En Medellín, Colombia, en 1987, es asesinado a balazos por unos pistoleros el 25 de agosto. Se trataba de Héctor Abad Gómez, médico en aquella ciudad y activista en pro de los derechos humanos, incansable luchador por la mejoría en las condiciones de vida de los más desfavorecidos y por la defensa de la libertad de pensamiento y de expresión. Y padre del autor de este libro, escritor y columnista en algunas destacadas publicaciones de aquél país. Héctor Abada Faciolince, nacido en 1958 en la misma ciudad en que fue acribillado su ascendiente, es autor de Asuntos de un hidalgo disoluto o Fragmentos del amor furtivo, publicados en España en la misma editorial que El olvido que seremos y bien acogidas en el mundo literario en nuestra lengua. El olvido que seremos parte de la idea de homenajear al padre asesinado y se transforma en un estudio de la familia acomodada de clase media dentro de la violenta sociedad colombiana de los últimos años y un retrato un tanto doloroso de esa sociedad llena de violencia y desigualdad y al tiempo entregada a la causa de la superación de todas aquellas lacras y transformarla en un mundo libre y democrático en que tengan cabida la nación completa sin exclusiones de ningún tipo.
Sin llegar a ser una hagiografía del infatigable luchador que absorbe la narración y la vida del autor y su familia, El olvido que seremos nos muestra de forma apasionada la personalidad del hombre que dedica su vida a las causas más nobles. El entorno familiar se convierte en el medio en que se desarrolla y se sustenta la existencia de los personajes, padre e hijo, que dan vida a este relato apasionante y complicado, tal y como viene a resultar la sociedad de aquella nación, tan conmovedora como compleja. Y el espíritu de esta historia lo conforma la especial relación de los dos actores de la escena. Como peculiaridad, el autor nos explica la rareza que supone su empadramiento: típico es encontrar la figura del niño o joven enmadrado por el exceso de afecto mostrado por la madre a alguna de sus criaturas, generalmente recíproco; pues bien, en este caso se expone una especial relación en que cambia el protagonista o actor principal: es el padre quien muestra devoción absoluta por el único descendiente varón en una familia con seis vástagos, devoción que le es devuelta con mimo especial por el hijo, y que este transmite página a página en exaltación y reconocimiento de la figura paterna. Y se hace patente la evidencia de lo difícil que resulta sobrevivir en una sociedad como la colombiana de aquellos días, polarizada y violenta, alejada de los principios de libertad y justicia social, pacata y reaccionaria, que por desgracia recuerdan tiempos pasados no muy lejanos en nuestra nación.