Puede que todo comenzara cuando empezaron a llamar “cliente” al usuario de los servicios. La volatilidad de los contratos crece de forma imparable. Los abonados a servicios cotidianos como electricidad, comunicaciones, seguros, bancos, etc. deben mantenerse en alerta para que no se dispare los costes que soportan. Todo esto manejado con simplicidad publicitaria por las grandes empresas (te lo regalan pero luego te enteras de que te lo cobran) recae en los bolsillos de los consumidores.
Además todo es muy fácil cuando se trata de contratar (hoy mucho por teléfono) y diabólico cuando uno quiere enterarse de sus facturas, entonces te derivan a internet o a teléfonos donde la gente que te atiende no tiene las herramientas necesarias para aclararte las cosas porque no se la han dado.
Lo ecológico es internet, las cartas en el buzón se acabaron o a pagar. La tienda o el personal de la empresa se hacen inaccesibles (o los hacen) para que te defiendas como puedas, es decir que desistas.
A la vista de las facturas todo el mundo se ha preguntado muchas cosas, no son fáciles los conceptos y cómo se llega a la cantidad a pagar no está al alcance de la mayoría de los españoles. Desde luego la palma se la lleva, desde hace mucho, los servicios de telefonía, internet y televisión. La duración de un contrato puede ser de escasamente dos o tres meses pues te cambian cosas y en definitiva para que pagues más: ahora intenta aclararlo. Y lo último son los bancos, ahora hay que pagar por tener allí tus ingresos, tus recibos y tus ahorros. La denominación de las cuentas en inglés, aplicaciones (App) en el móvil, tabletas, etc., todo con términos de moda, pero ¿qué hay de los que no tienen ni saben de estas cosas?, fácil, a pagar.
Por tanto ese sector de la población analfabeta digital tiene que pagar por no saber. Es triste ver a la gente mayor o de mediana edad en el banco intentando resolver. “No, esto lo tiene que hacer en el cajero, sino tengo que cobrarle …euros”. Los empleados trabajan para hacer desaparecer a los empleados de las sucursales.
Pero las administraciones no se quedan atrás, no, ni mucho menos. Así van desapareciendo servicios como la oficina de la Tesorería de la Seguridad Social, el médico presencial, la consulta al especialista en el hospital (ahora, con el Covid, se retrasan mucho más).
Todo esto y mucho más va ayudando a dar resignadamente al “acepto” no solo en las páginas web sino en todas las áreas, porque leer y enterarte es cada vez más difícil. ¡Viva la despoblación!
Antonio López Rojas
Imagen Galya: Montaje basado en El pelele de Goya.