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El 2020 ha sido un año muy extraño. La pandemia ha paralizado nuestras vidas. Sin embargo, el confinamiento también ha tenido una vertiente positiva. Nos ha permitido realizar actividades que –debido a la rapidez de la «vida moderna»– no teníamos tiempo de abordar. Entre ellas, la lectura. En estos meses hemos consumido más libros que nunca. Primero, hemos tirado de las obras que teníamos en casa. Y luego, nos las hemos ingeniado para conseguir nuevos títulos que hicieran más llevadero el encierro.

Luis García Jambrina.

Un panorama que, también, han notado los escritores. Algunos de ellos han aprovechado los meses de reclusión para dar forma a nuevas publicaciones. Luis García Jambrina ha sido un ejemplo de ello. Ha podido avanzar en diferentes proyectos, como «El Manuscrito de Barro», que ya se encuentra en las librerías. Se trata de la quinta entrega de la serie protagonizada por Fernando de Rojas –autor de «La Celestina»–, que se pone en la piel de un investigador de homicidios. De hecho, en todos estos títulos se combina la novela histórica y la negra…

Sin embargo, en «El Manuscrito de Barro» se distinguen algunas novedades importantes. Si en las cuatro obras precedentes el escenario principal de la trama era Salamanca, en esta ocasión los sucesos se desarrollan en el «Camino de Santiago» durante 1525. “En aquella época, los peregrinos debían hacer frente a peligros de todo tipo y eran víctimas de intereses bastardos en los que se mezclaban la avaricia, la política, la religión y el crimen”, confirman los editores. “Además, yo quería hacer una novela itinerante, ya que las anteriores se situaban en uno o en muy pocos escenarios. Por ello, deseaba que la trama tuviera lugar tanto en el tiempo histórico como en diferentes puntos del espacio”, añade el autor.

De hecho, Luis García Jambrina ofrece una magnífica descripción de la ruta jacobea. Y lo hace durante un periodo en el que dicho recorrido se encontraba en decadencia. “A lo largo del siglo XV el «Camino de Santiago» perdió peregrinos y vio cómo se cambiaba el perfil de los mismos”, confirma el escritor. El mencionado itinerario “se llenó de salteadores, de pícaros y de personas que pretendían hacer negocio de muchas maneras…”. Por tanto, “ambientar crímenes en este contexto tampoco fue una cosa complicada”.

Además, “en aquel momento comenzó el auge del Luteranismo, un credo que era enemigo de este tipo de peregrinajes y, en especial, del que dirigía a la actual capital gallega”. Un posicionamiento que, al final, influyó en los creyentes alemanes, que –en un número importante– “dejaron de acudir a este camino”. Eso, a pesar de la gran tradición que dicho «trayecto místico» tenía entre los teutones. No en vano, el primer manual realizado sobre la mencionada ruta –que recibió el nombre de «La peregrinación y el Camino de Santiago»– estuvo impulsado por un monje germano –Hermann Künig von Vach– en 1495.

Portada de El Manuscrito de Barro

 

Una novela apasionante

Toda esta realidad histórica aparece retratada en «El Manuscrito de Barro». “Gracias a su cuidada ambientación, la obra muestra una cara inédita de la ruta jacobea en una época de gran turbulencia”, corroboran los responsables de la publicación.

- Pero, ¿cómo comienza la trama del libro?

- El inicio se produce debido al asesinato de un peregrino poco antes de llegar a la ciudad de Burgos –explican los editores–. Se alza como una más de una serie de extrañas muertes que se estaban produciendo en las diferentes etapas del «Camino Francés». Por tanto, el arzobispo de Santiago pidió a Fernando de Rojas que se hiciera cargo de la investigación del caso.

Empero, Rojas ya se encontraba retirado de su labor como «pesquisidor». De hecho, se estaba encargando de diferentes actividades comerciales en Talavera de la Reina, donde residía. Por tanto, se mostró renuente a atender las peticiones del religioso. Sin embargo, y ante la insistencia del prelado, el autor de «la Celestina» acabó aceptado la misión. “Le pudo la curiosidad”, confirma García Jambrina. “También vio la oportunidad de salir de la rutina”.

