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Foto Miguel Ángel Laína

A todos los seguntinos el mes de enero nos cita en la Travesaña Alta con una de las tradiciones más atávicas de nuestro pueblo, La Hoguera de San Vicente.


Según la tradición los orígenes de la celebración se hallan en un 22 de enero del año 1124, día en que el Obispo Bernardo de Agén tomaba el castillo y la ciudad que estaba en poder de los musulmanes.

La fiesta de la noche de la hoguera consiste en que una vez rezada la última novena al Santo, el día 21 vísperas de San Vicente, se enciende la hoguera en la Plazuela dedicada al santo, al lado de la iglesia. Y mientras el fuego consume la hoguera todos los seguntinos y las personas que visitan nuestro pueblo están acompañados por el sonido de dulzainas y tamboriles, protagonistas imprescindibles para la celebración. Cuando las llamas empiezan a extinguirse muchas personas saltan sobre el fuego y una vez disipada la hoguera sobre todo los niños, y algunos no tan niños, se tiznan la cara con trozos de carbón. Mientras todo esto sucede se pueden degustar las típicas rosquillas del Santo, bendecidas para la ocasión  por el párroco de la Iglesia de San Vicente.

Pero en realidad la Hoguera de San Vicente, al igual que muchas hogueras de invierno, pertenece a una de las tradiciones más arcaicas del ser humano, ya que antes de cristianizarse esta fiesta y otras similares que se celebran en casi todo los pueblos. En casi todas las culturas se encendían hogueras en sus campos y pueblos para ayudar al Sol, en un acto mitológico. El propósito era que el astro rey no perdiera fuerza.

Desde tiempos inmemoriales los humanos simbolizaron al fuego como una fuerza de la naturaleza que tenía la cualidad de destruir lo malo y lo dañino. Y así a lo largo de la historia el ser humano siguió utilizando el fuego para distintos hechizos y ahuyentar los distintos demonios de su mente.
Pero si nos fijamos bien, esos demonios que nos inquietan pueden verse dentro de nuestras hogueras.

Fotografía de Miguel Angel Laina Luengo y texto de Fco. Javier Munilla, consensuado con el autor de la fotografía

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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