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El festival se consolida y este año decidió apostar por innovación más que tradición y por artistas con raíces firmes desde hace tiempo. El único evento tradicional correspondió a los Danzantes de Galve de Sorbe que el domingo a mediodía inundaron de público el atrio de la catedral para mostrar sus bailes, ataviados según la costumbre.

Danzantes de Galve de Sorbe.

Todos ellos son jóvenes que ensayan y aprenden en sus vacaciones de verano pues no viven allí el resto del año. Los trajes son distintos entre pequeños y mayores pues van de los 8 a los 23 años según contaron. La dulzaina y el tamboril tocan y ellos danzan ayudados del “zarragón”. Arrancaron haciendo un estupendo pasacalles por la calle Cardenal Mendoza desde la plaza de Hilario Yaben hasta la catedral para instalarse ante la puerta principal o del perdón y ejecutar sus danzas más singulares. Por suerte los danzantes se han recuperado no solo en Galve, también en Majaelrayo, en Valverde de los Arroyos y en Condemios de Arriba, todos ellos pueblos de la sierra norte de Guadalajara que muestran similares características en su folklore y que resultan espectaculares.

Los hermanos Cubero.

Durante el fin de semana “Los Hermanos Cubero” el sábado y “Carlos Soto Folk Trío” el domingo actuaron en el Torreón representando a los sonidos castellano-alcarreño y castellano a secas respectivamente. Los hermanos son una singularidad del folklore alcarreño, tocaron en la noche, acompañados de su guitarra y la mandolina con su aire “bluegrass”, romances, jotas, seguidillas, etc“canciones de reir, llorar, beber y bailar” como dijeron. Arrancaron con música tan tradicional como la famosa “Entradilla” de Agapito Marazuela, con un resultado sorprendente al escucharla en la mandolina. Sobre “El aire” nos dijeron que en Guadalajara es casi un himno y siguieron luego “Arte y orgullo”, “Levántate”,  “Habanera de Maranchón”. Entonces entramos en el lado llorar, canciones de su último disco “Quique dibuja la tristeza”, y es que Enrique perdió a su mujer por culpa del cáncer y su defensa fue crear estas hermosas piezas de su vida cotidiana con ella, en las que Roberto, su hermano, le acompaña con discreción, así escuchamos “Tenerte a mi lado”, “Que haré el resto de mi vida” que es una variación inspirada en la música de “A mi manera” muy curiosa, y “El tiempo pasó”. Todas ellos muy bonitas pero la gente a esas horas lo que quiere es más marcha, aun así regresaron a las tradicionales con su aire de “bluegrass” con “La molinera y el corregidor”, y poco a poco la noche se fue apagando. Acudimos menos público del esperado y lo cierto es que estaba anunciado como concierto, por lo que se echó en falta una silla y más silencio para escuchar. Pienso que habrían hecho mejor en no presentar piezas de su último disco pues apagó el ambiente, son para escuchar en el Pósito y no en el Torreón con el bar abierto…., a mí me gustaron mucho.

Carlos Soto Folk Trío.

El Torreón apagó sus luces y descansó unas horas antes de abrir para el baile-vermú del domingo con el grupo de Carlos Soto, integrado en esta ocasión por él mismo (viento y voz), María Desbordes (percusión, viento y voz) y Carlos Martín Aires (cuerda y voz), trío núcleo del quinteto Castijazz. Para la ocasión nos ofrecieron parte de su último trabajo “Tierra de nadie” y otras ya escuchadas. Curiosamente tras empezar con “Retorno a Sefarad” nos ofrecieron la “Entradilla”, tal y como hicieron los Hermanos Cubero la noche anterior, dando un aire hindú a mitad de la pieza, hay que ver lo que da de sí la pieza de Agapito, permite todo. Carlos Soto imprime su sello con la flauta cualquiera que sea la canción, y con María Desbordes encaja la voz de maravilla, claro que Carlos Martín también canta y compone. Recorrimos aires mudéjares con improvisaciones, aires bretones en “El círculo mágico”, ritmo de vals con sentimiento triste pero con esperanza en el “Vals para mi pie izquierdo”. Carlos Martín se arrancó con la “Charrada de los perros”, también tocaron la sefardí “La rosa enflorece” con todo el terciopelo de la voz de María, e interpretaron las “Seguidillas serranas” creación de C. Martín, cerrando con el “Corrido de S. Miguel del Arroyo” de C. Soto. Le dieron a todos los palos y el mucho público que acudimos (hasta con los niños) disfrutamos de la música y el vermú.

