Concierto inaugural de Ksenia Dyachenko del V Concurso "Pequeños Grandes Pianistas" celebrado el 9 de mayo en El Pósito de Sigüenza.
Creo tener el oído atento cuando acudo a un concierto, pero en esta ocasión, no sé si por comenzar con un autor moderno que sólo trata de producir sensaciones (amén de exigir técnica al intérprete), quedé perdido, tanto que al no producirse interrupción de aplausos al término de la obra de Alessandro Casagrande, pasamos a la sonata op.109 de L. Van Beethoven y tardé lo suyo en percatarme de que estábamos con otro autor, así que he tenido que volver a escuchar esta parte del concierto (gracias a la grabadora), para percibir con claridad la sonata.
Esta “opus 109” de L.V. Bethoven forma un tríptico con las dos siguientes (110 y 111), corresponden al periodo final, cuando el autor ya estaba sordo y en ella aparecen los motivos barrocos de Bach y de Haendel, que son los inspiradores. Al que pueda interesarle hay un blogspot: http://crearmusica2.blogspot.com.es/2013/02/sonata-op-109-de-beethoven-comentada.html en el que Andras Schiff, en un magnífico comentario de 50 minutos, desmenuza todos los entresijos en un inglés entendible; también he escuchado (después del concierto) a un supremo Daniel Barenboim en youtube.com. Tristemente, el piano de “El Pósito” no es el ideal para esta pieza, pero gracias a Ksenia, con su depurada técnica, se salvó la magia de la sonata.
La última pieza de la primera parte, también sonata, era de Rachmaninov; su arranque es un “allegro agitato” que nos sitúa en una angustia inicial para dar paso a un “andante cantábile” que rebaja la tensión con suma delicadeza, extraordinariamente expresada por Ksenia. El “allegro molto” final recupera toda la energía de Rachmaninov y la intérprete se encontró cómoda, fusionándose, imprimiendo carácter y energía.
Empezamos la segunda parte también con sonata, esta vez de Dimitri Kabalesky (autor perteneciente a la época de Stalin). El carácter de virtuosismo en la pieza es lo más destacable, no es la fuerza que despliega Rachmaninov, pero el piano brilla igualmente. Creo que Ksenia se encontró muy bien en estas dos piezas rusas, puede que sea donde mejor se expresó.
El final estaba reservado para dos estudios, los cuales, imagino que, cualquier estudiante de piano debe superar para llegar a las grandes obras: El primero de F. Chopin (Op 10 nº5), que no suena a Chopin; tremendo ejercicio en menos de 2 minutos. El segundo de F. Liszt (La Ricordanza), donde las manos de la pianista se recrearon, cantaron, dirigieron y tocaron con maestría.
Creo que el repertorio presentado tenía por objeto la demostración del dominio del piano y Ksenia Dyachenko resultó impecable. Me quedo con ganas de volver a escucharla con otras obras de su elección: Ver sus manos haciendo ballet sobre las teclas o martilleándolas es fascinante.
La mayoría del público eran los jovencísimos pianistas con sus familiares, y tanto ellos como el resto de los asistentes hubiéramos recibido encantados introducciones comentadas antes de cada interpretación, máxime cuando se trata de niños en formación.
Gracias Ksenia Dyachenko por este concierto y a Bell’Arte por sus esfuerzos.