Gabriel del Barco nació en Sigüenza en 1648, según consta en el Archivo Histórico Diocesano de la Diócesis de Sigüenza, Libro de Bautismos, nº 3, fl 82 v:b“En seis de diciembre de mil seiscientos cuarenta y ocho bauticé a Gabriel hijo de Manuel del Barco y de Apolonia Palencia. Fueron sus compadres Gabriel de Palencia y Matea Pérez vecinos de esta ciudad, y lo firmé/ Br. Domingo de Laraz”.
En Sigüenza vivió a finales del siglo XVI y principios del XVII el pintor Alonso del Barco, quien pudo ser abuelo de Gabriel, en los libros de bautismos consta que Alonso del Barco tuvo un hijo al que bautizaron como Enmanuel (Manuel), año 1597, Alonso realizó trabajos para el Coro de la Catedral de Sigüenza (1583 y 1589) y para la Iglesia de Santa María de los Huertos (1583).
En el “Libro de Asientos de la Hermandad de San Lucas”, hermandad de pintores portugueses con sede en la Iglesia del Convento de la Anunciada, Lisboa, figura la firma de Gabriel del Barco y Minusca:
De su infancia y periodo de formación casi nada se sabe. Joao Miguel dos Santos, estudioso e investigador del arte del azulejo, descubrió un importante documento que nos da los pocos detalles conocidos sobre del Barco, se deben a las cuestiones que se producen en su casamiento y que figuran en los Sumários Matrimonials da Cámara Eclesiástica de Lisboa, donde constan las declaraciones de tres testigos que afirman haber conocido en Madrid al pintor, quien residía allí desde hace tres años, es decir, llegó a Madrid sobre el año 1666, uno de ellos es Juan Calderón de Varca, natural de Sigüenza, imaginero.
En Madrid, Gabriel del Barco, conoció a Charles Watteville, barón, polémico diplomático nacido a principios del siglo XVII en Nozeroy (Francia), fue enviado en 1660 a la corte de Carlos II de Inglaterra como embajador del Rey de España. Fue designado como primer embajador de Castilla en Portugal, año 1669. Watteville mantuvo relaciones con artistas de gran relevancia de la época, entre los que se encontraba Velázquez. Gabriel del Barco acompañó a Watteville en su viaje a Lisboa, 1669, lo que nos hace suponer que ya tendría una buena formación artística. Watteville falleció en Lisboa en 1670.
A su llegada a Lisboa, Gabriel del Barco se establece en la parroquia de Loreto. El 17 de julio de 1669 contrae matrimonio con Agostinha das Neves, cuñada de uno de los pintores de caballete más famosos en la ciudad, Marcos da Cruz.
Gabriel del Barco se dedica los primeros años de su estancia en Lisboa a la pintura de techos, práctica muy común de los pintores de azulejos, como los del coro de la iglesia de san Luis Dos Franceses, o los de la iglesia del Convento de la Divina Providencia. Ambos desaparecieron a causa del terremoto de 1755.
Gabriel, ya en 1680 está perfectamente integrado en los círculos artísticos de Lisboa, ingresa en la Hermandad de San Lucas, con sede en el monasterio dominico de la Anunciada, que reunía a los pintores al óleo, temple, pintores doradores y de estofados. En 1681 contrae una grave enfermedad, encomendándose para su curación a la Virgen de Atocha y, tras su curación, mandó copiar la talla española, Basílica de Nuestra Señora de Atocha (Madrid), y colocarla en la iglesia del convento paulista de la Sierra d’Ossa, sita en la calzada Do Combro. La ceremonia de entrega tiene lugar en 1683 con una concurridísima procesión.
En la década de 1690 del Barco se dedica a la pintura de azulejos, en composiciones de grandes dimensiones, de temática religiosa, o a paneles más pequeños, de temática alegórica o mitológica, sobresaliendo por su renovación y nueva actitud en la forma de pintar.Todos los trabajos atribuidos a Gabriel del Barco hasta 1691 han sido estudiados por el experto en azulejería portuguesa don José Meco, puede verse su obra Azulejos de Gabriel del Barco na regiao de Lisboa. Obras que se encuentran en la Capilla de San Amaro, Iglesia de Loreto, Palacio de los Condes de Calleta, Convento de Gracia (Lisboa), Iglesia Parroquial de Carcavelos, Nuestra Señora de la Concepción (Barcarena), Iglesia de Santa María (Óbidos), Iglesia de Santiago (Évora),Iglesia Parroquial de Santa Iría, etc.
