Desde hace años Crítica se ha distinguido por el rigor y la calidad en sus ediciones de Historia. Y, desde luego, el centenario de la revolución comunista contra la Rusia zarista era un acontecimiento lo suficientemente señalado como para dejarlo al margen. Siguiendo esa estela de calidad nos ofrece ahora este breve análisis acerca de aquellos acontecimientos que marcaron el devenir del siglo XX. Julián Casanova, catedrático de historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, es un reputado conocedor de los asuntos y entresijos de nuestra época. Obras como La Iglesia de Franco o Europa contra Europa 1914-1945 reflejan la solidez de sus conocimientos. Casanova nos presenta un ensayo en que el análisis de las revoluciones (estima que hubo varias, simultáneas y superpuestas) bajo la premisa de que no hay explicaciones simples para los grandes acontecimientos, y la revolución soviética entra dentro de tales parámetros. ¿Cómo se puede explicar el brutal cambio que se produjo en apenas nueve meses de 1917, cambio que afectó a todas las esferas de la sociedad, economía, religión, política, cultura, etc. Sufrió Rusia prácticamente de la noche a la mañana un cambio absoluto que hizo a aun país irreconocible. El derrumbe de la monarquía llegó sin que nadie se diera cuenta (y obligado más por las presiones de los altos cargos, civiles y militares que por las masas levantiscas), y tras un vano intento de democratización al estilo occidental en una nación en plena guerra, una guerra no deseada por nadie, ni siquiera por la mayoría del ejército, una nación en que la agricultura se había ido al traste, con los obreros industriales reivindicando derechos, con las mujeres pidiendo pan, con un ejército cada día más inexistente, con algunas de las repúblicas del imperio reivindicando soberanía, pasó lo que tenía que pasar. El gobierno provisional con el príncipe Lvov y más tarde Kerenski al mando, fue incapaz de conectar con las reivindicaciones de un pueblo alzado y de firmar una paz en la guerra europea que todos reclamaban. Ello supuso su pena de muerte, y dio lugar a la toma del poder por los soviets. El zar dimite en febrero, y en octubre los soviets se alzan con el gobierno. Ahí es donde aparece la figura de Lenin, partidario de la toma rápida del poder por el partido bolchevique, frente al intento de control de otros grupos, como los mencheviques, los liberales, etc. Puesto a ello, lo consigue, y así se consolidó, en ese pequeño espacio de tiempo, el paso de la autocracia zarista trasnochada y agotada a la revolución comunista. Tendría que venir después la guerra civil, con la creación del Ejército Rojo y la consolidación de los bolcheviques en el poder, para que quedara en afianzado el nuevo régimen, que tuvo más de 70 años de existencia.El buen trabajo de Casanova profundiza en los antecedentes (no surge la revolución tan sólo por los bolcheviques), y ofrece una visión de los acontecimientos alejada de la tradicional visión de la sociedad española, por un lado sesgada por el franquismo y su herencia, y por otro mitificada en exceso por una izquierda que no hizo nunca un análisis crítico.
La hoja de parra
La venganza de los siervos. Julián Casanova. Editorial Crítica
- Flanagan