Fue una tarde especial, de emociones contenidas y abrazos aplazados. El regreso de los más veteranos al mismo escenario –ahora con césped artificial– donde empezó a fraguarse la historia de estos cincuenta años del CD Sigüenza ponía los sentimientos a flor de piel. Entre las vías del tren y el río Henares, en un lugar llamado La Salceda, muchas de aquellas jóvenes promesas intentaban recordar lo ocurrido un 10 de octubre de 1971.
Era la fecha señalada en el calendario. El día en el que se firmó el acta fundacional del Deportivo Sigüenza. Aquel 10 de octubre de 1971 un grupo de seguntinos, convocados por Tomás Estévez, entre los que se encontraban Bienvenido Remón, Julio Álvarez, Ricardo Checa, Santiago Andrés Gordo, Fernando Tizón, José Cerezo, José María Barahona y Jesús Carranza, tomó la decisión de fundar este club “para el fomento del deporte en general, de conformidad con las normas establecidas”. Una vez aprobados los estatutos por parte de la Federación Castellana de Fútbol, el 30 de septiembre de 1972, arrancaba en Tercera Regional Ordinaria la historia de una ilusión que perdura cincuenta años después.
Jugadores de las dos primeras temporadas.
Recuerda Jorge Valdano en el prólogo de un libro de cuentos dedicados al fútbol, editado por Alfaguara, que “los proyectos sólo triunfan cuando duran y los prejuicios sólo se vencen insistiendo”. Pues bien, el proyecto de este Deportivo Sigüenza ha ido cumpliendo plazos y sorteando dificultades, hasta llegar a ser una ilusionante realidad. Y la mejor prueba de ello es cómo la actual junta directiva, presidida por Miguel Juberías, celebra y reconoce en este “50 aniversario” los esfuerzos, la dedicación y la generosidad de tantos seguntinos que lucharon, dentro y fuera del terreno de juego, por los colores rojo y azul de la bandera seguntina.
En mi infancia, y en la de otros muchos jóvenes que han defendido la camiseta arlequinada, el mundo era un balón de cuero, como bien recuerda Javier Sanz en el libro que escribimos sobre el Deportivo, junto a Juan Carlos García Muela, hace quince años. Sin videojuegos, móviles o consolas, los chavales quemábamos las energías corriendo detrás de una pelota por el Prado de San Pedro o por las eras del castillo. Nuestro cuarto de estar, nuestra habitación, era la calle y los partidos de fútbol se disputaban con un balón descosido y unas piedras de portería.
Los inicios del Deportivo Sigüenza, como club federado y en competición oficial, crearon afición entre quiénes todavía estábamos en juveniles, y alimentaron los sueños de poder vestir un día la camiseta del primer equipo, con el escudo cosido a mano. Nuestros ídolos se llamaban Félix Alonso, Rufo, Popo, César, “Isi” Delgado, Quique, Bienve, “Titi” Gordillo, Antonio Manzaneda, Claudio, Jesús Moreno, Aurelio, Rafa, Gerardo Sopeña, Pepe Toro, Santi, Juan Ignacio “Matillas”, Carmelo, Treceño, Batanero, Tomás o los hermanos Trigo. Después tomaron el relevo otros jugadores importantes, como Picazo, Wilfredo, Garijo, Juan Pablo, Guille y tantos otros.
Ha llovido mucho desde mis tiempos de juvenil, en los que Aquilino Hernández, con boina y gabardina, nos daba indicaciones desde el banquillo, y desde aquellas tardes frías de invierno en las que animaba al equipo de los mayores desde la “banda del río”, mientras Juan Carlos García Muela tomaba notas, Jaime Madrigal aplaudía y Mariano Heredia y Juan Martín perseguían e increpaban al juez de línea cada vez que levantaba el banderín invalidando una jugada de los nuestros.
Foto de familia.
