Antes de llegar la primavera, el coronavirus se encontraba entre nosotros en Sigüenza. No sabíamos cómo se llamaba el virus del que hablaban los medios de comunicación, pero él ya estaba entre nosotros. Tampoco los sanitarios fuimos conscientes del peligro que nos acechaba a pesar de que nuestros colegas italianos informaban de que nunca se habían enfrentado con una situación tan dramática. Fiebre, tos, malestar y poco más,… pero algunos pacientes a los cuatro o cinco días se empezaban a encontrar peor y en las radiografías de sus pulmones aparecía una imagen de neumonía que los ocupaba por completo. Imágenes que no se correspondían con los signos que el médico obtenía por auscultación y que hoy se han convertido en el signo más característico de la gravedad de la infección por coronavirus.

Interior del Centro de Salud de Sigüenza.

Una neumonía de ambos pulmones y para la cual no existía tratamiento, ya que los virus no son sensibles a los antibióticos. Tan solo existía la posibilidad de que el sistema inmunológico del paciente luchara por sobrevivir intentando acabar con el virus; un el esfuerzo titánico contra el virus que acababa destruyendo al propio individuo. Esta tormenta de sustancias inmunológicas que el organismo de algunos individuos produce para acabar con el coronavirus acaba por encharcar los pulmones y los hace prácticamente inservibles. La vida se apaga sin remedio, y ni los respiradores de la UVI, ni los mejores cuidados sanitarios pueden evitarlo. Una sensación de que la vida se escapa sin poder hacer nada por evitarlo.

Primero fue China, Oriente Medio, Italia, Madrid y pensamos que estábamos lo suficientemente alejados como para que llegara a Sigüenza. Nos preparamos para lo que iba a llegar: se instauraron medidas de aislamiento, se cancelaron actividades recreativas, se suprimieron visitas a los ancianos, se cerraron los colegios y se decretó el estado de Alarma. Pero el virus ya estaba en nuestra ciudad posiblemente a primeros de marzo, pasando desapercibido ya que los síntomas en muchas personas son totalmente irrelevantes, siendo tomados como un cuadro gripal anodino, lo que ha contribuido a diseminar la presencia del virus entre nuestra población.

Parece que hubiera pasado una eternidad y tan sólo han sido sesenta días en los que hemos tenido que adaptarnos a nuevas formas de convivencia. La lucha contra el contagio masivo de la población por coronavirus sólo ha sido posible con el confinamiento en nuestras casas, gracias al que posiblemente se hayan salvado cientos de vidas en nuestra población. Cada persona a su manera ha contribuido en la lucha contra este virus. Una guerra contra un enemigo invisible al que todos unidos podremos controlar para que cause el menor daño posible. Han sido muchas las personas infectadas y decenas los fallecidos por esta causa en nuestra ciudad. En la actualidad nos encontramos todavía con un alto número de contagios por lo que debemos mantener todas las precauciones de aislamiento. Poco a poco deberemos volver a una situación de normalidad que ya no será la anterior a la Pandemia, sino una normalidad donde tendremos que convivir con el riesgo del posible contagio, extremando la higiene social e individual.

Todos podemos contagiarnos, ya seamos niños, jóvenes o mayores. Aunque la gravedad de la enfermedad es mucho más frecuente en las personas mayores o con patologías crónicas, también los niños y los jóvenes pueden sufrir complicaciones importantes e incluso la muerte. Debemos evitar por todos los medios el contagio ya que nuestra salud y el bienestar de nuestra familia puede depender de ello. El tiempo que ganemos libre de contagio será una ventaja para que los servicios sanitarios no estén saturados, conozcamos como controlar el virus y se descubran tratamientos efectivos. Ya que muchos acabaremos contagiados, mejor cuanto más tarde.

Desde que se anunció el Estado de Alarma los Servicios de Salud Autonómicos anunciaron la anulación de la mayoría de actividades que se llevaban a cabo en Hospitales y Centros de Salud (intervenciones, vacunaciones, analíticas, consultas etc.) con dos importantes objetivos: el primero sería poder dedicar la mayoría de los recursos humanos y materiales al control y tratamiento de la pandemia; y el segundo, evitar el gran riesgo de contagio que supone permanecer en un centro sanitario, ya que otros pacientes o el personal sanitario podemos ser transmisores de contagio.

