“Un salto de fe” — Concierto del grupo Ensemble 4/4. 12 septiembre 2015
Creo que por tercera vez acude este estupendo grupo al mismo auditorio, como en anteriores ocasiones, con una propuesta diferente. En esta ocasión, podríamos decir que la idea era que escucháramos piezas distanciadas en el tiempo entre 400 y 500 años con el fin de contrastar; una forma de hacer música antes y ahora. Me parece algo serio y complicado: la forma de cantar e interpretar las piezas es diferente en cada época.
La primera propuesta la hicieron sobre dos motetes, el primero de Palestrina y el segundo de Poulenc, curioso, las diferencias son tremendas con independencia de que me guste o no la obra. Normalmente, si escuchamos música en casa, no damos saltos tan grandes en el tiempo cuando cambiamos de disco, y los conciertos suelen ceñirse a una época o se hace un recorrido cronológico.
El siguiente bloque, también sacro, “Ave Verum Corpus” de W. Bird (1540), cantado con gran delicadeza y “Sent from God” de A. Campkin (nacido en 1984), una preciosa obra para soprano y coro con grandes sonoridades que interpretaron muy bien. Cerraron la primera parte con otro salto atrás, el anónimo del siglo XVI del cancionero de Upsala “Gózate Virgen Sagrada”, cantado solo por las mujeres.
Tras el respiro, escuchamos la obra más complicada y larga del sueco Thomas Jennefelt (1954), sobre una epístola de Santiago que es un texto muy duro, un serio aviso para los ricos, como una pequeña obra de teatro con voces y canto, con sensaciones de apocalipsis y juicio finaly, también, con grandes complejidades para la interpretación y la afinación, el título es “Warning to the rich”. Creo que el público quedó impactado de tal manera que al recibir luego la preciosa y sensible “If Ye love me” de Thomas Tallis (1505), nos alcanzó de otra forma, tremendo.
Finalizó el programa con dos obras profanas, “Il Bianco e dolce cigno” de Arcadelt (1504) y “With a lily un your hand” de E. Whitacre (1970), sobre un poema de F. García Lorca.
De nuevo otro gran contraste entre el cisne (cigno) y el lirio (lily), entre la delicada melodía y la fuerza expresiva. Desde luego no quedamos indiferentes ante estas propuestas y los aplausos se sucedieron a lo largo del concierto, cerrando con ovación. De propina, un madrigal de J. Bennett, preciosa despedida.
Enhorabuena al grupo por su calidad, sus afinaciones, su expresividad interpretativa y sus valientes propuestas.
Música y leyenda medievales — Emilio Villalba y Sara Marina. 19 septiembre 2015
Un gran desplegable en la verja con la imagen de un perro tañendo una viola bajo un arco medieval reza: “Concierto Exposición. Instrumentos Musicales con Historia”. Al pasar al interior y comprar la entrada miro el papel que muestra otra imagen medieval y, en el envés, de nuevo el perro como sello. Probablemente se trata de la perra Maya de la que luego hablaron al referirse al tallado del clavijero de la guitarra morisca (con tapa armónica de piel).
El escenario está muy cuidado, todo perfectamente dispuesto, la vista se recrea en los instrumentos y nos aproxima a lo que nos tienen preparado. Acudir a una cita con Emilio Villalba y Sara Marina siempre tiene algo de sorpresa y originalidad; si el año pasado nos ofrecieron “El Doncel del Mar” en la Iglesia de Santiago, en esta ocasión viajamos musicalmente con las leyendas medievales. Echo en falta un programa de mano, a la vez que recuerdo el de la ocasión anterior, que tanto me gustó, así que ya nos guiarán ellos.
Comenzamos con “Tristán, Isolda y la pócima”, para introducir una cantiga con la viola de teclas y la lira de “Trossingen”: sonidos preciosos, muy bonito. Seguimos con “el engaño de Orihuela”, con zanfona y darbouka. Luego, “Los almendros para la vascona Onneca en Medina Al Zhara”, con laúd y pandero. Voy poniéndole título a las leyendas para dar una idea sobre lo que se narraba antes de cada interpretación. “El horno de las brujas y el milagro del franciscano San Diego de Alcalá” en Sevilla y “La curación de Sancho I el Graso”, dieron paso a “Los granos de trigo y el tablero de ajedrez”, jugada maestra de Abenamar a Alfonso VI acompañada de una preciosa cantiga con el clavicémbalo y la viola.
Quiso Emilio presentarnos los instrumentos y, con detalle, pormenorizó con alguno de ellos: violas, entre ellas la de “teclas”, conocida también como “arpa de llaves” o “nyckelharpa”, de origen sueco que escuché por primera vez tocada por Ana Alcaide, en plena calle en Toledo, hace ya unos años. La guitarra morisca y el laúd, el clavicordio y el clavicémbalo, la zanfona, la lira de Trossingen, el arpa gótica y todo un conjunto de panderos formaban la galería de instrumentos, un auténtico museo.
La leyenda “El anillo y la Virgen”, sirvió para escuchar la obra más hermosa del concierto, “Mariam Matrem “del Libre Vermell de Montserrat; con el clavicémbalo y la viola recrearon tan hermosa pieza que me llego muy adentro. Sara Marina con las percusiones y los teclados y Emilio Villalba con las cuerdas llenaron el espacio de magia narrativa y sonora.
