Durante millones de años el ecosistema mediterráneo de flora y fauna fue labrado y es consecuencia de los pequeños y grandes cambios climáticos, la herbivoría salvaje y los incendios naturales, dando alternancia a ecosistemas distintos con sus especies asociadas.
Cuando aparecemos los humanos y empezamos a realizar un uso intensivo del medio, los incendios que ardían de la energía acumulada en los campos, los cambiamos de lugar trasladándolos a nuestras industrias y casas.
Las grandes manadas de herbívoros salvajes que pastaban donde querían, las fuimos sustituyendo por ganado doméstico manejado para nuestros intereses y los cambios climáticos siguieron existiendo.
Esto dio como resultado una gran y rica diversidad de ecosistemas más o menos permanentes en el tiempo que los humanos estuvimos manejándolos acorde a nuestras necesidades, como zonas de cultivo y huertos, dehesas boyales, prados de siega y diente, pastos, montes maderables y matorrales para leñas y así mantener, escasamente, nuestro sistema energético.
Hace siglo y medio empezamos a cambiar ese modelo energético, las grandes industrias empezaron a abastecerse de carbón, después de petróleo y a partir de entonces quedó la energía del monte para abastecer al ciudadano y a sus pequeñas industrias que, hasta entonces, no disponían de esta energía. Con el tiempo el carbón, el petróleo y la electricidad acabaron sustituyendo todo ese sistema energético, la biomasa, que ya casi nadie usa.
Los grandes rebaños de herbivoría silvestre los sustituimos con nuestros grandes rebaños de vacas, ovejas, cabras y miles de motores de sangre, el caballo, la mula y el buey. Estos motores de sangre pasaron a ser maquinaria agrícola y de transporte que ya no comen matorrales y herbazales, sino petróleo y el resto de herbivoría doméstica, lo poco que quedaba, también la hemos eliminado de nuestros campos para pasar a consumir otra carne estabulada como energía para nuestro cuerpo.
Cambiamos nuestro modelo de vida, ganadero y energético y los pocos que vivimos en los pueblos, no tenemos esos modelos de vida ni esas necesidades energéticas, no vamos a por matorrales para hacer pan, ni calentarnos con leña, ni vamos en burro como antaño por qué no lo necesitamos.
Todos los humanos, tiempo atrás, directa o indirectamente contribuimos a una deforestación casi absoluta buscando la energía necesaria para cualquier civilización y así acabamos con casi todos los incendios en el campo, cuando apareció y se estandarizó el carbón estaríamos al límite de carga humana condicionada por los recursos energéticos.
Antes los montes estaban "limpios", esta no creo que sea la palabra exacta, la limpieza, aquí, tiene otro concepto, los montes estaban consumidos y esquilmados por esas necesidades energéticas, era un ecosistema estepario rico en especies que ahora desaparecen
Los ayuntamientos, propietarios de esos montes, mantenían parte de su hacienda con esos recursos o se los robaban con nocturnidad y alevosía, hoy tener un monte es una ruina económica al que le tienen que dedicar recursos que no tienen.
La herbivoría no existe, la energía que nos abastecía la hemos devuelto al monte y la climatología sigue con su Niño y Niña.
¡y ahora!
¿que esperamos?