Material sanitario para el Centro de Salud de Sigüenza comprado en una colecta solidaria de colectivos de la ciudad.

 En los Centros de Salud se mantiene el personal administrativo y sanitario, tan solo ha cambiado la forma de trabajar. Se cita a los pacientes que soliciten consulta en una agenda telefónica, y durante la jornada un sanitario le llamará por teléfono para valorar sus necesidades de atención o poderlas resolver sin que tenga que acudir. Si el personal sanitario piensa que debemos realizar una consulta presencial se le indicará como debe proceder y cuando debe acudir. Las revisiones programadas y vacunaciones de los niños también se han anulado, manteniéndose solamente aquellas consultas que sean imprescindibles por la edad del niño como son a los 15 días, dos, cuatro y doce meses ya que las vacunaciones que se administran a esta edad son esenciales. El resto pueden esperar hasta que nos vayamos normalizando. Se tratará de evitar la presencia de varias personas a la vez y el riesgo que conlleva.Los adultos y niños mayores deberían acudir a la consulta siempre con mascarilla. En niños pequeños de 3 años no está indicada por lo que deben mantener una distancia de seguridad y a ser posible mantenerlos en sus cochecitos o sillitas.

Las recetas de medicamentos crónicos se están reactivando automáticamente por el Sescam por tres meses más, pero si usted va a la farmacia y le falta alguna medicación puede solicitarla en el Centro de Salud en un sobre como ya lo venía haciendo. Su médico procederá a volver a activar aquellos medicamentos que sean necesarios. Los análisis clínicos también se han anulado, quedando tan sólo reducidos a lo imprescindible, como son patologías urgentes, programa de embarazo o consultas de especialistas que no hayan sido anuladas.

Como es obvio se siguen atendiendo urgencias las 24 horas, aunque para evitar riesgos siempre que sea posible conviene contactar telefónicamente para recibir instrucciones de la forma de proceder.

El confinamiento y la distancia social es la mejor forma para evitar y controlar los contagios. Sin embargo muchos debemos salir, ya sea para trabajar, ir a la compra o realizar otras actividades. ¿Es conveniente llevar mascarilla y guantes? Durante estos meses hemos oído y visto de todo, pero hay que tener sobre todo sentido común y recapacitar sobre cada situación en concreto. Las mascarillas tienen un papel importante en protegernos o proteger a los demás de que les contagiemos, por lo que su uso es muy importante siempre que haya la posibilidad de encontrarnos en lugares donde puede haber otros individuos o en lugares cerrados como tiendas, oficinas y supermercados. Pero no todas las mascarillas son iguales ni tienen la misma eficacia. Intentaremos utilizar mascarillas homologadas ya sean quirúrgicas o filtrantes, dependerá de las necesidades y de la disponibilidad. Cada mascarilla no debería ser utilizada más de 24 horas y si se ha humedecido o pensamos que puede haberse contaminado la debemos desechar. No se deben lavar, excepto que el fabricante especifique que es reutilizable y como proceder a su limpieza. Las mascarillas caseras de tela son las que menos eficacia tienen (ni te protegen, ni protegen a los otros) y tan sólo las utilizaremos si no disponemos de otro tipo.

¡Ay los guantes! Vemos a los políticos, a los periodistas y a muchos ciudadanos con guantes de todos los tipos y colores imaginables. Y parece que lo que hacen personas tan importantes debe ser mejor para prevenir. Siento decirles que los guantes deben utilizarse tan sólo para realizar una actividad y ser desechados, por lo que no deberían ser utilizados durante más de unos minutos. Se constituyen en uno de los mayores riesgos de contagio, porque tocamos cosas, luego tocamos nuestro coche y el volante, cogemos las bolsas de la compra y entramos con ellos a casa. Si vamos a la compra lo más indicado es utilizar los guantes higiénicos que se encuentran en las zonas de la frutería o panadería y desecharlos cuando salgamos de la tienda. En el resto de situación lo más efectivo es lavado de manos con agua y jabón frecuentemente y utilizar gel hidroalcohólico en las situaciones en que no podemos lavarnos. Los profesionales de establecimientos de atención al público son los que deben utilizar guantes y mascarilla por su seguridad y por la de los demás.

Las botas de agua y el paraguas solo para la lluvia, aunque algunos podemos creer que nos protegen del coronavirus

Rita Rodríguez