A la historia de la imprenta en Sigüenza le han dedicado estudios plumas insignes de la ciudad, como Felipe Peces o Gregorio Sánchez Doncel, pero podemos considerar a Juan Catalina García como el precursor de estas investigaciones, con la publicación en 1899 de su obra “Biblioteca de escritores de la provincia de Guadalajara y bibliografía de la misma hasta el siglo XIX”, que le hizo acreedor del Premio convocado por la Biblioteca Nacional en 1897.
A pesar de que estos autores usaron enfoques distintos para acercarse al tema de estudio, todos ellos coinciden en un punto: el libro más antiguo impreso en Sigüenza, de los que se conservan, es el “Breviarivm ivxta consvetvdinem almae Ecclessiae Segutinae”, que imprimió Sebastián Martínez en 1561.
Portada
Preparando un artículo para estas páginas sobre un trabajador de la imprenta de Sebastián Martínez y los problemas que tuvo con la inquisición, me encontré con un dato que me desconcertó: en la Real Biblioteca del Palacio Real de Madrid se conserva un misal, impreso en Sigüenza, que data de 1552. Al principio pensé que se trataba de un error: la Real es una biblioteca bastante conocida, y supuse que alguien se habría percatado del dato. No obstante, no he podido encontrar a ningún estudioso seguntino o foráneo que lo nombre en relación con nuestra ciudad, así que aprovecho este espacio para dar noticia del hallazgo.
El título del libro es “Missale ad usum Ecclesi[a]e Seguntin[a]e”, es decir, “Misal para uso en la Iglesia Seguntina”. Se trata de un libro litúrgico que contiene todos los textos necesarios para la celebración de la misa: lecturas, cantos y oraciones, con sus rúbricas correspondientes. ¡Incluso indica cómo debe proceder el sacerdote en caso de exorcismo! Incluye también un santoral en el que, mes a mes, se van indicando los santos venerados y las festividades correspondientes a cada fecha, incluyendo las específicas de la iglesia seguntina, como la celebración de Santa Librada, el 18 de enero, la cual se ilustra con unos grabados que resumen la historia de esta mártir. El libro finaliza con una tabula o índice y una sección dedicada a la resolución de dudas (Resolutorium dubiorum).
Es también un libro de extraordinaria belleza. El texto se presenta a dos columnas y a dos tintas (negro y rojo), siendo enriquecido por apostillas marginales o glosas que explican o aclaran el contenido. A lo largo de sus páginas encontramos numerosas ilustraciones, consistentes en grabados xilográficos (técnica de impresión con plancha de madera) que representan escenas de la vida de Jesús. También las letras capitulares (mayúsculas con las que comienzan los párrafos) están adornadas con xilografías.
Consagración de la iglesia seguntina.
Grabados
Otra característica del libro, común en los misales de esta época, es la inclusión de abundantes páginas dedicadas a la música, donde se plasman las oraciones que se deben cantar en las distintas festividades del año. Para su representación impresa se usa la llamada notación mensural, el sistema de notación musical que se usó en la música europea desde finales del siglo XIII hasta aproximadamente el año 1600, y que permitía indicar ritmos complejos con gran exactitud y flexibilidad respecto a su predecesora: la notación modal.
En el libro no se indica quién fue el impresor, anotando únicamente que se hizo en Sigüenza, en el mes de febrero de 1552, y está dedicado a Fernando Niño, quien fuera obispo de Sigüenza entre 1546-1552.
Santa Librada
Finalmente, quedaría por dilucidar cómo llegó este ejemplar a la Real Biblioteca. El único dato que tenemos de este extremo es que en el libro se incluye un ex libris (etiqueta o sello grabado que se estampa en el reverso de la tapa de los libros, en la cual consta el nombre del dueño o el de la biblioteca a que pertenece el libro) de la época de Fernando VII. Queda descartado que hubiera llegado por medio del hoy conocido como depósito legal, ya que no fue hasta 1716 cuando se publicó la Real Cédula por la que se concedía a la Real Biblioteca el privilegio de recibir un ejemplar de cuantos libros y papeles se imprimiesen. Otra teoría que consideré es que se tratara de un regalo que le hizo el Obispo de la ciudad a Fernando VII durante la visita que éste hizo a la Sigüenza en agosto de 1826. No obstante, el añorado José Ángel Laguna Rubio nos indicó en su artículo sobre esta visita real que “…el cabildo regaló a los monarcas una reliquia de la patrona de esta ciudad y obispado en un ostensorio realizado en plata”. Así, como última teoría, no es imposible que el libro hubiera sido robado durante uno de los numerosos saqueos que sufrió la catedral durante la guerra de la Independencia, y que hubiera sido recuperado –como ocurrió con muchos bienes expoliados– durante la desordenada huida del ejército francés cuando la guerra se tornó del lado español.
Dedicatoria.
Sea como fuere, aquí dejo noticia del hallazgo, esperando que estas pocas líneas ayuden a futuros investigadores a enriquecer la apasionante historia de la imprenta en Sigüenza.