Vamos a hablar de la segunda mitad del XVIII, un tiempo, durante el cual la diócesis dio a la iglesia siete prelados, para España y América. De manera que fueron 50 años de gloria para unos sacerdotes que prestamos a otras comunidades católicas en España y América.
No les voy a dar un rollazo con sus vidas, pero por lo menos, cuatro datos para saber quiénes eran, pues se trataba de hombres cultos.
El primero, don Pascual Herreros, natural de Milmarcos, fue obispo de León de 1762 a 1770 y aunque dejó su voluntad de ser enterrado en su pueblo natal, en realidad sus restos están en León.

Luego tenemos a don Bernardo Antonio Calderón, obispo de Osma de 1764 a 1786, que tuvo noticia de su nombramiento mientras trabajaba como juez de bienes para la Inquisición. Su familia era de Gualda y de Budia
Don Francisco Fabián y Fuero, nacido en Terzaga, pronto quedó huérfano, viviendo en Almazán y formándose en distintos lugares hasta obtener los grados en la universidad de Sigüenza, el colegio de San Antonio de Portaceli, del que fue rector en 1743. Fue luego canónigo magistral de Sigüenza y canónigo de Toledo hasta su nombramiento para la diócesis de Puebla de los Ángeles, en México, donde fue uno de los sucesores del beato Palafox y Mendoza en 1765, y prosiguió la gran actividad religiosa y cultural de Palafox. Desde 1773 fue arzobispo de Valencia, pero tras la revolución francesa, la llegada del clero y las monjas huidizos le llevó a problemas con el gobierno acabando desterrado y renunciando al arzobispado en Enero de 1794 por indicación de Pío VI, retirándose, primero a Terzaga y luego a Torrehermosa, lugar de nacimiento de San Pascual Baylón, donde falleció en 1801y donde fue enterrado. Por alguna parte tengo leído que este prelado tuvo que ver con el inicio de la cultivación de los cacahuetes en tierra valenciana.

Don Victorino López Gonzalo, era también de Terzaga, y fue obispo de Puebla entre 1773 y 1786, pasando luego a Tortosa, donde ejerció de 1786 a 1789 y, luego a Cartagena, de 1790 hasta su muerte en Almansa en 1805, durante la visita pastoral. En la diócesis de Cartagena realizó una gran actividad de todo tipo por eso se le consideró un gran prelado.
Pero es que en Sigüenza había nacido su predecesor en Cartagena, don Manuel Felipe Miralles que había sido antes canónigo doctoral de Sigüenza y arcediano de Toledo y estuvo desde 1785 hasta su fallecimiento en Murcia en 1788, pero tuvo que ser persona de gran nivel si el canónigo de Cartagena, Juan Lozano, al publicar el sermón de su funeral en el convento de Santo Domingo de Murcia le puso como título, refiriéndose a este ilustre seguntino: “El hombre sin doblez del siglo XVIII”.
Don José Antonio de Isabela, fue otro diocesano elevado a obispo de Comayagua (Honduras) en 1785 pero falleció en Diciembre de ese mismo año.
Y ponemos a otro muy importante, don Manuel Joaquín Morón, obispo de Valladolid, nacido en Almazán, que fue cura párroco de San Nicolás de Madrid y desde el 26 de Septiembre de 1785 obispo de Valladolid. Se caracterizó por su caridad con los pobres y también por su apego a la familia de la cual tuvo varios colaboradores. En San Pedro de Almazán se conserva un retrato suyo.
Entre los parientes colaboradores destacó Manuel Joaquín Tarancón y Morón, un personaje nacido en Covarrubias, zona de Almazán, y que encontrarán ustedes por todas partes, porque estudió derecho civil doctorándose en Valladolid, universidad de la que fue rector en derecho canónico, obteniendo el grado de doctor en Osma. Siendo lectoral de Valladolid fue nombrado preceptor de Isabel II y de Luisa Fernanda para ser nombrado obispo de Córdoba en 1847 y arzobispo de Sevilla en 1857, haciéndolo cardenal Pío IX al año siguiente y falleciendo en Sevilla en 1862.
Pedro A. Olea Álvarez
Sigüenza 29 Junio 2025.