El Cardenal Bernardino López de Carvajal, obispo de Sigüenza en 1495-1511, nunca estvo en Sigüenza pero no salía de Roma...
El 13 de enero de 1517 el embajador de Venecia en Roma informaba de que algunos días antes había habido gran jaleo porque dos romanos habían resultado heridos, por algunos españoles, lo que puso a los romanos y a los Orsini en armas, yendo a casa del cardenal de Santa Cruz, Don Bernardino López de Carvajal, en Tor Millina (una verdadera torre que aún existe detrás de la plaza Navona), donde estaban los españoles. Menos mal que el cardenal estaba en el palacio apostólico y no en casa, pues hubo que entregar a los que habían hecho el daño y tuvieron que ir el cardenal de Médicis y el duque de Urbino a calmar el tumulto. Dos días después Carvajal pudo volver a casa. El 14 de enero algunos cardenales hablaron al Papa excusando al cardenal Carvajal por el tumulto ocurrido.
Una carta de Roma de 14 de enero, escrita a Girolamo Lippomano, da una relación más pormenorizada de los hechos: parece que un joven romano iba cabalgando un caballo muy bravo y, cuando pasaba delante de la casa de Carvajal, ante la cual había bastantes españoles, el caballo comenzó a cocear y un español dijo: “Échese atrás con ese caballo, que si no se va, le daré de esta espada” a lo que el romano le dijo: “Este caballo mío no quiere estar en paz” y los españoles empezaron a mofarse. El romano sacó la espada y cargó contra los españoles que entraron en el patio del palacio y comenzaron a combatir; pero viendo la situación salió del palacio sin ser herido. El cardenal de Santa Cruz, oyendo el rumor, salió y dijo: “¿Qué hay?” y cuando le narraron los hechos dijo: “Ho tanti in casa que manzan il pan indarno” (tengo a muchos en casa que comen el pan en vano) y comenzó a insultar a los suyos. El romano era amigo del cardenal Corner y le rogó que viese al cardenal Carvajal para hacer la paz. Corner lo invitó a comer a su casa al día siguiente porque después de comer vería al cardenal Carvajal en el palacio apostólico. Al día siguiente, después de comer fueron juntos a caballo al palacio apostólico; pero al llegar a la plaza de San Pedro se cruzaron con la familia del cardenal Carvajal que volvía a casa después de haber dejado a su amo en palacio. El maestro de casa de Carvajal reconoció al joven y los palafraneros los atacaron, quizá veinte personas. Los romanos no quisieron huir, se defendieron, pero los españoles les propinaron muchas heridas y les mataron los caballos, de forma que creyeron que habían muerto y se fueron. Los guardias suizos del papa no se quisieron mover. Se corrió la voz por Roma de que los españoles habían matado a dos romanos, los parientes se levantaron y el hermano de uno de ellos corrió al Borgo y a uno de los españoles, al que reconoció, lo atravesó con una pica, con lo cual toda Roma se vio envuelta en el tumulto. A los dos jóvenes los llevaron a casa del cardenal Corner, a uno de ellos le habían cortado una mano y al otro las piernas. Los Orsini, con sesenta hombres de armas fueron a casa del cardenal de Santa Cruz; salieron diez españoles con picas que hicieron recular a los romanos hasta la casa de Cavalizense; ninguna de las partes contendientes llevaba arcabuces ni ballestas y los españoles no se quisieron alejar para que no les sorprendieran por la espalda, y se volvieron a casa.
Regresaron todos a sus casas pensando que se habían enfrentado los Colonna y los Orsini. El cardenal de Santa Cruz, volviendo a su casa y subiendo el puente de S. Angelo vió a muchos romanos en orden de combate y el condestable del castillo le dijo: “Monseñor no prosiga, porque le matarán”. La familia del cardenal los contuvo, Carvajal y todos los suyos entraron en el castillo, que fue cerrado. Luego el castillo comenzó a preparar la artillería. Vino el duque de Urbino con los caballos y los suizos y estuvieron en el puente veinticuatro horas. Luego, viendo a las familias de los cardenales Remolino y Arborense, más de 200 españoles fueron a casa del cardenal Carvajal y prepararon la artillería (literalmente, no es exageración) y todo lo necesario. Todo el partido de los Orsini estuvo ante la casa de Carvajal hasta las tres de la noche y llevaron artillería; llegó el cardenal de Médicis con el duque de Urbino queriendo saquear la casa de Santa Cruz, lo cual hubiera supuesto la muerte de más de 400 personas ya que había 300 españoles dentro. El cardenal de Médicis fue personalmente a hablar con los españoles para que se rindieran dándoles su palabra de que no querían más que a los que habían hecho el daño. Los españoles hicieron consejo y se rindieron a pacto de que no se hiciera daño más que a los que habían perpetrado el ataque. Entró el duque con algunos y fue detenido el maestro de casa del cardenal con otros siete, los cuales dijeron que no tenían la culpa. Carvajal, aquella noche durmió en casa del cardenal Cibo; el 17 de enero fue a alojar en Santa Maria in Porticu, mientras los jefes romanos fueron a hablar con el Papa, aunque no se sabía lo que se habían dicho. Todo esto lo encontraran ustedes en el volumen 23 del diario de Marin Sanudo, un veneciano que nos dejó abundante documentación y eso quiere decir que la noticia corrió por muchos sitios.