Cuando se pregunta por el nombre de algunas localidades de la Sierra Norte de Guadalajara, muchos responderán Sigüenza. Otros, Atienza. Incluso, los más avezados, recordarán topónimos como Campillo de Ranas, Valverde de los Arroyos, Galve de Sorbe o Hiendelaencina. Sin embargo, existen otras muchas poblaciones que –aunque menos afamadas– resguardan grandes tesoros patrimoniales, arquitectónicos, históricos y naturales…
Casa de Las Naves
Un ejemplo es Las Navas de Jadraque, un municipio de 27 habitantes ubicado a escasos kilómetros del Alto Rey. “En el fondo del valle que forma el arroyo Cristóbal –que baja por la ladera meridional de la referida montaña– se asienta esta población”, aseguran José Antonio Alonso Ramos, Antonio Herrera Casado y Luis Monje Arenas en «La sierra norte de Guadalajara, paso a paso».
La tipología constructiva del pueblo es la propia de la «Arquitectura Dorada», tan habitual en la zona. Entre las características de la misma se encuentra el empleo de materiales existentes en los alrededores, como el gneis. La utilización de esta roca confiere a las edificaciones su habitual coloración destellante. “Las Navas, además, se constituye como un conjunto homogéneo en su configuración y en perfecta armonía con el entorno”, confirman Eulalia Castellote Herrero y Marina Alba Pardo en «Arquitectura Negra de Guadalajara».
De hecho, en la localidad se conserva una gran cantidad de edificaciones originarias, lo que permite disfrutar de la «Arquitectura Dorada» en todo su esplendor. “Las son de una o dos plantas, con espacio bajo cubierta o sobrado para almacenar el grano. Son más numerosas las viviendas de un solo piso con cámara superior. Normalmente, la cubierta es a dos aguas, aunque –a veces– se achaflana uno de los muros, dando lugar a un tercer faldón”. Además, y para respetar la fisionomía arquitectónica local, todas las calles están enlosadas con gneis…
Calle de Las Navas.
Un pueblo ordenado urbanísticamente
Pero si el caminante se interna en Las Navas de Jadraque no sólo se deleitará con el tipo constructivo de las casas. También observará un urbanismo sencillo y ordenado. “Existen dos núcleos importantes de edificaciones. Uno corresponde a las construcciones destinadas a las viviendas y sus anejos. Y otro, un poco más alejado, está compuesto por los casillos o tainas para el ganado”, indican Castellote Herrero y Alba Pardo.
Asimismo, la planificación urbanística de la población articula los diferentes espacios existentes en su seno. “En el pueblo encontramos dos plazas, unidas por una amplia calle. En el primero de estos lugares [situado en la parte alta de la población] surge la iglesia, con la espadaña al Oeste. Sobre el muro sur del templo está la puerta de acceso al mismo, protegida por un tejadillo y atrio de madera. Frente a ella, se divisa el antiguo horno de pan comunal”, relatan Alonso Ramos, Herrera Casado y Monje Arenas.
Pilón.
En la segunda de las plazas, que se abre en la parte baja del pueblo, se domicilia el Ayuntamiento, cuya construcción respeta lo marcado por la «Arquitectura Dorada». Y a pocos metros de este complejo, recorriendo una angosta calle, se llega a “un precioso lavadero, cubierto, desde el que se contemplan espectaculares vistas del valle”.
Una sugestiva estampa que se ha conseguido gracias a una perfecta imbricación de las construcciones con el entorno. “Las viviendas aparecen conformando pequeñas manzanas irregulares, siguiendo la pendiente natural del terreno y adaptándose a él, apoyándose unas en otras. Esta disposición configura, en algunos casos, el escalonamiento de los tejados”, confirman Eulalia Castellote Herrero y Marina Alba Pardo.
Iglesia.
Una luenga historia…
Este patrimonio muestra la larga historia de Las Navas de Jadraque. Sus orígenes se remontan, al menos, a la época medieval. Algunos investigadores los ubican hacia el siglo XII, cuando la zona cayó en manos castellanas. Sin embargo, la existencia de este municipio no finalizó aquí. Todo lo contrario. Se fue afianzando con el paso de las centurias hasta llegar a la actualidad.
“En el siglo XIV pasó a pertenecer a la «Tierra de Jadraque», incluyéndose en su «Sesmo del Bornova». De esta manera, quedó –con el paso de los años– dentro de los límites de los sucesivos Señoríos de los Carrillos y de los Mendoza, a cuyos dominios perteneció hasta el XIX”, explican Antonio Herrera Casado, Ángel Luis Toledano Ibarra y Luis Antonio González Espliego en una de sus obras de investigación.
Este devenir histórico se ve reflejado en las tradiciones del lugar. Una de las más conocidas es la romería del Alto Rey, en la que participa Las Navas junto a otros seis pueblos de la comarca. Lo hacen cada primer sábado de septiembre. Durante esta jornada se asciende hasta lo más elevado de la sierra, donde se disfruta de eventos culturales, lúdicos y religiosos.
Sin embargo, la romería conjunta de las siete localidades es muy reciente. Se comenzó a hacer la década de 1940. Anteriormente, cada uno de los pueblos ascendía en una fecha diferente. Los vecinos de Las Navas lo hacían el 13 de junio, junto a las gentes de Bustares. “Se salía en procesión desde el pueblo, con el pendón y la cruz parroquial. Se avanzaba hasta alcanzar la localidad bustareña”, rememoran Herrera Casado, Toledano Ibarra y González Espliego.
Una vez juntos los habitantes de los dos municipios, se iniciaba la «escalada» hacia la sierra, “que se hacía más llevadera gracias a un breve reposo que se realizaba en el «Descansadero», donde se echaba un trago del botillo y se seguía adelante”. Y cuando se arribaba a la cima, se disfrutaba de una comida de hermandad. “Los de Las Navas solían llevar una comida típica, consistente en tortilla de patata, carne de cordero, cabrito, pollo o caza, que podía ser del día o escabechada”. Además, “era costumbre que, si algún ciudadano estaba enfermo o no podía subir, se le entregaba un litro de vino en compensación por no haber gozado de la fiesta”.
En consecuencia, Las Navas de Jadraque ofrece muchísimas posibilidades turísticas, tanto desde el punto de vista patrimonial como tradicional y natural. No en vano, se encuentra encuadrada en la «Ruta de la Arquitectura Dorada» y en pleno Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara. Por ello, “son imprescindibles los paseos por el pueblo y por su entorno inmediato”, confirman los especialistas. ¡No pierdas esta oportunidad!
Bibliografía.
Alonso Ramos, José Antonio; Herrera Casado, Antonio; y Monje Arenas, Luis. «La sierra norte de Guadalajara, paso a paso». Guadalajara: Ediciones AACHE, 2012.
CASTELLOTE HERRERO, Eulalia; y ALBA PARDO, Marina. «Arquitectura Negra de Guadalajara». Toledo: Consejería de Educación y Cultura. Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha, 2001.
Herrera Casado, Antonio; Toledano Ibarra, Ángel Luis; y González Espliego, Luis Antonio. «La romería del Santo Alto Rey». Guadalajara: Ediciones AACHE, 2019.