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La conferencia se inició con una reflexión de lo que está pasando con el clima en el mundo y hacia dónde nos dirigimos si no reducimos drásticamente las emisiones. Siguió con un mensaje de esperanza: Es posible un futuro sostenible. Para terminar con una serie de recomendaciones sobre lo que los países deben afrontar en las próximas décadas: Leyes de Cambio Climático y Transición Energética, como la que ha propuesto el gobierno en funciones. Y terminó con un análisis sobre cómo afectaría esa Ley a la renovación del parque de automóviles en España.

Primera Parte: ¿Qué está pasando?  Muy fácil, no hay más que observar cada día las noticias sobre un clima cada vez más cálido, sus causas y sus consecuencias. El planeta ha elevado su temperatura media en más de 1,1ºC desde el inicio de la Revolución Industrial. Ese incremento es muy superior en la cuenca mediterránea. La comunidad científica no tiene ninguna duda sobre la causa: La acumulación de Gases de Efecto Invernadero emitidos por la actividad humana. Sobre todo en generación de electricidad, en transporte, calefacción, industria, bosques, agricultura y ganadería. Sabemos que hay que reducir esas emisiones pero, desgraciadamente, año tras año, las emisiones suben y parece que la tendencia anticipada por la industria es de seguir creciendo. Pues bien, eso comprometería seriamente la capacidad del planeta de albergar una sociedad humana organizada. ¿Y eso, por qué? Muy sencillo, si seguimos emitiendo gases efecto invernadero, las condiciones del planeta se parecerán a las de la lámina 1, del IPCC-AR5 que muestra, a la derecha, de arriba abajo: La anomalía de temperaturas, la modificación del régimen de precipitaciones, el nivel de hielo ártico en verano y la acidificación de los mares: En ese mundo, no habrá agricultura ni pesca para los 9.000 o 10.000 millones de seres humanos que habrá a finales del Siglo. O sea, mucho antes de llegar a ese futuro habría sequías, lluvias torrenciales, hambrunas, migraciones, guerras y caos generalizado. No queremos llegar a ese futuro.

Afortunadamente, podemos evitar ese futuro. Tenemos recursos energéticos renovables e inagotables, las tecnologías para capturarlos de manera rentable y los instrumentos legislativos necesarios para su despliegue urgente. El sol nos envía cada día, cinco veces la energía que consumimos cada año. Solo tenemos que capturar una milésima parte para satisfacer la demanda energética mundial. Ya tenemos las tecnologías necesarias y son, casi todas, más baratas que las existentes. Tarde o temprano, las tecnologías sin emisiones desplazarán las tecnologías basadas en combustibles fósiles, porque son más baratas y generadoras de empleo local. Pero hay que acelerar esa transición. En el proceso, ganaremos todos, pues estaremos reemplazando pagos de 30.000 millones de euros en importación de hidrocarburos por instalaciones solares, fotovoltaicas, coches eléctricos, puntos de recarga, calefacción por bomba de calor y otras tecnologías que requerirán cientos de miles de empleos locales, sol, viento y agua. En vez de petróleo, gas y carbón importados.

Lo que nos lleva a la parte principal de la conferencia: La Ley de Cambio Climático y Transición Energética (LCCTE). Esta Ley se encuentra en forma de anteproyecto, formulada por el gobierno en funciones. No es muy diferente de la que acaba de proponer Francia y viene inspirada por las Directivas emanadas desde la Unión Europea.  Sus objetivos fundamentales se muestran en la lámina 2.

Y pretende conseguirlo con subastas de electricidad renovable a un ritmo de 3.000 MW anuales, un plan de Renovación de 1,2 millones de viviendas y un parque de vehículos eléctricos de 5 millones en 2030.

Esta Ley se complementa con otros dos pilares de la transición: el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima a 2030, enviado en febrero a la Comisión Europea y el Plan de Transición Justa, que pretende no dejar a nadie atrás en este proceso de transición ecológica. Por ejemplo, los mineros del carbón o los trabajadores de las industrias de combustibles fósiles.

¿Y cómo afectará eso a la renovación del parque de vehículos en España? La Ley prevé prohibir la matriculación de vehículos cuyas emisiones en el tubo de escape no sean CERO, a partir de 2040 (como Francia) y prohibir la circulación de esos vehículos en 2050. Eso ha generado una revolución entre los conductores, los concesionarios y los fabricantes. Les parece que 31 años no son suficientes para realizar la transición. Pues bien, en las dos láminas siguientes se ve que algo más habrá que hacer si queremos descarbonizar el transporte en España en 2050.

La lámina 3 muestra, a la izquierda los datos históricos de la DGT sobre vehículos matriculados y desguazados hasta 2016. A la derecha, una proyección de esos valores: matriculaciones y bajas hasta 2050 con criterios de continuidad. Junto con una penetración del vehículo eléctrico parecida a la propuesta por la LCCTE (lámina 4).

Y este sería el resultado de la flota de vehículos a motor. Partimos de los actuales 33 Millones. Se ve que en 2050 habría en España unos 38 millones, de los cuales, 23 millones serían eléctricos y 15 millones de gasolina o gasóleo, demasiado viejos. No hay espacio ni atmósfera para tantos coches, camiones, autobuses, motos, tractores. Habrá que agilizar la penetración de los vehículos sin emisiones y acelerar el desguace de los viejos vehículos diésel y gasolina. De manera que en 2050 haya una flota parecida a la actual (unos 25-30 millones) pero todos ellos de emisiones CERO.

Conferencia de Emilio de las Heras en los cursos de Sigüenza Universitaria, organizados por la Universidad de Alcalá que tuvieron lugar en Sigüenza en la primavera de 2019