“Aire del regañón, ni agua, ni sol”.
Este es un refrán que cuando me lo decía mi padre, yo solía mirar hacia el Regañón, pero no hacia la dirección de esos vientos, sino hacia donde se ubica el manantial que da nombre a un arroyo en el término de Moratilla de Henares.
Consultando los libros de Relaciones de Eclesiásticos del Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) en el Archivo Histórico de Guadalajara, presté atención a un presbítero de la catedral de Sigüenza que utilizaba los aires para delimitar las lindes de sus parcelas, y que paso a describir algunos datos que se recogían en el documento.
Don Gabriel Asenjo Pardo, presbítero de esta ciudad de Sigüenza y beneficiado en la parroquia de Almaluez, declaro y certifico hallarme en edad de 60 años poco más o menos, vivo de alquiler en una casa de la obra y fabrica de esta iglesia catedral sita en la plaza de esta dicha ciudad, pago de renta anual por ella veintiséis ducados de vellón, y tengo en ella para mi asistencia una criada de la Villa de Arcos llamada Cathalina Gutiérrez de 18 años, otra de la Villa de Mirabueno, llamada Vitoria de Andres de la edad de 18 años y un criado del lugar de Narros que se llama Joseph de la Vega de edad de 15 años poco más o menos.
Tengo en el término de esta ciudad, en “la raposera” donde dicen “la fuente de la caona”, una cerrada de pan llevar de cabida de tres fanegas poco más o menos, que linda por la cabezada EL SOLANO (este), por la hondonada EL REGAÑÓN (oeste), por la derecha EL ÁBREGO (sur), y por la izquierda EL CIERZO (norte).
Los paréntesis con los puntos cardinales son míos.