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Problemas de higiene en la Sigüenza de 1917
El semanario "La Defensa" critica ciertas costumbres de la época

La Defensa, publicación autodefinida como Semanario Regional Independiente, se crea en mayo de 1917. Constaba de 4 página, la última dedicada a la publicidad. Estaba dirigida por el abogado Eduardo Olmedillas. Duró hasta julio de 1936. Competidor de El Henares, el semanario católico seguntino, nació con una ideología liberal avanzada. Se caracterizaba por su crítica a las instituciones de la ciudad. En el nº de 4, fechado el 18 de junio de 1917 su director Eduardo Olmedillas se refiere a ciertas costumbres seguntinas:
“Dice el adagio, que la ropa sucia debe lavarse en casa. Aquí es al revés; porque se lava en las Fuentes; y así observarán los vecinos, que las de los Cuatro Caños y Humilladero principalmente, son las sucursales más acreditadas y concurridas de los lavaderos públicos”.
Haciendo un juego de palabras se pregunta por la razón de la disminución de la colonia veraniega en Sigüenza:
¿Saben ustedes, por qué este año disminuye la colonia veraniega?... Pues... porque se va a pasear a la Fuente del Abanico, encuentra a dos varas de la misma, un muladar de lo más hermoso en su género; y, si sale por los Arcos, tiene que andar en zancos hasta salir de ese trozo. Suponemos, que con esta advertencia, se ordenará, inmediatamente, lo que ya ha debido ordenarse, sin excitación de nadie; porque con los olorcillos que despiden esas porquerías ¡no hay colonia posible!...”
Manuel A. Palacios en el nº 5 del 25 de junio escribe un suelto titulado “Limpieza e higiene”, tras ponderar las condiciones inmejorables para la higiene de la geografía y del clima de Sigüenza, pasa a criticar ciertas costumbres de la época.
“por muy sano que sea nuestro pueblo deja de serlo si no se evita de una vez para siempre que las calles de los barrios altos y algunos de los bajos sea vertedero de todo lo que sobra y estorba, como aguas sucias y basuras, pues las putrefacciones que a causa de esto tienen lugar, vician el aire y facilitan el desarrollo de ese insecto tan asqueroso y dañino; la mosca capaz de difundir por todas partes gérmenes patógenos productores de multitud de enfermedades”.
Seguidamente pasa a señalar los problemas que ocasionan las caballerías a su paso por las calles
“También ocurre y esto no es en los barrios altos sino en las calles más céntricas, que todos los días pero principalmente los de mercado, se hallan las calles materialmente regadas de excrementos de caballerías que se van depositando desde las primeras horas de la mañana y no se retiran hasta bien entrada la tarde o hasta el día siguiente; ¿qué ocurre con esto? Que el costante pasar de la gente desparrama estos excrementos y con poco calor que haga empieza la descomposión y además de despedir un olor nauseabundo, es francamente antihigiénico”.
Tras la crítica viene el consejo de lo que se debe hacer
“La basura se debe retirar de la calle inmediatamente, lo uno por la estética y lo otro por la higiene, y un obrero del ayuntamiento con un cogedor y una escoba, dedicado exclusivamente a ir recogiendo los excrementos según se van depositando, lo veríamos todos muy bien”.
Otro comentario sobre la higiene de la ciudad de fecha 1 de octubre del mismo año lo firma un tal M. Corrales. Se titula “Ornato e higiene” y empieza haciendo alusión a estas dos palabras:
“Dos palabras que están en el diccionario y que en Sigüenza, por lo visto, maldita la falta que hacen. No hay más que echar la vista por esas calles de Dios y salta a los ojos su utilidad”.
También critica el estado en que se encuentra el pavimento de las calles:
“¿Aceras? En mala hora se encargó el Municipio de su renovación, porque se encuentra en tan lastimoso estado que son un serio peligro para el transeúnte”.
Los canalones también son objeto de acerbas críticas:
“Como el Ayuntamiento no se cuidó de que los canalones (donde los hay) vertieran fuera de ellas, el agua de los canales ha ido abriendo tales surcos que más parecen campos de labor que paso para los ciudadanos”.
Alude a continuación a la falta de higiene tanto en las casas como en las calles.
“¿Y la higiene pública? La tercera parte por lo menos de las casas carece de ciertos gabinetes de urgencia y sus moradores tienen que aprovechar para sus menesteres las cuadras, los corrales o la vía pública. Y ahí están algunas calles bien céntricas que, como el paseo de la Alameda y la célebre Puerta del Sol se hallan ceñidas de plantas exóticas y no bien olientes.
A bien que aún les queda a los seguntinos la Raposera que debe declararse retrete comunal. Y no hay rincón ni esquina que no ostente ciertas muestras de incontinencia. Hasta la Puerta del Mercado de la Catedral se destina a tales usos; y escusado es decir que no es agua de Colonia lo que mancha el suelo. Y con esto por esos sitios, y el riego de las macetas, y el ¡agua va! sino es otra cosa mayor lo que arrojan algunas veces por las ventanas, va el transeúnte mirando a abajo y esperando de arriba”.
Para terminar el cronista se pregunta de la receta para solucionar estas cuestiones:
“¿No tiene el mal remedio? Pues no ha de tenerlo. [... ] Con que se obligue a los propietarios a tener sus casas en estado de habitabilidad, a revocar sus fachadas, a poner canalones que viertan las aguas fuera de la acera y a todos los seguntinos a cumplir los deberes higiénicos pero colocando para ello en los sitios convenientes, columnas mingitorias y al que contravenga a estos deberes de higiene y pulcritud, se le imponga una multa que sin distingos ni perdones se cobre y veremos cómo eso no es obra de romanos”.

Diego Moreno / José Mª Cañadas

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