Dice el refrán que no hay profeta en su tierra, pero en Sigüenza no seremos tan necios como para no darnos cuenta de que Iván Miño es un músico como la copa de un pino. Con su quinteto de jazz, Iván ofreció el viernes 13 de agosto en la Alameda un concierto pleno de elegancia, musicalidad y buen gusto, con una formación conjuntada, potente y sutil, que sonó de maravilla.
Actuación de Ivan Miño Quintet en la Alameda.
A lo largo de un par de horas, Iván Miño Quintet retuvo a un par de centenares de personas que lo escuchaban embelasadas pese a la tórrida temperatura de aquel día, uno de los más severos de este verano. Y no es porque Iván planteara un concierto amable, de standards más o menos conocidos por el público, una dosis complaciente para escuchantes poco placeados. No: Iván nos trató como adultos y planteó un concierto de jazz moderno en la estela de los trompetitas contemporáneos que más admira: Clifford Brown (1930-56), Lee Morgan (1938-72) y, sobre todo, Roy Hargrove (1969-18). Sin concesiones.
Acompañado del excelente saxofonista David Cases, Javier Pérez al contrabajo, Daniel Miralles al piano y Héctor Gómez a la batería, Iván se presentó en su localidad natal con su quinteto, una joven formación de músicos vinculados al Conservatorio Superior de Jazz de Valencia, todos ellos de una competencia profesional incontestable. Y no brillaron únicamente en los solos, habitualmente los más jaleados: cuando trompeta y saxo presentaban el tema principal de cada pieza, arropados por el grupo entero, daban muestra de una compenetración y un sonido empastado que revelaba las muchas horas de música juntos.
Iván Miño
Desde Old Devil Moon, de Sonny Rollins, con que dio comienzo el concierto, los temas se sucedían unas veces más rítmicos, otras más pausados, siempre con una ejecución impecable: Totem pole, de Lee Morgan, Footprints, de Wayne Shorter, I´m not so sure, de Roy Hargrove, o Bring on home to me, de Blue Michel, piezas clásicas que se alternaban con otras más recientes, como No te aguanto más, del saxofonista valenciano Perico Sambeat, o Roy´s day, composición del propio Iván. Todo se desarrolló con un sonido impecable, un volumen sin estridencias y la gente pasándolo bien, en una nueva muestra de que en Sigüenza hay una estimable afición que sobrevive a la pachanga generalizada y reconoce la buena música de cualquier estilo cuando se produce.
Al final, se sumó a la fiesta un profesor de Iván, Pascual Piqueras, presente en el concierto, que subió al escenario para despedir el concierto con Strasbourg St. Denis, otra pieza de Roy Hargrove, tema en el que el profesor y su antiguo alumno fueron dándose réplica en un duelo que fue ganando intensidad hasta la culminación final.
Iván Miño se ha formado como trompetista profesional en el Conservatorio de Valencia y ha sido nombrado recientemente director de la banda municipal de música de Sigüenza. Entre los aficionados seguntinos corre desde hace tiempo por wasap el concierto de su graduación en el conservatorio, con esta misma formación, pero este evento en la Alameda suponía su presentación en la sociedad local con su trompeta, su banda y su saber hacer. Era una manera de decir: esta es mi música. Y gustó, vaya que si gustó. Todos nos quedamos con ganas de más y esperamos verlo pronto de nuevo: en el próximo festival de jazz de Sigüenza, por ejemplo.
Gerardo Gonzalo