CINCO ESQUINAS
Mario Vargas Llosa
Ed. Alfaguara
El último Premio Nobel de habla española, ochentón reciente, parece dispuesto a continuar en primera línea, y no sólo escribiendo. Dejando aparte algunas suertes de su personalidad, más propias de otras páginas, continúa al pie del cañón cosechando un reconocimiento muy merecido por los lectores. Sus colaboraciones en un famoso periódico de tirada nacional son oportunas no exentas de un compromiso moral, además de hacer disfrutar al lector de la prosa que le caracteriza, siempre brillante y lujosa. Y si bien es cierto que el Vargas más excelso se encuentra en sus primeros años (aquellas maravillas de Conversaciones en la Catedral, La Ciudad y los Perros o Pantaleón y las visitadoras), bien acompañadas de otra serie posterior (La guerra del fin del mundo, La fiesta del Chivo, Los cuadernos de Don Rigoberto), tampoco desmerecen sus últimas creaciones, en un general tono menor, pero siempre impregnadas por ese suave tono de captación de lo histórico. Ahora publica Cinco esquinas, novela en que plantea un fondo de comedia erótica que le sirve para ajustar cuentas con la dictadura de Fujimori en Perú. El ingeniero de ascendencia japonesa Alberto Fujimori dominó el estado peruano durante los noventa como un sátrapa, imponiendo un brutal sistema represivo, (para lo cual se sirvió del exmilitar Vladimiro Montesinos, dedicado tal labor con presteza y júbilo), al tiempo que aprovechó su mandato para engordar sus bolsillos debidamente, y sin el menor rubor. Vargas nos presenta a unos representantes poderosos de la casta dirigente peruana, ambiciosos y corruptos, aquella que aplaudió al dictador, que se ven poco más o menos que cocidos en su propio aceite por un desaprensivo representante de la prensa amarilla al servicio del régimen. Todos ellos representan la falsa e hipócrita moral que caracterizó aquellos tiempos al país andino, y nos muestran lacras tales como la intromisión del régimen en la vida privada, que pierde su derecho a la intimidad y su consistencia o bien el abuso de la intervención estatal so pretexto de un terrorismo brutal que debe ser exterminado (seguridad a cambio de libertad, este el falso argumento).
El libro se lee con facilidad, gracias a la prosa siempre rica del autor, y a la exposición de una historia ágil, sin decaimiento en su desarrollo, y a la variedad de personajes en su propio laberinto. No obstante, lo que más destaca del relato es el punto de comedia sobre el que descansa la narración, una relación erótica en la que se ven inmersos dos matrimonios amigos, acompañada de algunas pinceladas humorísticas. Tal vez hubiera sido deseable que este aspecto de la novela pasara a un segundo (o tercer plano), incidiendo en los aspectos críticos del sistema fujimoriano, tal y como Vargas se exhibió en La Fiesta del Chivo, implacable con la apestosa época de Trujillo en la República Dominicana. El tema daba para ello y en este aspecto, queda algo cojo.