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No es necesario viajar hasta Stonehenge o Chichén Itzá para celebrar rituales solares. Aquí mismo, en Sigüenza, podemos disfrutar de un asombroso espectáculo en la puesta de sol de los días que rondan los equinoccios.

Vemos el ocaso entre nuestros más emblemáticos monumentos gracias a la ampliación urbanística del cardenal Don Bernardino López de Carvajal que prolongó la alineación este-oeste de la Catedral con la calle Cardenal Mendoza. Así, desde el año 1500, se crea y queda definitivamente despejado un valle urbano que recorre sin trabas un cañón de luz en los equinoccios, cuando el sol se mete casi exactamente por el oeste geográfico.

En el atardecer sin una nube del 26 de septiembre fui a la puerta de la reja del Atrio buscando volver a asombrarme con el crepúsculo entre edificios y reflejado en el espejo del pavimento pulido de la calle Guadalajara. Al ver que el haz de luz dorada se prolongaba extramuros, con nervios anticipados ante la posibilidad de poder ver el sol a través de la Puerta del Toril, casi corrí hasta la curva del principio del Paseo de los Arcos. Y efectivamente, al girarme me deslumbró la esfera solar encajada exactamente en el medio punto del Arquillo. Increíble. Ahí estaba, incandescente, enmarcada por el contraluz de la galería de las casas del Cabildo. Y la cámara lo captó.

Queda anotado para volverlo a disfrutar en el futuro: cuatro días después del equinoccio de otoño (en 2017 se produjo el 22 de septiembre) en el atardecer, podemos celebrar la nueva estación con este milagro visual que aúna la belleza de nuestra ciudad con el magnífico esplendor del Astro Rey.

Foto 26 de septiembre de 2017 19:44 con una Tablet Samsung S2

Viñeta

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