El 11 de febrero celebramos el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia y, con ocasión de esta celebración, aprovechamos para hablar de las mujeres STEM. Recordemos que STEM es el acrónimo en inglés de science, technology, engineering y mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
En el artículo anterior ya comentamos que, según el informe “El futuro del trabajo” del Consejo Económico y Social de España (CES), mientras que la diferencia entre hombres y mujeres que acaban los estudios universitarios ha disminuido mucho, la diferencia de género entre personas que realizan estudios de disciplinas STEM sigue siendo demasiado amplia, habiendo una mujer de cada cuatro estudiantes en estas carreras universitarias. Teniendo en cuenta que las profesiones del futuro están relacionadas con estas disciplinas, el que las mujeres se queden fuera implica un futuro en que sus oportunidades profesionales, y por tanto su desarrollo personal y su calidad de vida, van a ser más precarias. Esto quiere decir que estamos desarrollando una sociedad en la que se va a perpetuar la desigualdad entre hombres y mujeres, la discriminación y la precariedad para las mujeres. Y esto es grave, muy grave.
Recordemos una vez más que el feminismo se basa en la defensa de los derechos humanos, la justicia y la igualdad. Pero recordemos también que hay mucha gente que no es feminista y que le da igual que las mujeres estemos en demasiados ámbitos en condiciones de inferioridad o que incluso les parece bien. Vaya, pues tengo malas noticias para esa gente: la desigualdad entre hombres y mujeres es algo que perjudica a la sociedad al completo. A las personas de los entornos rurales nos puede ser muy fácil entenderlo porque la falta de oportunidades para las mujeres y su migración a las ciudades es una de las grandes causas de la despoblación ya que, como ya sabemos, hoy día, quienes fijan población son las mujeres.
El informe “El futuro del trabajo” también constata que la feminización de la emigración de la población altamente cualificada (suceso también llamado “fuga de cerebros”) es un fenómeno en ascenso. Dicho de otro modo: las mujeres en ámbitos STEM son pocas y, las que hay, salen despavoridas a lugares donde las traten mejor en cuanto tienen oportunidad. Creo que es claro que la fuga de talento es algo que nos perjudica a todos y a todas.
En este mismo sentido, en el informe emblemático de la UNESCO “Descifrar las claves: la educación de las mujeres y las niñas en materia de STEM” elaborado en el Simposio internacional y Foro de políticas de la UNESCO (Bangkok, 2017), en el que se estableció como imperativo la inclusión de las mujeres y las niñas en las carreras en el ámbito de las STEM, se dice:
“Desde una perspectiva científica, la inclusión de mujeres promueve la excelencia científica e impulsa la calidad de los resultados de STEM, puesto que las distintas perspectivas agregan creatividad, reducen los sesgos potenciales y promueven conocimientos y soluciones más sólidas. Las mujeres ya han demostrado sus habilidades en las disciplinas STEM, han contribuido, por ejemplo, a los avances en la prevención del cólera y del cáncer, ampliado la comprensión del desarrollo cerebral y las células madre y otros descubrimientos. Maximizar el rol catalítico de STEM exige extraer el talento disponible para promover la excelencia, y dejar fuera a las mujeres, es una pérdida para todos.”
¿Y qué hacemos para solucionarlo? La UNESCO, en su informe, propone intervenciones en 4 niveles: individual, familia y pares, escuela y social.
Entre las medidas concretas que propone están: el apoyo a las niñas para creer en sus aptitudes; desarrollo de habilidades espaciales y numéricas; facilitar referentes femeninos; promover el diálogo padres, madres e hijas; desarrollar la capacidad docente; ambiente de aprendizaje inclusivo; planes de estudio STEM; orientación profesional con perspectiva de género; etc.
Tenemos muchas oportunidades de solucionar este grave problema.