De esta manera, emprendió la indagación del suceso. Lo hizo en compañía de un colaborador, llamado Elías do Cebreiro, que era el archivero de la catedral de Santiago. Ambos protagonistas tiraron de un hilo que –a su vez– les fue llevando a otras muertes producidas en la ruta compostelana. Todos estos asesinatos estaban realizados por la misma mano. “Las víctimas aparecían sobre el barro y, en sus cuerpos, se grababa un signo, consistente en una «y griega». Una letra que siempre ha estado cargada de mucho simbolismo”.

Sin embargo, y aunque los protagonistas de la obra son Fernando de Rojas y Elías do Cebreiro, a lo largo de la trama van brotando otros nombres, que enriquecen la historia. “Aparecen una gran variedad de personajes, con el fin de mostrar la diversidad de peregrinos que existían en el lugar”, asegura el autor.

- En este sentido, ¿por qué ha querido usted ambientar «El Manuscrito de Barro» en el «Camino de Santiago»?

- Se trata de un escenario que me atrae mucho –confirma Luis García Jambrina–. Hay que tener en cuenta que la ruta jacobea transciende a lo «religioso confesional». Se alza como una experiencia vital y personal muy importante.

No en vano, en el mencionado recorrido “se entremezclan muchas cosas, como lo cultural, lo social, lo económico y lo político”, explica el escritor. En este sentido, llega a defender que el referido trayecto “puede constituirse como un antecedente de la Unión Europea, ya que siempre ha vertebrado el continente de Oriente a Occidente”.

Luis García Jambrina.

 

Un importante trabajo de investigación

El interés genuino de García Jambrina por la ruta compostelana ha desembocado en una buena labor de documentación para «El Manuscrito de Barro». “Éste era un tema en el que deseaba sumergirme y he ido leyendo todo lo que caída en mis manos”, confirma el responsable del libro. “Sobre todo, me he centrado en testimonios de peregrinos y en libros de carácter histórico, así como en trabajos relacionados con la simbología, lo político y lo económico de esta alternativa”.

Un arduo trabajo que se ha acabado exponiendo en la novela. “Lo que buscaba era mostrar el día a día de la ruta Jacobea y de los lugares por los que pasaban los personajes de la obra”. Por ello, el autor fue a visitar in situ muchos de estos emplazamientos. “Contacté con un historiador de Lugo que conocía muy bien el «Camino de Santiago» y exploramos juntos muchos de los sitios que –al final– se reflejan en la trama”, confirma el escritor. Por tanto, el esfuerzo de documentación se ha basado “tanto en el análisis de libros y archivos, como en el recorrido de los espacios”.

De esta forma, la lectura se convierte en una magnífica alternativa para tiempos de COVID–19, ya que estimula la imaginación. Pero, ¿cómo ha afectado el coronavirus al sector editorial? “Paradójicamente, la pandemia ha sido –por decirlo de alguna manera– «positiva» para la literatura”. ¿En qué sentido? “Debido al confinamiento, se ha leído más”, asegura García Jambrina. “Mucha gente ha aprovechado para regresar a los libros o se ha acercado por primera vez a los mismos”. De hecho, “en España se ha notado cierto aumento en la venta de ejemplares”.

“Algo que se debe a las propias virtudes de las letras, sobre todo si las comparamos con otras formas de ocio”, explican los especialistas. “El libro se puede disfrutar en cualquier sitio y de todas las maneras posibles. Además, permite dosificar su deleite según el gusto y la disponibilidad del receptor”, añade el autor de «El Manuscrito de Barro». En definitiva, “te posibilita vivir otras vidas y viajar en el tiempo y en el espacio”. Sin duda, una magnífica alternativa para tiempos pandémicos como los actuales…

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