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El 31 de octubre de 2017 se cumplieron, según la tradición, quinientos años de la clavada en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittemberg (Alemania) de las 95 tesis contra las indulgencias y otras contingencias que tenía por costumbre por entonces la Iglesia Católica, por parte de un desconocido monje agustino, un tal Martin Luder. Acababa de nacer la Reforma Protestante y el Luteranismo. La efemérides, como no podía ser de otra forma, ha sido convenientemente celebrada en el mundo de la literatura con una serie de escritos y tratados que darían para aburrir al más pintado.

Entre tales creaciones han aparecido algunos textos dignos de lectura y estudio, como esta biografía de la catedrática de Oxford, la australiana Lyndal Roper, exhaustivo estudio sobre la figura y pensamiento del ahora famoso reformador. Y además brinda la oportunidad de conocer con profundidad una figura que, bien claro resulta, nos es prácticamente desconocida a los españoles, generalmente bautizados en el seno de la Iglesia Romana, y a quienes jamás se nos informó en nuestros estudios de la figura y alcance de su obra, corriendo un tupido velo sobre la reforma que impulsó y sus efectos en la Historia, al tiempo que denostándole y llenando de calificativos negativos a sus seguidores y prácticas religiosas o sociales; por lo menos hasta los últimos tiempos en los que parece haber llegado al Vaticano un aire de eclecticismo y acercamiento a los hermanos separados, aceptando lo bueno y válido que pueda haber entre ellos y su doctrina.

El libro estudia al fraile Lutero en toda su extensa personalidad, desde sus primeros años en Mansfield, en Sajonia, donde sus padres residieron. Perteneciente a una clase media (su padre rigió varias minas), estudió bachiller e ingresó en la Universidad de Erfurt para estudiar Derecho, carrera que abandonó para ingresar en la Orden Agustina. Hombre culto y apasionado lector (y traductor) de la Biblia, pronto se hizo profesor de Teología en Wittemberg. El malestar existente entre los feligreses por aquél entonces con los lujos del Vaticano, el afán recaudador de la Iglesia a través de bulas e indulgencias, el abuso de poder terrenal (con el consabido enfrentamiento a los poderes civiles) que venía ocurriendo desde hacía siglos, eran terreno abonado para que algún brillante pensador (Lutero lo era) pusiera, nunca mejor dicho, el grito en el cielo… y el público le siguiera, como era evidente que ocurriría; especialmente los Electores y Príncipes alemanes, que veían reforzado su papel dirigente, en contra de las injerencias eclesiásticas.

El resto es Historia pura y dura. Su doctrina (la fe como única vía de salvación), la contribución al capitalismo y la anulación del celibato, entre otros factores, son absolutamente vigentes y objetos de debate en todos los ámbitos, incluidos los católicos. La biografía, pues, resulta oportuna e interesante, digna de unos estudios, por supuesto lejos de los viejos prejuicios y con la idea de conocer lo que ha sido un enigma para muchas generaciones.

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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