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En las calles de Albendiego

Albendiego, Sierra Norte de Guadalajara; poco mas de cuarenta habitantes a 1185 metros de altitud. Normalmente, un pueblo tranquilo y discreto, de pocos aconteceres. Pero el trasiego de estos días nada tiene que ver con el habitual. Por sus calles pulula un gentío variopinto y pintoresco que impregna de frescura y colorea la atmósfera de la localidad.

Ha llegado, un año mas, el MYAU (Malabaristas y Artistas Unidos) con sus payasos, trapecistas, malabaristas, equilibristas, cómicos y artistas de todo pelaje y condición. Es el evento circense que concita desde hace tres años a los artistas de calle, los de la gorra, que transhuman el mundo traspasando las sutiles fronteras de la comunicación y el contacto humano.

Estamos a principios de junio y hace un calor sofocante, inusual para esta época del año. Desde el jueves 4 al domingo 7 nos disponemos a vivir un carrusel de actuaciones, espectáculos, eventos, talleres y juegos entre colegas, entre amigos que comparten así y aquí sus andanzas, sus creaciones y experiencias haciéndonos participes, de paso, a los habitantes de toda la comarca.

El jueves se despereza poco a poco; quien mas, quien menos acaba de llegar. En el local del Ayuntamiento huele a desayuno. A la entrada, algunos pegan la hebra; mientras el polideportivo y la carpa reciben un goteo de practicantes tempraneros que ensayan con las mazas, las pelotas, el diávolo o la extraña y aparatosa estructura esférica de aluminio que ha inventado un francés y se ha traido hasta aquí para darla a conocer. Aún quedan muchos por llegar, ¡se van a perder la primera función del concurso Stuartini!

Stuart era un artista de calle que actuó en el Retiro madrileño durante años. No ha mucho que murió, y sus compañeros han decidido homenajearle a través del MYAU estableciendo un concurso en su memoria que tiene como jurado a los niños. Por el festival han pasado oficialmente 160 criaturas; y, por lo visto, a mas de uno le sobra criterio.

¡Y ya!, ¡comienza el espectáculo! Suena un reloj, suena la radio, suena la bocina y un extraño artilugio rodante que parece extraido de la filmografía de Buster Keaton inicia la marcha por las calles del pueblo. A los mandos, los Trotaclowns; y, detrás de ellos, una nutrida comitiva de niños, progenitores, jóvenes y no tan jóvenes que asisten fascinados a la acción.

La pequeña carpa que hace de recepción en una esquina del pueblo se anima por momentos con la incesante llegada de participantes y visitantes. Hasta 667 personas se han inscrito este año a lo largo del certamen; de ellas 78 son artistas. La organización funciona con fluidez y eficacia gracias a la labor de cerca de cien personas, entre mienbros del equipo y voluntarios de Albendiego y otros pueblos de la comarca. Unos se encargan de la comida; otros de la limpieza, de la seguridad, del mercadillo, del tráfico, de las zonas de acampada… No ha sido fácil, por supuesto, coordinar y dar de comer a tanta gente durante tantos días en un lugar que habitualmente carece de infraestructura para ello.

A primera hora de la tarde, en el llamado “Espacio Pirata”, los artistas actúan confiando en la generosidad del bolsillo de la concurrencia. A las siete, como cada día, la cita es con una nueva actuación que se somete a concurso. Entretanto, y a pesar del calor, aquí y allá se realizan talleres, se forman grupos de trabajo, de debate, se comparte, se comenta… El pueblo rezuma dinamismo, vitalidad…

Casi a cualquier hora y en cualquier lugar puede estar ocurriendo algo. No se sorprenda si al llegar se da de bruces con una falsa patrulla de la policía municipal; si, al doblar una esquina, asiste al desarrollo de una pelea de tartas sobre un improvisado cuadrilátero; o si, un poco mas allá, se topa con una singular estafeta de correos donde ocurren cosas tan extrañas como que un hombre es engullido por un globo. En la pequeña plaza junto al bar, mañana y tarde actúan los concursantes del Stuartini. Los espectáculos, de gran nivel, contrastan y casan perfectamente con las vetustas paredes que les hacen de escenario. Por su parte, la nutrida concurrencia se acomoda respetuosamente para que nadie pierda rípio.

Y así durante cuatro días, en los que han cabido una veintena de espectáculos individuales, dos galas colectivas nocturnas en la gran carpa, un concierto de cuencos tibetanos en la iglesia de Santa Coloma, dos conciertos mas en la carpa, una batucada, el estreno en Europa de la película “Solo para Payasos”, de Lucas Martelli –a la que era obligatorio asistir vestido de payaso-; la presentación del libro “Poesía Cirquera”, del malabarista Brunitus, e innumerables actividades lúdicas y formativas que culminaron con una cadena de tartazos entre los asistentes, las”Olimpiadas Malabares”, a ver quien dura más o llega mas alto, y el “Renegade”, en el que los neófitos y aficionados tuvieron la oportunidad de mostrar sus habilidades ante los curtidos profesionales.

Desde hace diez años Albendiego alberga durante el verano la carpa que se trajo Mario Gallego Pareja, uno de sus habitantes y cofundador de la compañía circense El Elefante Blanco. Desde entonces, se han celebrado en ella numerosas actividades lúdicas y culturales; por lo que viene siendo una referencia y un factor de cohesión en pro de la comarca. “En el año 2012”, comenta Mario, “el artista de calle Mike DosPerillas, Marta Checa, Javier Ugarte y yo decidimos organizar un encuentro de malabaristas y circo con carácter anual en Albendiego. La idea era y sigue siendo construir un lugar de encuentro de artes de calle y circo; y, por ende, dotar al pueblo de un elemento cultural que le anime y contagie al resto de la comarca”.

Lejos de quedar en anécdota, el festival de Albendiego no ha cesado de crecer. En esta tercera edición se ha doblado la participación de la primera. “Las repercusiones, sobre todo en el mundo circense, han sido enormes”, asegura Mario Gallego. “Tanto el circo tradicional como el nuevo circo conocen la existencia de MYAU. En cuanto a los aficionados, también saben de él por su repercusión en los medios de comunicación, y no menos a través del boca a boca”. Albendiego luce así con luz propia en el mapa del espectáculo.

Juan de Ures

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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