Muchas dificultades, pero también algunos momentos felices
Hay, como es lógico, hitos importantes en la historia del Deportivo. Por ejemplo, cuando Alfredo Di Stéfano, siendo entrenador del Valencia, estuvo con el equipo en La Salceda –marzo de 1973–, antes de continuar viaje a Zaragoza, donde jugaban partido de la Copa del Rey. O cuando el Atlético de Madrid, en el verano de 1976, hizo la concentración en Sigüenza, con los Reina, Pereira, Panadero Díaz, Heredia, Leivinha, Ratón Ayala, Becerra, Tirapu y Capón, a las órdenes de Luis Aragonés. O cuando apareció por La Salceda Vicente del Bosque, en 2011, después de haber ganado el Mundial de Fútbol con la selección.
También hay que destacar, por las características del premio, que Jesús Moreno fuera elegido por los árbitros “mejor delegado de campo de Castilla-La Mancha, en 2005”. O la despedida de los terrenos de juego de Santi López a los 38 años, después de veinte defendiendo la camiseta del Dépor. O el homenaje póstumo a Juan Ignacio “Matillas”, o la emoción de Gerardo Sopeña, cuando su hijo Rubén heredó su brazalete de capitán. O cuando, en momentos de grandes dificultades económicas, el Ayuntamiento de Sigüenza, presidido por Octavio Puertas, se hizo cargo de la situación del club y arrimó el hombro para evitar que desapareciera.
En estos cincuenta años ha habido de todo. Momentos felices, como el ascenso del equipo a Tercera División en la temporada 1999, y momentos desagradables, como la expulsión de todo el equipo el 20 de febrero de 1976, por decisión de un árbitro impresentable, con afán de notoriedad, que se hizo famoso a cambio de dañar injustamente la imagen de nuestra ciudad.
Porque conviene no olvidar que el CD Sigüenza representa a la Ciudad del Doncel, lleva con orgullo su nombre y forma parte de su impresionante patrimonio que estamos obligados a conservar. Es imposible citar a todos, pero merecen un reconocimiento, aunque sea a título póstumo, Antonio Gutiérrez, delegado de campo durante muchos años, Teodoro López y su cuñado Pedro Hernández, Teófilo Sarmiento, Julián Cabrera o “Santana”, que cortaba el césped dejándolo como una alfombra, y todos aquellos que han llevado al Dépor en su corazón.
Hubo momentos difíciles en los que no había cantera y era necesario traer jugadores de fuera. Situaciones agobiantes, en las que ni siquiera había dinero para pagar el autobús, hasta que aparecía alguna mano amiga dispuesta a ayudar. Pese a todo, sorteando obstáculos y penurias, se ha llegado hasta aquí. La historia de este equipo, como el título del libro que publicamos en 2007, gracias a la colaboración de José Luis Alguacil, es la historia de una ilusión. Y también un ejemplo de supervivencia.
Por él han pasado y siguen pasando muchos jóvenes seguntinos y una docena de presidentes que han dedicado tiempo y esfuerzo al equipo de su ciudad. Sin Tomás Estévez, Julio Álvarez, José Moreno “Camisillas”, Alberto Hernando, Luis Gil, Julio Franco, Francisco Martínez, Juan Vicente García, José Alejandro Garcés, Alejandro Ballesteros, Luis García Chércoles y Miguel Juberías, junto a la actual junta directiva, hubiera sido difícil alcanzar este 50 aniversario.
Por otra parte, el CD Sigüenza cuenta hoy con un joven equipo directivo, que apuesta por el futuro, mientras celebra la efeméride homenajeando a quienes les precedieron y lucharon desde aquel 10 de octubre de 1971 por “el fomento del deporte en general” y por la supervivencia del Dépor en particular. En definitiva, dando las gracias a quienes han defendido desde dentro y desde fuera del campo, los colores de Sigüenza.
¡Aupa Dépor!
Javier del Castillo, autor del reportaje.