el lado del transepto de la catedral ha sido ulteriormente decorado para hacerle pertenecer al conjunto plateresco de Santa Librada.
Don Bernardino se ocupó también de dar la mayor solemnidad al culto de la catedral y eso través de la música y del canto y por ello conservamos, en mejor o peor estado, un serie de bellísimos cantorales donde encontramos su armas tanto en la encuadernación como en el texto.
No tuvo que resultar fácil encontrar unos pergaminos de ese tamaño, pues eran unos libros con música colocados en los facistoles del coro, que los presentes habían de ver y seguir a cierta distancia; de ahí sus dimensiones y el hecho de que estuvieran dotados de unas ruedecillas para su transporte; llevar ese peso requería y requiere gente de buena fuerza.
Estos cantorales fueron hechos a finales del siglo XV y comienzos del XVI y estuvieron y están decorados con unas deliciosas miniaturas multicolores, en las se ve el oro, que lo es de verdad.
Pero no todo va a ser belleza y de la misma manera que hoy hay burros, siempre los ha habido lo largo de la historia razón por la cual hoy vemos que habiendo sido abandonado su uso cotidiano, algo que favoreció mucho el uso de la inventada imprenta, gente sin escrúpulos culturales fueron recortando y llevándose muchas de esas miniaturas e incluso páginas enteras.
Por eso hoy hemos de cuidar mucho lo que nos queda de es fruto del interés cultural de nuestro cardenal Carvajal, promotor de su creación y uso para mayor esplendor de la alabanza a Dios en la catedral, en tiempos en que no les daba miedo el frío.
También en Roma cuidó su basílica de Santa Cruz, que ocupa espacios de la que fue residencia de la emperatriz santa Elena, por la cual había hecho tanto su predecesor, el cardenal Mendoza, por eso quien la visite puede fijarse en que todos y cada uno de los altares de las naves laterales tienen el escudo de don Bernardino, exactamente igual los que podemos contemplar en Sigüenza, donde se puede ver también en el edificio civil de la Plazuela de la Cárcel.
Por eso creo bueno mantener vivo el recuerdo de este gran prelado, quien por medio de otras personas se preocupó de la diócesis, que también se preocupó de él a través de las numerosas rentas que generaba. Fue ciertamente un importante protagonista en un período de tránsito del XV al XVI, y en el primer cuarto de este mismo siglo pues falleció el 16 de Diciembre de 1523. Había nacido en Plasencia el 8 de Septiembre de 1456.