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Amenudo se usa el término “género chico” para referirse a la zarzuela como si se tratara de un género de ínfima calidad que merece ese calificativo, cuando en realidad se trata de diferenciar un tipo de zarzuela en concreto. El “género chico” nació de la necesidad de crear obras de corta duración. Eso es todo. En el llamado “género chico” encontramos grandes creaciones salidas de la pluma de compositores de la talla de Ruperto Chapí o Tomás Bretón, grandes músicos que supieron imprimir a sus obras un casticismo que nunca desmereció el resultado final de su creación.

Pero ¿cómo surge la zarzuela? Y ¿cuándo? Y lo más importante ¿qué es la zarzuela? Podemos formular una definición general que resulte válida para todas las épocas en las que la zarzuela estuvo vigente y que pueden acotarse en primer lugar desde 1650 a 1790, aproximadamente, y tras un paréntesis, desde 1845 a 1965. Así, podemos decir que la zarzuela es la variedad española de teatro musical hablado y cantado a la vez, y por lo tanto equivalente en cierto modo a la opéra-comique francesa, al singspiel alemán, a la ballad-opera o masque inglesa.

El origen de la zarzuela lo encontramos en el siglo XVII, con la zarzuela barroca, nacida por el gusto de introducir música a determinadas piezas teatrales. El teatro profano se fue abriendo paso en la corte y en los ambientes nobiliarios con serias dificultades fomentadas por la extrema severidad impuesta por la Iglesia,aunque no de forma unánime, pues si bien predominaba la hostilidad, algunos grupos religiosos como los jesuitas adoptaron el teatro como método pedagógico y daban impulso a las representaciones religiosas. A finales del siglo XVII empezaron a introducirse los oratorios en las Iglesias. Las parroquias y catedrales se llenaron de instrumentos musicales que constituyeron las primeras pequeñas orquestas de las ciudades.

También dependía de la actitud del monarca que estaba en el poder. Dada la austeridad extrema de la corte de Felipe II no hallamos en ella ningún tipo de representación teatral con música. Su sucesor Felipe III, se mostró mucho más interesado que su padre por las fiestas, la caza y el teatro y se estableció la costumbre de distraerse con espectáculos escénicos con música. Pero fue durante el reinado de Felipe IV, mucho más interesado aún que su padre en el tipo de fiesta escénica, cuando se consolidó este tipo de espectáculo. Felipe IV se acostumbró a utilizar un edificio construido en un lugar llamado La Zarzuela, en el Real Sitio del Pardo, pero bastante alejado del palacio, donde solía descansar un poco y divertirse después de sus partidas de caza. Con tal motivo se representaban allí piezas teatrales con música.

Por aquellos tiempos se estaba difundiendo la ópera italiana, pero debido a la caótica situación económica de la Corte, no entró propiamente en España durante todo el siglo XVII, a pesar del apoyo que tenía por parte de las autoridades españolas en las posesiones italianas de los reyes. Algún intento hubo, como el del italiano Piccinnini, que compuso La selva sin amor, con texto de Lope de Vega, cuya música se ha perdido. A pesar de conocerse que hubo otros intentos de componer óperas en castellano, a partir de varios textos de Calderón,  como El jardín de Falerina (1648), El golfo de las sirenas (1657), El laurel de Apolo (1658), La púrpura de la rosa (1660) y Celos aun del aire, matan (1660) (única que ha salvado la música), se impondrá el modelo más económico de mezclar partes cantadas con partes habladas. De esta forma no era preciso dejar sin músicos el Teatro del Buen Retiro, necesarios para las funciones diarias. Y fueron precisamente los músicos quienes empezaron a decir, cuando tenían que ir a tocar a La Zarzuela, “hoy tengo zarzuela”. Y el nombre acabó designando a la forma musical que nacía entonces, y que quedó bien arraigada en las costumbres de Felipe IV y su familia.

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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