En el año 1984 la UNESCO declaró el Monasterio y Sitio de San Lorenzo de El Escorial Patrimonio de la Humanidad y, por supuesto, todas las obras de arte que atesora también forman parte de tan preciado título, y salas, como la Real Biblioteca, nadie duda hoy que fue Sigüenza quien ideó las historias con que Tibaldi decoró su fastuosa bóveda. En la Real Biblioteca Sigüenza nos observa con mirada penetrante, impresiona a quien lo ve por vez primera, nos situamos frente al fresco dedicado a la Teología, a la derecha, en la ventana, fray José de Sigüenza, sin levantar la pluma del libro que está escribiendo nos mira, nos habla: “en septiembre de este mismo año (1584) se puso la última y postrera piedra de todo el cuerpo y cuadra de esta casa, en lo que toca a la cantería”.
Cuatrocientos años después, este gran retrato al óleo, obra de Bartolomé Carducho, donde vemos a Sigüenza en una posición tan realista y natural, queda unido de forma imperecedera al edificio histórico que es declarado Patrimonio Mundial. Sigüenza, su retrato, sus escritos, sin los cuales no se puede entender el Monasterio, entran a formar parte, de forma indirecta, de tan admirada lista.
En vida de Sigüenza era él lo mejor del Monasterio, “los que vienen a ver esta maravilla del mundo, no ven lo principal que hay en ella si no ven a fray José de Sigüenza… y durará más su fama que el mismo edificio” (Felipe II).
Escribió la historia del Monasterio más rica en detalles de cuantas se han publicado, “fue fray José de Sigüenza el primero que dio a la estampa está maravilla” (fray Francisco de los Santos), “con alto estilo y facunda inimitable delineó las grandezas de esta maravillosa máquina de San Lorenzo, con aquella gallardía y natural elegancia, que admiran en su pluma los más bien templados ingenios” (fray Andrés Ximénez), “con tan hábil manejo de nuestra lengua, que sus obras deben ser reflejo de hablistas y estímulo de escritores” (Catalina García).
Sigüenza dedica los libros Tercero y Cuarto de su Historia de la Orden de San Jerónimo a describir el Monasterio de El Escorial y “a fe que apenas se encontrará en castellano estilo que mejor convenga al del Monasterio que el estilo literario del padre Sigüenza, obra que es una especie de Escorial de nuestra literatura clásica” (Unamuno).
En la obra de Sigüenza está todo, nada falta, sobre la construcción del Monasterio y todos los tesoros que alberga, algunos desaparecidos en incendios, guerras, latrocinios y desamortizaciones, “no sólo realizó una crónica aséptica de las obras y la arquitectura de San Lorenzo, sino que ejerció una verdadera crítica, partiendo de su fina sensibilidad artística y de sus vastos conocimientos en Bellas Artes, describe capillas, atrios, pórticos, columnas, estatuas, cuadros, empeña su propio juicio y se pronuncia sobre el mérito artístico de la obra y su autor” (Valbuena Prat).
El Escorial y Sigüenza están unidos para siempre, no se entiende el uno sin el otro, San Lorenzo Patrimonio de la Humanidad y Sigüenza autor de una obra literaria imprescindible para conocer el Monasterio, además de idear muchos de sus motivos decorativos, “dentro del marco de la historia del Monasterio, escribe también una historia de la nación” (Ludwig Pfandl), “con un concepto de la Historia enteramente artístico” (Menéndez Pidal).
Considerado, Sigüenza, como el primer crítico de Arte de la España Moderna, las descripciones que realiza de los cuadros del Monasterio asombran a todos, “las descripciones de algunos cuadros de Tiziano están hechas de mano maestra” (Menéndez Pelayo).
Grandísimo orador, le cupo el honor de ser quien predicara el último sermón en la Iglesia Vieja o de Prestado del Monasterio, que sirvió a los monjes para celebrar los actos religiosos mientras se desarrollaba su construcción, allí se encontraba y allí sigue, uno de los nocturnos más impresionantes de la pintura, el Martirio de San Lorenzo, de Tiziano, analizado de forma magistral por Sigüenza, “tan al natural y tan bien entendido, que parece se ve cómo ello fue, (Sigüenza), y a él acudieron para la inauguración de la Basílica del Monasterio, “comenzosé luego la Misa, y cúpome a mí (pudiéralo hazer otro mejor) predicar el primer sermón de aquesta insigne Iglesia” (Sigüenza).
Gaya Nuño, hace más de sesenta años, en su introducción a la guía del Monasterio escribió:
“Hay memoria de pocos monumentos españoles que tanto hayan seducido a curiosos y eruditos, a propios y extraños, como éste de El Escorial. Desde su fundación ha merecido alabanzas apoteósicas y admiraciones que importa repartir con Justicia entre las diversas partes del edificio pues, comúnmente, en la propia bibliografía que encabezó el Padre Sigüenza todo queda vinculado a un mismo entusiasmo”.
Entusiasmo que todos sentimos por Sigüenza (ciudad) ante este nuevo reto en su andadura para ser proclamada Patrimonio de la Humanidad, podemos sustituir El Escorial por Sigüenza (ciudad) en el texto de Nuño y nada podremos objetar a tan elogiosas afirmaciones.
San Lorenzo de El Escorial, Sigüenza (monje) y Sigüenza (ciudad) ya son objeto de gran admiración y pronto, nuestro deseo, unidos en la Lista de la UNESCO del Patrimonio Mundial, El Escorial y Sigüenza.
“Et ipse faciet”
Antonio Nicolás Ochaíta