Lo más destacable en las pinturas de Gabriel del Barco son sus historias figurativas realizadas en azul cobalto, con una pincelada muy marcada, obras de gran complejidad barroca en las figuras, con una excelente perspectiva del paisaje.
El llamado Ciclo de los Maestros, primer cuarto del siglo XVIII, está considerado uno de los más importantes de la azulejería portuguesa, los pintores supieron conjugar todas las potencialidades de la azulejería barroca, elevando la pintura de azulejo a su máximo esplendor, siendo el precursor de este Ciclo de los Maestros, Gabriel del Barco, introduciendo un gusto por el entorno figurativo más exuberante, el pintor de azulejos adquiere entonces el estatuto de artista y a menudo firma sus paneles.De esta época de del Barco, entre 1691 y 1700, se han datado hasta la fecha 15 conjuntos pictóricos, incluido también el del Monasterio de santa María de Belém, que llegó a desaparecer, figuran descritos todos ellos en la tesis doctoral de María Do Rosario Salema de Carvalho, Universidad de Lisboa
Veamos dos ejemplos de la obra de este gran pintor de azulejos:
Iglesia de San Víctor en Braga
“Fechada en 1686 la Iglesia de San Víctor fue mandada edificar por el Arzobispo de Braga, D. Luis de Sousa. El proyecto de la Iglesia fue asignado al reconocido ingeniero francés Miguel Lescol que se dejó seducir por un nuevo lenguaje artístico, el Barroco, D. Luis de Sousa se rodeó para su construcción de los maestros canteros, Pascoal Fernandes y Estevao Moura, por el tallista/escultor Domingos Lopes (retablo) y por el pintor de azulejos más importante del país en aquella época, el español GABRIEL DEL BARCO Y MINUSCA.
Las paredes interiores de la Iglesia están revestidas por cerca de 11.700 azulejos, azules y blancos. Las pinturas de la Capilla Mayor representan escenas del martirio de san Víctor, y las del cuerpo de la Iglesia la figura de otros mártires y santos de toda la región, entre los que se encuentran algunos obispos de Braga. De entre todas estas pinturas destaca la de la parte superior de la pared del fondo del coro, que representa a san Paterno presidiendo el V Concilio de Toledo”. (Página web de la Junta de Freguesía de San Víctor, Braga).
Gran panorámica de Lisboa
Atribuido por José Meco al pintor español Gabriel del Barco, es la colección más importante del Museo Nacional del Azulejo, Lisboa, al ser un documento iconográfico imprescindible para conocer la ciudad de Lisboa con anterioridad al terremoto que la destruyó en 1755.
Se encuentra en la sala segunda del museo, es una sucesión continua de paneles, de 23 metros de longitud, que abarcan una vista de Lisboa, de 14 km, desde el río. Se pueden ver edificios, iglesias, palacios, escenas de la vida cotidiana, navegación por el Tajo, pesca, actividad constructiva, todo ello, antes del terremoto. Puede verse este extraordinario trabajo en una visita virtual en el siguiente enlace: https://artsandculture.google.com/exhibit/KgKiceMYFOAfIA?hl=es
Los trabajos que realizó para el convento de los Loios y los de la casa de rúa Sao Bento o de Portalegre son las últimas obras conocidas de Gabriel del Barco. El 18 de enero de 1701 fallecía Agostinha das Neves, su esposa, fue enterrada en la sepultura de Nuestra Señora Da Tocha (de Atocha), de los religiosos paulistas (freguesía de Santos o Velho). El 18 de abril de ese año se volvió a casar, con María Teresa Baptista. Con María Teresa tuvo un hijo llamado Domingo, según consta en los registros parroquiales de Bautismo de Santos-o-Velho. A partir de esta fecha nada se sabe de Gabriel, unos dicen que regresó a España, otros que continuó pintando hasta 1703, no hay nada cierto sobre ello.
En 1707 fray Agostinho de Santa María se queja por la falta de entusiasmo de los feligreses en la devoción a la Virgen de Atocha desde que faltara Gabriel del Barco, por lo que se deduce que ya no residía en Lisboa o había fallecido.
Su producción de azulejos en azul y blanco la realiza a partir de la edad de 43 años, siendo a partir de 1695 cuando aumenta su producción con dos o tres obras por año, teniendo en cuenta la monumentalidad de muchas de ellas, es de destacar el grandísimo ritmo de producción artística al final de su vida.
Gabriel del Barco, seguntino, pintor de azulejos, de los más significativos que trabajaron en Portugal, inició la transformación en arte de este oficio, considerado uno de los artistas más emblemáticos del patrimonio artístico portugués.
Antonio Nicolás Ochaíta