Primer domingo de otoño. Sorpresas musicales y una exposición
Acudo a la catedral esta soleada mañana con el propósito de escuchar a un coro, no anunciado, que va a cantar en la misa de canónigos de las 11. Al entrar oigo sus voces calentando, espero a que terminen y me lanzo a interpelar al director, su nombre es Igor Tantos y el coro es “Ciudad de Tres Cantos”, de Madrid; fundado en 1988 y compuesto, para la ocasión, por casi 30 voces. Me cuenta que han decidido venir a Sigüenza porque les apetecía pasar el fin de semana juntos y cantar en un sitio importante como la catedral. Vienen a cantar durante la misa, pero solo cinco piezas para no alargar mucho el oficio. Comienzan con “And the glory of the Lord” del Mesías de G.F. Haendel, acompañados al órgano por Juan Antonio Marco, me pone el vello de punta; es una pieza electrizante y lo hacen bien. Lo siguiente que escucho (“a capella”), es el “Ave Maria” de T.L. de Victoria, que me encanta, y el “Dona Nobis Pacem” de W.A. Mozart. Durante la comunión, el “Ave Verum”, también de Mozart, acompañado por el órgano. Quieren terminar en plan exultante y, para ello, interpretan el “Gloria in excelsis Deo” de A. Vivaldi: muy bien. Me despido del director, le doy las gracias y hasta otra.
Qué bien empieza la mañana. Ahora me dirijo a la Plaza Mayor a ver la exposición en la tienda de VEIGA, pero me topo con un guitarrista cantando con su micro, su silla, su amplificador y su guitarra española con pastilla amenizando al poco personal que hay a esta hora en las terrazas. Le escucho cantar con enorme sensibilidad y gusto y, no puedo evitarlo, cuando termina la pieza (Paisajes de Catamarca), me lanzo a preguntarle. Charlamos, me cuenta, dice que es algo parecido a un cantautor, pero que no, que canta las cosas que conoce todo el mundo, que sus creaciones le dan vergüenza y las vende en discos que me apresuro a comprar, me los dedica. También tiene a la venta un libro de poesías sobre la tierra y el paisaje. Todo montado como hemos visto a muchos: la funda de la guitarra abierta delante es la receptora de propinas, detrás una mesita plegable con sus discos y sus libros y, luego, su silla y su equipo. Vamos, lo que es la oficina de un juglar de hoy, y yo creo que lo es. Se llama Juan Hedo y procede de Prádena (Segovia), pero viene haciendo recorrido, y ayer estuvo en Albarracín. Le encanta viajar y cantar en las plazas porque el primero que disfruta es él, pero, es tan bueno, que el público se lo reconoce con sus detalles y aplausos. Me cuenta que sus padres se casaron en Sigüenza pues, el padre es de Atienza, (curioso…). Cuando se expresa detecto un espíritu libre, cuando toca la guitarra lo hace con cariño y delicadeza, noto mucho trabajo personal para montar cada pieza. A su voz le saca un magnífico partido gracias a una depurada experiencia. Sigo escuchándole un poco más desde la terraza tomando café, definitivo, es bueno y es un juglar.
Pero…, es que yo iba a la exposición, me pongo en marcha y entro en la tienda. “Caligrafía China en Cao Shu”, creo que me pasa lo que a la mayoría: “yo de chino, ni papa”, pero me complace ver esos trazos indescifrables y, con la ayuda de una tarjetita al lado de cada tabla, leo lo que es; para mí es un poco lo de menos, lo recibo como una estética maravillosa. Los chinos lo consideran un arte como la música o la literatura. Fernando Veiga ha escrito sobre tablas recicladas preparadas con fondos que destacan la caligrafía, además en la exposición podemos ver todos los útiles necesarios para hacer estas maravillas. Dentro de la exposición seguía escuchando a Juan, ahora hay mucho más personal en la plaza y en las terrazas, pero el amplifica su voz y guitarra con tan solo 50 watios que es más que suficiente para oírle (cuando pienso en los 50.000 de este verano, mil veces más ¡madre mía!).
Están llegando a la plaza, bajando por la calle Mayor, un grupo de chicas jóvenes vestidas elegantemente de blanco con cintas doradas como las antiguas doncellas, se sitúan en las escaleras de entrada al ayuntamiento para posar, me dicen que son de Villena, y se visten así durante las fiestas de “Moros y Cristianos”. Han venido a pasar el fin de semana al Parador y hacerse un reportaje fotográfico.
Juan interrumpe su sesión un ratito y se viene a tomar un vino. Intercambiamos correo y teléfono, para ver si es posible que venga este otoño-invierno a ofrecer un concierto a cubierto. Me encantaría, y parece que a él también. Nos despedimos después de oírle interpretar “Grândola Vila Morena”, del gran José (Zeca) Afonso; gran canto libertario que se convirtió en himno durante la “Revolución de los Claveles” en Portugal por 1975. Me tengo que ir a comer, he quedado, pero Juan se levanta y no me deja irme sin regalarme su libro de poesías. Gracias Juan, eres un tío grande, seguro que nos veremos pronto. Quedaros con el nombre: Juan Hedo. Buscad por las redes, es muy bueno.