Xuacu Amieva & Dobra

Las tardes en el Pósito también fueron para dos grandes del folk y de la innovación. El viernes Xuacu Amieva & Dobra mostraron la riqueza de los sonidos astures y el sábado llenazo para la jota con la aragonesa Carmen París. Una vez inaugurado el VII SegontiaFolk por Jesús Moreno (representando a los empresarios seguntinos) y Fernando Iñiguez locutor de radio 3 con su programa de folk “Tarataña” y habitual desde hace unos años, Xuacu y su grupo, como si no hicieran nada, se tocaron 23 piezas. Muy buen sonido, grandes instrumentistas como Laura Fonseca en el violín y rabel, José Martínez en la guitarra, Paula Amieva en la percusión y el gran Xuacu a la flauta, rabel y gaita. Muy bien conjuntados también, ofrecieron piezas tradicionales, tonadas, polkas, jotas, muñeiras y composiciones propias. Cuando comenzaron con la tradicional “Pastor que estas en el monte” la voz de Xuacu me recordó la de Víctor Manuel en sus comienzos con “El abuelo Victor”. Con el rabel o bandurria (llamado así en Asturias y en Cantabria) escuchamos “Les castañes”, y como dice Xuacu del rabel: “te pasas media vida afinándo y la otra media tocando desafinado”, pero Laura y él fueron perfectamente afinados y conjuntados. Algunas de las piezas que más me gustaron fueron “La marcha de Brañes”, “Melena roja al viento” y “Nalón” creaciones propias, “La muñeira de Antón” y “La muñeira de Xixon”, “La danza del osu”, “El besu”, en fin tantas y tan bien tocadas. Los aplausos desde la primera pieza no pararon y el final fue apoteósico pues, llegados de otros sitios, algunos subieron con la bandera de Asturias al escenario a bailar y cerrar con una demostración excepcional de Xuacu como gaitero. Así que quedamos encantados con este concierto como primer encuentro del festival.

Carmen París


El sábado por la tarde, parece que hubo efecto llamada y no faltó nadie, y es que allí estaba Carmen París con su “París al piano”.Lo digo antes de que sigáis leyendo, no espero al final para confesaros que me ha ganado como adepto, a mí, que no la había escuchado en directo, me devoró. Salir a escena, en jarras, cantando a capela, a jotazo limpio, sin micro, a lo tradicional y desafiante solo lo puede hacer una artista excepcional como ella, mostrando así que también puede jotear como otros y luego jugar mezclando la jota con la música de cualquier parte como nos demostró. ¡Menudo arranque! Sentada al piano nos fue relatando y cantando, desgranando los entresijos de sus composiciones. Pues venga, para empezar una jota-balada-jazz: “En mi pecho”, inspirándose en una jota y cambiando la letra para psicoanalizarse: “…quiero descubrir si fui quien soy ahora, renovando mi persona…”, sencillamente genial. Y era solo el comienzo. La siguiente la definió como jota-chotis-ranchera a lo gaditano-cubano: “Jotera lo serás tú” donde acaba con “si vas a Calatayud, turu, ru, ruru, ru” ya está todo dicho, ¡ea! Y seguimos con el principio de sincronicidad descrito por Carl Gustav Jung para explicar las casualidades, que según Carmen la condujo a crear: “Cositas in solitas” en ritmo de son cubano y donde nos sedujo para ser coro participativo: “tanta casualidad, no puede ser... casual”,vamos, lo que se proponga. Lanzada a componer quiso crear un bolero y la inspiración le vino de una lectura en un avión sobre el “entrelazamiento cuántico” descrito por A. Einstein y donde parece no importar la distancia del emparejamiento de dos partículas subatómicas de nombre quark, a la que llamó distancia espeluznante, (no me digan que no es... tiene tela esta mujer); de esta manera escribió el primer bolero científico-cuántico con el nombre de “Distancia espeluznante”, es que son unas ideas increíbles. Reconoció haberle hecho mucho bien María Dolores Pradera, artista a seguir por introducir tanta canción latinoamericana y que tanto le gusta, llegó el momento de homenajearla y cantó “Te solté la rienda” de José Alfredo Jiménez, mucho sentimiento en la interpretación. Seguimos con anécdotas y detalles de cada canción, no os voy a contar todas (haber ido), escuchamos “Mediterráneo” de Serrat, “A Little chain of gold, o La cadenita de oro” primera jota en inglés, que es un lamento por los pueblos saqueados, “Justone o solo uno” jota a lo New York, New York, “Cuerpo triste” candombe uruguayo. El concierto iba terminando e invitó a los hermanos Cubero, presentes en la sala, para hacer algo entre los tres, y allí que se cascaron “Si el sol fuera jornalero”(canto de segadores) en jota a tres. Quiso despedirse como empezó y se cantó a capela la jota “Hago a las piedras llorar”. Ante la insistencia de aplausos tuvo que ofrecernos la última de verdad que fue “Savia nueva”.Podría contar muchas más cosas de esa tarde con Carmen pero tampoco voy a ocupar todo el periódico con esta reseña. Solo me queda decir que tuvimos la suerte de disfrutar de una gran artista, llena de conocimientos e inspiración, repleta de vida y recursos, ideas y tablas. Gracias Carmen.

Jon Urrutia. Trakamatraka.


En la tarde del domingo se cerró el festival con “Trakamatraka”, estupendo espectáculo a cargo de Jon Urrutia para disfrute de la familia reciclando en instrumentos musicales muchas de las cosas que desechamos, los niños gozaron lo suyo. Y por qué no, el folk no está reñido con la ecología y el cuidado del medio ambiente.

Es de agradecer el buen hacer, como siempre, de Javier Villaverde en la mesa de sonido y, por supuesto, de Raúl Sales por sus logros de los que nos hace participes. Que la A. E. S. siga por mucho tiempo ofreciendo este festival, gracias empresarias y empresarios.

Vuelvo a insistir: Con el debido respeto a las autoridades competentes y como en otras ocasiones, aprovecho para solicitar para el Pósito, tras haber cumplido con creces sus primeros diez años de exhaustiva utilización,  una reparación del suelo de su escenario, un telón que funcione, una ampliación de la escena, unas luces que no martiricen al público y un repaso general de butacas.

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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