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El sábado de carnaval, lluvioso y desapacible, acudo a este concierto que presenta una sola obra: MEMBRA JESU NOSTRI de D. Buxtehude y que está formada por 7 cantatas en latín. Tengo muchas ganas de oír esta pieza en directo y por este coro “Francis Poulanc”, compuesto por cantantes aficionados pero con 20 años de trayectoria lo que le da una solidez que se nota en el empaste como ya comprobé hace unos años en Segovia cuando presentaron Musikalische Exequiem Op.7 de H. Schütz. En esta ocasión les acompaña el grupo instrumental de cuerda frotada “El Arte Mvsico”: 2 violines, 1 violón y un clave.

Un completo programa de mano muy bien elaborado (incluida la traducción) me informa perfectamente y en el entorno privilegiado del Salón del Trono (Parador de Sigüenza), me dispongo a escuchar. Tan pronto comienza el concierto, echo de menos una luz más íntima centrada en el escenario, que siempre ayuda a la concentración, a generar una atmósfera musical idónea. Y me sobra en cada silencio la música ambiental del Parador que suena hasta la tercera cantata (¡pena!). El arranque es un poco frío, no por la temperatura, pero voces y dedos se van calentando rápido para dar todo lo que les pide su directora.

Se intercalan sonatas con arias, dúos, tríos y “tuttis”. Los solos son difíciles y más cuando son miembros del propio coro los que los afrontan, pero resuelven bien y en algunos casos, como en las voces graves, muy bien. Los “tuttis” son de gran altura y el coro se luce una y otra vez trasmitiendo toda la energía de la obra a un público admirado por la emoción de esta música sacra que el gran Buxtehude (precursor de Bach) creó hace mas de 300 años.

La pieza completa, como dije,  consta de 7 cantatas de las cuales dos se omitieron por estar escritas para acompañamiento de violas da gamba y los presupuestos que se manejan son nimios, cuando no ridículos. Sin embargo escuchamos a modo de interludio instrumental dos piezas de Pachebel y Erlebach, en sustitución de las cantatas V y VI, que hermosamente interpretadas, conjugaban para dar continuidad a la obra. Así llegamos a la cantata VII y última, tras la entrada en forma sonata pasamos a un “tutti” en semicorcheas delicioso y complicado, le sigue un alternante entre Alto, Tenor, Bajo por un lado y Violines, Violón por otro, el conjunto dialoga dando “salves” ¡Precioso!, y ahora, un ruego en “aria de alto” para suplicar a Jesús, llevándonos de nuevo a un “tutti” de esperanza y llegar al broche final del “Amén”, grandioso y exigente, pero tan sabiamente conducido  por su directora que entabló la comunión musical entre los intérpretes y el púbico. Los aplausos contenidos durante todo el concierto fueron tantos que obligaron a repetir el “Amén” como propina ¡Maravilloso regalo!

Por mi parte (y pienso que por la mayoría del público) Gracias al coro e instrumentistas y gracias a Bell’Arte por lo que nos han ofrecido.

Sajor

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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